CUBANET .INDEPENDIENTE

23 de marzo, 2001


Atrapados entre delincuentes y policías

Amarilis Cortina Rey, Cuba-Verdad

LA HABANA, marzo - "Convertir los cuarteles en escuelas" fue la más popular de las consignas del gobierno cubano en la década de los 60, y parecía anunciar el advenimiento de una nueva época donde no habría tantos policías ni entidades destinadas a la represión.

Al cabo de cuarenta años de sistema comunista en Cuba la realidad muestra un escenario donde en verdad se convirtieron muchos cuarteles en escuelas, pero en el cual también se construyeron muchos nuevos cuarteles. La cifra de ellos duplica varias veces el número de los que hubo antes de 1959, auque ahora se les llama de otro modo.

El otrora cuartel de la policía es un vocablo que cayó en desuso por tanta propaganda gubernamental, pero que ahora tiene su homólogo en los llamados "sectores policiales".

Un sector policial es instalado en cualquier lugar. Lo mismo se levanta una construcción para ese fin que se ubica en una vieja casona que antes permanecía cerrada por causas desconocidas.

Tienen la virtud estos sectores policiacos de aparecer de buenas a primeras en cualquier zona de la capital cubana, sin aviso previo, como es el caso del que está situado en la calle Alegría entre Yara y Mariel, en el municipio Arroyo Naranjo, donde desde hace poco hay un tremendo movimiento de agentes y carros patrulleros. Nadie sabe por qué. Aunque se rumora sobre nuevos y enérgicos operativos contra la delincuencia.

Sin embargo, a pesar del creciente número de sectores policiales, de agentes, de brigadas especializadas, vehículos de todo tipo, redes de delatores y técnicas sofisticadas de investigación, la Policía Nacional Revolucionaria (PNR) no logra resultados positivos en cuanto a la reducción de los índices delictivos.

Tampoco ha servido para nada legislar penas más severas en el Código Penal vigente.

Un ejemplo de lo antes citado es el municipio Arroyo Naranjo donde la violencia campea por su respeto y los policías no pueden contener la ofensiva de la delincuencia.

Así, recientemente Jorge Alvaro Fernández, de 40 años, según versiones no oficiales fue estrangulado para robarle las joyas, ropas y otras propiedades consideradas muy valiosas. Se dice que el hombre trabajaba bajo las órdenes de Eusebio Leal.

"Su trabajo le permitía vivir con desenvolvimiento. Tenía buenas ropas, prendas de oro, manejaba dólares y hasta tenía en su casa un equipo de aire acondicionado", reveló una vecina del muerto.

Alvaro Fernández se domiciliaba en la calle Pinar del Río del reparto Callejas. El caso aún es muy comentado por la gente de esa zona.

También hace poco en Arroyo Naranjo fue asesinado un oficial del Ministerio del Interior. El individuo regresó a su casa porque había olvidado algo, se encontró a un grupo de malhechores que habían penetrado por la fuerza en el inmueble, éstos se abalanzaron sobre el militar y lo liquidaron a cuchillazos.

Esta es la versión callejera del crimen, porque la prensa oficial no publica nada respecto a los actos criminales que día por día suceden en este país. Sólo los rumores, "las bolas", como llaman aquí a estos comentarios, cuentan estas historias reales de violencia y delitos. Kilómetros y kilómetros recorren "las bolas" de boca en boca como en la época en que no había prensa ni escritura. Es una especie de periodismo popular primitivo.

El auge de la criminalidad ha obligado al gobierno cubano a duplicar o triplicar los recursos para combatir este flagelo, pero los resultados no llegan y los delincuentes siguen fortaleciéndose.

Por su parte, los indefensos ciudadanos se tratan de proteger en alguna medida encerrándose entre rejas y candados. Por tanto, los pocos cubanos que son propietarios de una videocasetera (VCR), de una grabadora, un televisor en colores o de cualquier otro bien material que pueda interesar a los ladrones, viven literalmente aterrados y se les escucha exclamar: "¡La casa no se puede dejar sola!"

Especialistas y otras personas opinan que el incremento del fenómeno del delito está vinculado al incremento de la escasez, lo que contradice a la propaganda oficial y al enfoque socialista del Derecho Penal, según el cual en la medida que se avance en la construcción del sistema socialista desaparecerá el delito.

Otro factor que en opinión de la gente contribuye al aumento de la actividad delictiva es la política de pagarle a los obreros en pesos y venderle los productos básicos para la vida en dólares.

De cualquier manera la delincuencia aumenta y también crece el número de los sectores policiales.

Un dato curioso es que en estas instalaciones también opera eventualmente la policía política. A los sectores policiacos son llevados los disidentes. Allí los interrogan, los amenazan, los coaccionan y los encierran en las celdas.

Los nuevos cuarteles han proliferado por doquier. De nada sirvió que convirtieran en escuelas los antiguos. Este es el modelo que dicen que solucionará los problemas existentes en el mundo. Pocos por acá creen esa tesis: están atrapados entre delincuentes y policías.


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