Jaime S. Dromi. Publicado el viernes, 23 de marzo de 2001
en El Nuevo Herald
Es interesante seguir de cerca el juicio a los espías cubanos en
Miami y su inteligente defensa. Yo ruego a los lectores que lean apropiadamente
mis calificativos: escribí inteligente, pero no original, ni decente. Es
obligación de un abogado tratar de defender a su cliente, y estará
haciendo su trabajo, pero de original no tiene nada.
Su excelencia el mandamás de la Autoridad Palestina, Yasser Arafat,
lo aprendió de su excelencia el mandamás de Cuba, Fidel Castro:
promover el terrorismo y endilgárselo al prójimo. Matar y gritar
que el muerto era el asesino. Es inteligente, porque la mayoría del público,
que no conoce la verdad, se engulle los cuentos, y es indecente, porque son
mentiras repetidas ad infinitum y no es más que una violación de
las mentes de los incautos que las creen; es el robo de la fe de los americanos
que piensan que con su ayuda al régimen cubano ayudan al liberalismo, así
como piensan que con su apoyo ayudan al pueblo palestino.
Es muy, pero muy lamentable que haya necios que de buena fe ayudan a regímenes
antidemocráticos, creyendo que dan de comer a pobres gentes hambrientas.
Toda la ayuda entregada a esos regímenes sirve únicamente para
aliviarles las presiones puestas sobre los tiranos. Esas ayudas permiten a esos
mismos tiranos perpetuarse en sus posiciones, obligando a héroes a dar su
vida en la lucha por la libertad de la patria, sea esa patria Cuba o Israel. No
nos quepa ninguna duda de que tanto en Cuba como entre los árabes hay
millones de personas que se dejarían matar por sus líderes, pero
eso es común: ¿acaso no se sabe que los secuestrados tienen inmensa
simpatía por sus secuestradores?
¿Qué sabe gran parte del pueblo cubano en Cuba de lo que está
sucediendo allí desde hace 42 años? Es gracias a la cercanía
de la comunidad de exiliados, que les hacen llegar las noticias; pero, ¿qué
saben los árabes palestinos de toda la corrupción, las torturas,
la represión política continua, el lavado de cerebros constante de
toda esta generación?
Ellos creen lo que les dicen en la prensa oficial: "Israel no les da el
dinero que les debe''. "Israel mató a dos mártires''. "No
permite salir de los poblados árabes''. Arafat no les dice que Israel no
les da el dinero porque ese dinero va a ser utilizado para pagar los salarios de
los terroristas. Arafat no les cuenta que ésos que él llama mártires
eran terroristas que murieron a consecuencia de las explosiones de sus bombas,
preparadas en contra de centros urbanos y escuelas en Israel. Arafat no les
explica que Israel les cierra el paso a los vehículos árabes
porque transportan explosivos.
Imaginemos por un instante que Estados Unidos libere los fondos cubanos
congelados en los bancos americanos, o que permita el flujo liberal del turismo
entre EU y la isla, o abra un puente para el transporte de mercaderías
entre La Habana y Miami. ¿Qué pasaría? ¿Qué se
llevarían? ¿Quiénes irían?
Seguro que hay muchos inocentes pagando por los que han roto los platos. Es
verdad que a veces se cometen injusticias y hay sufrimientos de gente que no
tendría que haber sufrido, ni haber sido víctima de injusticias
que no les correspondían, pero nadie es perfecto. No lo son los exiliados
cubanos en Miami y no lo son los israelíes de Israel. Pero los dos
pueblos están luchando por su propia libertad. Libertad de pensamiento.
Libertad de vivir. ¡Libertad!
La trenza que existe entre Castro y Arafat es más profunda de lo que
ninguno de ellos quiere mostrar al mundo, y las puntas del lazo que los une hoy
están probablemente en las manos del coronel Chávez de Venezuela.
Observen bien la línea marxista que se pregona en Caracas, los viajes del
coronel Chávez a los países árabes y los que hace a Cuba,
los secretos que se van pasando entre Chávez y Castro (el padre de Chávez
estuvo con Castro a solas por un rato bien --bien largo-- ¿Será que
hablaban de baseball?).
Israel necesita la solidaridad de la comunidad hispana, y la comunidad
hispana debe comprender cuánto puede aprender de ese pequeño país,
ahí lejos en el Medio Oriente, que era nada más que un desierto y
es ahora un jardín floreciente; uno de los líderes del avance
tecnológico en el mundo, lugar donde nació nuestra fe, cuna de la
civilización moderna, templo de la democracia y de la tolerancia, crisol
de las esperanzas milenarias del pueblo judío y esperanza de todos; para
que pronto llegue el enviado de Dios a la tierra, para garantizar la libertad de
los pueblos a gozar de la vida, para traer la paz para Israel y para todo el
mundo. ¡Amén!
jdromi@amgsun.com
© El Nuevo Herald |