Por: María B. Rivadulla.
Cuba Nuestra /
Cuba News Buro. Marzo, 2001.
Uno de los fenómenos más significativos en la vida política
de la Cuba de las últimas cuatro décadas, ha sido la reinvención
de conceptos universales, establecidos, conocidos, aceptados y aplicados de
forma general. La libertad de expresión y prensa es un buen ejemplo.
El gobierno cubano recién acaba de conmemorar, en Sancti Spiritus,
con gran pompa y muchos premios, el Día de la Prensa Cubana. No podía
faltar al cierre, el discurso del Jefe del Departamento Ideológico del
Comité Central, Rolando Alfonso Borges quien destacó el papel que
ha jugado la prensa "en el contexto de las duras batallas que ha debido
librar la Revolución en los últimos tiempos".
Curioso debe resultar para cualquier ciudadano pensante en "el
Occidente", como llama el señor Borges a toda parte del planeta que
se oponga al actual estado de cosas en Cuba, que ninguna de las agencias de
prensa independientes existentes, ninguno de los periodistas declarados
disidentes en Cuba, mencionados por las diversas agrupaciones internacionales
periodísticas de prestigio, hayan sido invitados a las festividades de
la fecha y mucho menos, recibir un premio. Es que, sencillamente, se ha
reinventado el concepto de libertad de expresión y los conceptos éticos
de la práctica periodística.
Mientras en el resto de los países intentamos día a día
acercarnos más al ideal de vida, de respeto a los derechos nuestros y de
los demás; mientras nuestras energías están en informar lo
que acontece, denunciar lo que es atropello, injusticia, violaciones a las
constituciones; comentar ideas y visiones particulares o de grupos sin ánimo
de imponerlas, sino abriendo campos a nuevas perspectivas; arriesgar la vida
incluso con tal de ejercitar el periodismo objetivo y veraz que se requiere, a
decir de los patrocinadores, en Cuba, de la "nueva verdad", lo que
hacemos es justamente "desinformar" y vendernos al mejor postor.
No importa entonces que los principios éticos del periodismo "occidental"
estén basados en el concepto más elemental de la libertad de
expresión y en la capacidad que debe tener la prensa para desarrollarse
con independencia de los poderes. Y que si bien es cierto que existen
periodistas y medios que desvirtúan con prácticas innobles esos
preceptos, no es menos veraz que son señalados como violadores de los
mismos.
El gobierno cubano ha logrado manipular y tergiversar los valores
profesionales del periodismo y pretende imponerlos cuando señala que en
el resto del mundo, estamos equivocados.
Los conceptos éticos de la práctica periodística
cubana están amparados, según la actual Constitución de la
República de Cuba, bajo el artículo 53 que indica:
Se reconoce a los ciudadanos la libertad de palabra y prensa conforme a
los fines de la sociedad socialista. Las condiciones materiales para su
ejercicio están dadas por el hecho de que la prensa, la radio, la
televisión, el cine y otros medios de difusión masiva son de
propiedad estatal o social y no pueden ser objeto en ningún caso, de
propiedad privada, lo que asegura su uso al servicio exclusivo del pueblo
trabajador y del interés de la sociedad.
Tratando con la mejor buena voluntad de interpretar lo escrito, se puede
hablar y escribir siempre y cuando se exprese lo que el Estado aprueba; los
medios de difusión son todos propiedad del Estado pero ¿cómo
eso asegura su uso al servicio exclusivo del pueblo y en interés de la
sociedad? ¿El Estado no se equivoca? ¿Nunca se ha equivocado? ¿No
tiene el ciudadano normal entonces más opción que aceptar tácitamente
lo que indica el Estado a través de sus voceros en los medios de difusión?
Por otro lado, confunde más aún el perfil constitutivo de la
agrupación oficial de los periodistas cubanos, claramente definido en su
recién estrenada dirección, www.cubaperiodistas.cu, en la red
cibernética: "La Unión de Periodistas de Cuba (UPEC) es una
organización social y profesional, no gubernamental, constituida el 15
de julio de 1963, como resultado de la unión de los profesionales de la
prensa hasta entonces agrupados en el Colegio Nacional de Periodistas, la
Asociación de Reporteros de La Habana, la Asociación de la Prensa
de Cuba y centenares de pequeñas organizaciones y asociaciones periodísticas
que agrupaban a reporteros, corresponsales, correctores de pruebas, fotógrafos,
camarógrafos, dibujantes y humoristas."
