CUBANET... INTERNACIONAL

Marzo 20, 2001



El fenómeno de la reinvención

Por: María B. Rivadulla. Cuba Nuestra / Cuba News Buro. Marzo, 2001.

Uno de los fenómenos más significativos en la vida política de la Cuba de las últimas cuatro décadas, ha sido la reinvención de conceptos universales, establecidos, conocidos, aceptados y aplicados de forma general. La libertad de expresión y prensa es un buen ejemplo.

El gobierno cubano recién acaba de conmemorar, en Sancti Spiritus, con gran pompa y muchos premios, el Día de la Prensa Cubana. No podía faltar al cierre, el discurso del Jefe del Departamento Ideológico del Comité Central, Rolando Alfonso Borges quien destacó el papel que ha jugado la prensa "en el contexto de las duras batallas que ha debido librar la Revolución en los últimos tiempos".

Curioso debe resultar para cualquier ciudadano pensante en "el Occidente", como llama el señor Borges a toda parte del planeta que se oponga al actual estado de cosas en Cuba, que ninguna de las agencias de prensa independientes existentes, ninguno de los periodistas declarados disidentes en Cuba, mencionados por las diversas agrupaciones internacionales periodísticas de prestigio, hayan sido invitados a las festividades de la fecha y mucho menos, recibir un premio. Es que, sencillamente, se ha reinventado el concepto de libertad de expresión y los conceptos éticos de la práctica periodística.

Mientras en el resto de los países intentamos día a día acercarnos más al ideal de vida, de respeto a los derechos nuestros y de los demás; mientras nuestras energías están en informar lo que acontece, denunciar lo que es atropello, injusticia, violaciones a las constituciones; comentar ideas y visiones particulares o de grupos sin ánimo de imponerlas, sino abriendo campos a nuevas perspectivas; arriesgar la vida incluso con tal de ejercitar el periodismo objetivo y veraz que se requiere, a decir de los patrocinadores, en Cuba, de la "nueva verdad", lo que hacemos es justamente "desinformar" y vendernos al mejor postor.

No importa entonces que los principios éticos del periodismo "occidental" estén basados en el concepto más elemental de la libertad de expresión y en la capacidad que debe tener la prensa para desarrollarse con independencia de los poderes. Y que si bien es cierto que existen periodistas y medios que desvirtúan con prácticas innobles esos preceptos, no es menos veraz que son señalados como violadores de los mismos.

El gobierno cubano ha logrado manipular y tergiversar los valores profesionales del periodismo y pretende imponerlos cuando señala que en el resto del mundo, estamos equivocados.

Los conceptos éticos de la práctica periodística cubana están amparados, según la actual Constitución de la República de Cuba, bajo el artículo 53 que indica:

Se reconoce a los ciudadanos la libertad de palabra y prensa conforme a los fines de la sociedad socialista. Las condiciones materiales para su ejercicio están dadas por el hecho de que la prensa, la radio, la televisión, el cine y otros medios de difusión masiva son de propiedad estatal o social y no pueden ser objeto en ningún caso, de propiedad privada, lo que asegura su uso al servicio exclusivo del pueblo trabajador y del interés de la sociedad.

Tratando con la mejor buena voluntad de interpretar lo escrito, se puede hablar y escribir siempre y cuando se exprese lo que el Estado aprueba; los medios de difusión son todos propiedad del Estado pero ¿cómo eso asegura su uso al servicio exclusivo del pueblo y en interés de la sociedad? ¿El Estado no se equivoca? ¿Nunca se ha equivocado? ¿No tiene el ciudadano normal entonces más opción que aceptar tácitamente lo que indica el Estado a través de sus voceros en los medios de difusión?

Por otro lado, confunde más aún el perfil constitutivo de la agrupación oficial de los periodistas cubanos, claramente definido en su recién estrenada dirección, www.cubaperiodistas.cu, en la red cibernética: "La Unión de Periodistas de Cuba (UPEC) es una organización social y profesional, no gubernamental, constituida el 15 de julio de 1963, como resultado de la unión de los profesionales de la prensa hasta entonces agrupados en el Colegio Nacional de Periodistas, la Asociación de Reporteros de La Habana, la Asociación de la Prensa de Cuba y centenares de pequeñas organizaciones y asociaciones periodísticas que agrupaban a reporteros, corresponsales, correctores de pruebas, fotógrafos, camarógrafos, dibujantes y humoristas."

