Escribe Fernando Ravsberg, corresponsal de la BBC en La
Habana, Cuba. BBC Mundo,
Lunes, 19 de marzo de 2001 - 21:34 GMT
Muchos enfermos del SIDA podrían beneficiarse de la guerra de
patentes que enfrenta a Cuba y los Estados Unidos.
El presidente Fidel Castro dio a entender que su país comenzará
a producir medicinas contra este virus sin pagar a las empresas estadounidenses
que los tienen patentados, con lo que los costos serían muy inferiores.
El enfrentamiento bilateral surgió a raíz de que los
tribunales norteamericanos le retuvieron a Cuba US$160 millones que las compañías
telefónicas de Estados Unidos debían pagar por servicios.
Además, otro tribunal autorizó a la empresa de bebidas Bacardi
a utilizar el nombre "Ron Habana Club", que desde hace más de
30 años se produce en Cuba y se exporta a todo el mundo.
La ira de La Habana no se hizo esperar, el propio presidente Castro respondió
anunciando que si Washington no respeta las patentes cubanas, su país hará
otro tanto y mencionó a las patentes de Bacardi, Palmolive y de medicinas
contra el SIDA.
En esto último se une a Brasil y Sudáfrica, que también
reclaman el derecho de producir estas medicinas sin pagar las costosas patentes
que hacen inalcanzable el medicamento para la mayor parte de los enfermos.
Podría tratarse de un enfrentamiento más entre la isla y
Washington, la diferencia clave es que éste podría dejar un saldo
positivo para el hombre común y no solamente para los cubanos.
2.000 cubanos con SIDA
Cuba tiene la capacidad científico-técnica de producir
medicamentos y de hecho lo hace, algunas medicinas y vacunas fueron incluso
creadas por los científicos cubanos en los 38 centros de biotecnología.
Ya muchos de los tratamientos usados para combatir el SIDA son de producción
nacional, lo que reduce ostensiblemente los costos de atención de los
enfermos, atención que en Cuba es completamente gratuita.
Si, como parece desprenderse de las palabras de Castro, la industria médica
de la isla se dedica a producir los componentes del "cóctel",
podría significar que los más de 2.000 cubanos portadores del SIDA
salvarían su vida.
Pero no sólo los cubanos, dado que si se ofrece el tratamiento a
nivel internacional a una ínfima parte de su valor actual, Cuba podría
convertirse en una alternativa real para los enfermos de SIDA con bajos
recursos.
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