El riesgo de
la ambigüedad
Lucas Garve, CPI
LA HABANA, marzo - Una noche cualquiera, al transitar por la zona del Parque
Central, el Capitolio, el Parque de la Fraternidad, la calle Galiano, usted
puede cruzarse con un transeúnte cuya cara maquillada como la de un actor
de la Opera de Pekín y el caminar, artificiosamente amanerado, lo
identifica como un travesti en medio de la penumbra ambiental.
Desde el inicio del año hay una tendencia a impedir y cerrar espacio
a las actividades que impliquen exhibición comercial del travestismo.
Incluso en un semanario dominical de la ciudad, Tribuna de La Habana, fue
publicado un artículo desfavorable a los travestis.
Hace unos diez años, aproximadamente, los travestis aparecieron con
fuerza en La Habana.
En 1995 se celebró un espectáculo en el Teatro América
-a todo trapo y tacón- al que asistieron varios miles de espectadores, más
el público que no consiguió entrar por falta de plazas.
Luego, se puso de moda que las "drag queens" cubanas hicieran de
las suyas en espectáculos nocturnos realizados en asociaciones,
sociedades, fiestas particulares e intentos de "cabarets privados".
Una cafetería frente al Malecón (junto a la agencia FIAT) fue
el lugar escogido por travestis y medio-travestis (caras maquilladas y vestuario
unisex) para marcar su espacio en un terreno que las horas de la madrugada
propiciaba para teñirlo de ambigüedad.
Ambigüedad que no sólo marcó la cafetería FIAT por
la clientela, sino porque se convirtió además en un lugar de "ligue"
y de "comercio de carne fresca" para algunos.
En días recientes, la policía prohibió un espectáculo
de travestis organizado por un afamado peluquero de la "Jet Set farandulera"
de La Habana en su "salón particular" donde sólo el "cover"
ascendía a cinco dólares.
En La Habana, hay hombres jóvenes y no tan jóvenes muy
apuestos que por treinta o cincuenta dólares le ofrecen algo más
que el calor del cuerpo durante la noche.
Por otra parte, en cuanto a las posiciones oficiales acerca del
homosexualismo, el criterio cuasi-oficial fue ofrecido en un programa de la
televisión cubana "La vida y sus retos", ocasión que
aprovecharon especialistas para expresar un criterio tolerante, abierto y exento
de toda inquisición y lastres de períodos anteriores de
intolerancia.
En fin, convertir este asunto de los travestis en un tema más de
politización puede además trasladarlo a un terreno bastante más
ambiguo, en el cual sólo los travestis sean los verdaderos perjudicados.
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