"La UPEC tiene, entre sus objetivos generales y obligaciones, defender a los periodistas en el ejercicio legal y ético de la profesión, en el derecho de acceso a las fuentes y en el cumplimiento de su labor de información y orientación."

¿Cómo, si la Constitución sólo permite el ejercicio de la libertad de expresión y prensa, de la cual son su frente de avanzada los periodistas, bajo el ala ideológica dictada por el Estado en su ideología partidista única, los medios de difusión son estatales y en ningún caso pueden ser privados, la UPEC puede considerarse una organización "no gubernamental"?

Bendita la libertad de expresión y prensa de que disfrutamos "en el mundo occidental", que ha costado esfuerzos ingentes lograr, que día a día la mayoría de los que ejercen la noble profesión del periodismo se esfuerzan por honrar dignamente con su quehacer. Sano, humano y justo es este ejercicio en libertad, que regula al comunicador social en su función elemental de no faltar a la verdad en los sucesos que informa, no tapar o manipular hechos e investigar hasta las últimas consecuencias; esta libertad que regula al periodista de opinión para que respete con dignidad y altura las del contrario, sin ofensas ni calumnias.

Si la prensa cubana, como se expresaran opiniones vertidas en la Mesa Redonda Informativa (programa vespertino en Cuba, transmitido diariamente por televisión y radio), celebrada el 15 de marzo de 2001, es "heredera del pensamiento de José Martí" y la función del ejercicio del periodismo es el de "formidable instrumento en la batalla de ideas", entonces la prensa independiente cubana (los periodistas que han sufrido prisión, los que han tenido que abandonar Cuba porque no soportaron más persecución, quienes aún quedan, incluso en prisión como Bernardo Arévalo Padrón) le está ganando esa batalla.

Heredar el pensamiento de José Martí significa tomar como base ese pensamiento:

"La prensa debe ser el examen y la censura, nunca el odio ni la ira que no dejan espacio a la libre emisión de las ideas. Nunca se acepta lo que viene en forma de imposición injuriosa; se acepta lo que viene en forma de razonado consejo."

Y si la Carta Magna del país fuese consecuente con la profunda influencia martiana de que dice estar imbuida, no podría ser, como lo es, una total negación de tal influencia.

En el Manifiesto de Montecristi, firmado por José Martí y Máximo Gómez el 25 de marzo de 1895, se señala lo siguiente:

"?Desde sus raíces se ha de constituir la patria con formas viables, y de sí propia nacidas, de modo que un gobierno sin realidad ni sanción no la conduzca a las parcialidades o a la tiranía."

Una etapa convulsa y de definiciones es la que vive Cuba actualmente.

El papel de los miembros de la UPEC no debiera ser el de repetidores electrónicos o digitales de ninguna ideología, sino el de ayuda directa, efectiva y abierta a sus colegas, los periodistas independientes, con muchos de los cuales compartieron labores. Además de autoengañarse, por misión u omisión, están incumpliendo ellos mismos con la labor de información que les dicta la Constitución, porque gran parte de las noticias de Cuba se conocen por el esfuerzo que realiza en estos momentos la prensa independiente, que también es cubana, cuyos integrantes necesitan que sea reconocida su labor, bajo las condiciones más indignas y humillantes que pueda haber implantado "legalmente" ninguna dictadura latinoamericana a la prensa con anterioridad.

Obligados por la Constitución martiana y las regulaciones ideológicas del Estado ?únicas autorizados a cumplir? a ser seguidores del Apóstol, los periodistas oficiales cubanos deben haber leído entre algunos de sus pensamientos, esos que no salen a relucir en las pancartas de propaganda política porque pueden "malinterpretarse": "Cobarde ha de ser quien por temor no satisfaga la necesidad de su conciencia."

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