A paso de
bastón: presunción de inocencia
Manuel David Orrio, CPI
LA HABANA, marzo - Rafael González Ruiz no tiene un pelo de santo,
aunque esté vinculado a grupos de la oposición dentro de Cuba.
Desde 1987 acumula antecedentes penales, entre los que se destacan una sentencia
por hurto en 1997 y otra por desacato de febrero del 2000, por la cual se le
impuso una sanción de un año y tres meses de trabajo correccional
sin internamiento. Según parece, le conocen bien en el Tribunal Municipal
Popular de La Habana Vieja, localidad de su preferencia para su historia
delictiva, dicen los papeles.
González, residente en la barriada capitalina del Cerro, está
por extinguir la última de sus condenas. Pertenece a esa discutida
tendencia, según la cual grupos disidentes admiten en su seno a personas
con antecedentes penales comunes, en país donde la policía política
aprovecha cuanto esté a la mano para desacreditar a los opositores al régimen
que se atreven a expresarlo en público. González -afirma- ya
conoce de correligionarios que le han dado las espaldas ante la última de
las acusaciones, formulada en el mismo tribunal y antes de la extinción
de la actual condena. Desacato y atentado, nada menos, y petición fiscal
de cuatro años de trabajo correccional con internamiento, de acuerdo con
la causa 43 del 2001, la cual se ventilará el próximo 30 de marzo.
Periodismo barato, pudiera decirse de quien alce la pluma para defender a
semejante individuo. Hasta derecho a pensar tengo que los documentos examinados
son parte de una trampa contra mi credibilidad. Pero los datos, las firmas, los
cuños, parecen legítimos; no queda mucho tiempo para un Rafael
González Ruiz, si tocó a mi puerta dos días antes de su
treinta de marzo, impulsado quizás por el temor a cuatro años de
trabajo correccional CON INTERNAMIENTO, eufemismo para no decir pena de trabajos
forzados; no queda mucho tiempo, si el condenado brete entre Cuba y Estados
Unidos convierte el comunicarse con CubaNet en otra pena de trabajos, a Dios
gracias nada forzados. No te defiendo González, pero sí soy capaz
de morir por el principio de presunción de inocencia; por cierto,
consagrado en las leyes cubanas.
De acuerdo con la petición del fiscal Lázaro Martes -siempre
los datos sujetos a confirmación- González se encontraba el pasado
8 de febrero en la calle Obispo entre Bernaza y Villegas, en la Habana Vieja,
cuando fue requerido por el agente de la Policía Especializada Diohemis
Blanco Gutiérrez, debido a que se hallaría "asediando
turistas". Por lo pronto, ningún turista aparece como denunciante o
testigo del supuesto asedio, a los efectos del proceso judicial. El agente llamó
a su colega Osmeris Gutiérrez Laurencio y entre ambos condujeron a González
a una unidad policial, después que éste profirió variados
insultos contra Fidel Castro. González niega los hechos, y las únicas
pruebas propuestas por el fiscal Martes... son las declaraciones de los agentes.
Turistas "asediados" que ni denuncian ni aparecen como testigos
del asedio; policías con muy probable interés manifiesto, directo
o indirecto, en encarcelar a un individuo cuya santidad se encuentra a años
luz de La Habana, es todo cuanto parece existir contra González Ruiz. Si
estoy equivocado, si caí en una trampa de la Seguridad del Estado cubano,
excúsenme no sólo los lectores, sino además los agentes aquí
mencionados. El más degenerado de los compatriotas, también, tiene
derecho a la presunción de inocencia, al juicio justo, al fiscal de mano
severa, pero inteligente, y al policía profesional que prueba sus
acusaciones con pelos y señales.
Entretanto, González espera.
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