"Somos
rehenes del gobierno cubano"
Testimonio del periodista Oswaldo de Céspedes
LA HABANA, 21 de marzo (Oswaldo de Céspedes, CPI) - A las seis y diez
de la mañana del 15 último, cuando llegué a la ventanilla
donde chequean los documentos antes de pasar al avión, el funcionario de
Emigración a cargo tomó mi pasaporte, lo revisó y me dijo
que esperara. Veinte minutos después se presentó una mayor del
Ministerio del Interior y nos trasladó a la funcionaria de la embajada
norteamericana, a mi familia y a mí a un lugar apartado. Allí, la
oficial nos notificó que mi esposa y dos hijos sí podían
viajar, pero yo no.
Me remitieron a la Dirección Nacional de Emigración donde no
me aclararon nada y me remitieron a la Dirección municipal de Emigración
de 10 de Octubre. Allí la mayor Esther, jefa del Departamento de Emigración,
tampoco tuvo una respuesta y al final admitió que no me dejaban viajar "por
interés del Estado".
Yo le contesté que sería por interés del departamento
de la Seguridad del estado (policía política) y esta funcionaria
calló, por lo que interpreto que es así.
Lo lamentable de este caso es que se usó una venganza en mi contra,
porque yo estaba autorizado a salir legalmente del país por las
autoridades de Emigración. Se están burlando de los funcionarios
que corrieron con mis trámites porque esa mayor me dijo que ella
personalmente hacía siete días que había autorizado mi
viaje a Estados Unidos, que no existía ninguna irregularidad en la
documentación y que todo había sido entregado en tiempo y forma.
Incluso el día anterior (14 de marzo) a las seis de la tarde, en
presencia de William Herrera y de José Antonio Fornaris se procedió
a sellarme la casa y a la extracción de todas las propiedades. Todo lo
destruyeron, lo que hubo dentro de mi casa fue una depredación.
Para que tengan una idea: los cables de la electricidad fueron arrancados,
la tubería del gas fue cortada, se llevaron el regulador del gas, el teléfono.
En este momento les estoy hablando de un equipo de fax que me prestaron y lo
instalé como pude, pues ETECSA (Empresa de Telecomunicaciones de Cuba
S.A.), supuestamente una empresa cubano-italiana, todavía no me ha
repuesto el teléfono.
Volviendo al aeropuerto, el hecho de no dejarme viajar tuvo lugar delante de
más de 40 personas que fueron testigos del atropello psíquico y físico
contra mi familia y contra mí. La gente no creía lo que veían.
Puedo agregar que todos los que se enteran de lo que nos han hecho, incluso
militantes del Partido Comunista, personas identificadas con el régimen,
me han expresado su protesta, han repudiado este tipo de acción salvaje
contra una familia en la que hay dos adolescentes y una mujer.
Ahora estamos sin nada, porque cuando uno va a salir del país
definitivamente se lo quitan todo.
En nuestro caso se están violando los acuerdos migratorios entre los
gobiernos de Cuba y Estados Unidos, el gobierno cubano o la policía política
se burla del propio servicio de emigración de este país que me había
autorizado a viajar, están menoscabando la dignidad humana de una
familia, nos están tomando como rehenes del gobierno, por lo que esto
trasciende las fronteras de Cuba y es un mensaje que debe ser llevado a Ginebra,
allí, a la Comisión de Derechos Humanos de la ONU, para que esa
entidad sepa que debe sancionar al régimen de Fidel Castro entre otras
cuestiones por cometer este tipo de desprecio por el ser humano.
Por mi parte, seguiré trabajando el periodismo independiente, seguiré
denunciando las violaciones de los derechos humanos que se cometen en este país.
Toda aquella fanfarria del gobierno en favor de la legalidad cuando el niño
Elián González queda desmentida con la actuación de la
policía política en contra nuestra, porque aquí, en mi
familia, hay dos jóvenes que tuvieron que darse baja de la escuela para
salir del país y ya no se pueden reincorporar a la sociedad, pues como se
sabe aquí las universidades son solamente para los revolucionarios.
Aquí estamos, en la calle Espadero #119 entre Jorge y Figueroa,
Reparto Sevillano, municipio 10 de Octubre, en Ciudad de La Habana. Puede venir
la prensa extranjera o quien quiera a constatar nuestra tragedia; pueden hablar
con mi esposa, María Acela García, con nuestros hijos Lázaro
Andy y Antury o conmigo. Somos rehenes del gobierno cubano.
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