"La UPEC tiene, entre sus objetivos generales y obligaciones,
defender a los periodistas en el ejercicio legal y ético de la profesión,
en el derecho de acceso a las fuentes y en el cumplimiento de su labor de
información y orientación."
¿Cómo, si la Constitución sólo permite el
ejercicio de la libertad de expresión y prensa, de la cual son su frente
de avanzada los periodistas, bajo el ala ideológica dictada por el
Estado en su ideología partidista única, los medios de difusión
son estatales y en ningún caso pueden ser privados, la UPEC puede
considerarse una organización "no gubernamental"?
Bendita la libertad de expresión y prensa de que disfrutamos "en
el mundo occidental", que ha costado esfuerzos ingentes lograr, que día
a día la mayoría de los que ejercen la noble profesión del
periodismo se esfuerzan por honrar dignamente con su quehacer. Sano, humano y
justo es este ejercicio en libertad, que regula al comunicador social en su
función elemental de no faltar a la verdad en los sucesos que informa,
no tapar o manipular hechos e investigar hasta las últimas
consecuencias; esta libertad que regula al periodista de opinión para que
respete con dignidad y altura las del contrario, sin ofensas ni calumnias.
Si la prensa cubana, como se expresaran opiniones vertidas en la Mesa
Redonda Informativa (programa vespertino en Cuba, transmitido diariamente por
televisión y radio), celebrada el 15 de marzo de 2001, es "heredera
del pensamiento de José Martí" y la función del
ejercicio del periodismo es el de "formidable instrumento en la batalla de
ideas", entonces la prensa independiente cubana (los periodistas que han
sufrido prisión, los que han tenido que abandonar Cuba porque no
soportaron más persecución, quienes aún quedan, incluso en
prisión como Bernardo Arévalo Padrón) le está
ganando esa batalla.
Heredar el pensamiento de José Martí significa tomar como
base ese pensamiento:
"La prensa debe ser el examen y la censura, nunca el odio ni la ira
que no dejan espacio a la libre emisión de las ideas. Nunca se acepta lo
que viene en forma de imposición injuriosa; se acepta lo que viene en
forma de razonado consejo."
Y si la Carta Magna del país fuese consecuente con la profunda
influencia martiana de que dice estar imbuida, no podría ser, como lo
es, una total negación de tal influencia.
En el Manifiesto de Montecristi, firmado por José Martí y Máximo
Gómez el 25 de marzo de 1895, se señala lo siguiente:
"?Desde sus raíces se ha de constituir la patria con formas
viables, y de sí propia nacidas, de modo que un gobierno sin realidad ni
sanción no la conduzca a las parcialidades o a la tiranía."
Una etapa convulsa y de definiciones es la que vive Cuba actualmente.
El papel de los miembros de la UPEC no debiera ser el de repetidores
electrónicos o digitales de ninguna ideología, sino el de ayuda
directa, efectiva y abierta a sus colegas, los periodistas independientes, con
muchos de los cuales compartieron labores. Además de autoengañarse,
por misión u omisión, están incumpliendo ellos mismos con
la labor de información que les dicta la Constitución, porque
gran parte de las noticias de Cuba se conocen por el esfuerzo que realiza en
estos momentos la prensa independiente, que también es cubana, cuyos
integrantes necesitan que sea reconocida su labor, bajo las condiciones más
indignas y humillantes que pueda haber implantado "legalmente"
ninguna dictadura latinoamericana a la prensa con anterioridad.
Obligados por la Constitución martiana y las regulaciones ideológicas
del Estado ?únicas autorizados a cumplir? a ser seguidores del Apóstol,
los periodistas oficiales cubanos deben haber leído entre algunos de sus
pensamientos, esos que no salen a relucir en las pancartas de propaganda política
porque pueden "malinterpretarse": "Cobarde ha de ser quien por
temor no satisfaga la necesidad de su conciencia."
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