Belkis Cuza Male. Publicado el viernes, 16 de marzo de 2001
en El Nuevo Herald
El pueblo cubano tiene hambre, anda mal vestido, a pie, en bicicleta o subiéndose
como puede a esos inmundos 'camellos' que ha inventado el gobierno para
transportar a seres humanos que considera de cuarta categoría, que no
forman parte de la élite o nomenclatura. Pero la miseria y el
subdesarrollo no son óbices para que nuestro Alejandro Magno de traspatio
se empecine en hacerle la guerra a cualquiera. Incluso la guerra del mal de ojo.
Se comenta que un abrazo suyo, una mirada, pueden mandar a la tumba al
enemigo. Lo ha demostrado a lo largo de estos cuarenta y dos años de
tiranía. Y fíjense cómo no mucho después de su cruce
de palabras con Francisco Flores, el presidente de El Salvador, el país
se ha visto azotado por dos terremotos de gran magnitud. ¿Casualidad?
Recientemente se publicó la noticia de que Cuba tiene capacidad
suficiente en el campo cibernético para convertirse en una amenaza. Sin
duda es probable que Castro dirija personalmente las operaciones de sabotaje en
la red. Porque, además, estoy segura de que se ha convertido también
en un adicto a la computadora. Me lo imagino insomne, con las barbas pegagosas,
con esos dedos largos de uñas sucias, tecleando impaciente, comunicándose
con los puntos más distantes del planeta, sin que los otros sospechen de
quién se trata. Ya pasaron los tiempos de los platos de espaguetis a
altas horas de la noche, de sus correrías nocturnas por la ciudad, o sus
visitas a aquel ancestral restaurante chino donde iba a disfrutar de la sopa.
Ahora es un anciano más bien retirado en su bunker, con enfermeras que le
recuerdan el turno de las medicinas, el chequeo de la presión arterial;
con masajistas que intentan aliviarle la artritis. En fin, la rutina de un viejo
millonario que tiene a su disposición el mejor cuidado del mundo.
Pero estoy también segura de que este vicioso de la internet, como lo
fue siempre de los mejores medios de comunicación, sí es una
amenaza para el mundo cibernético. Por lo pronto, existe en Cuba, desde
hace tiempo ya, el Centro de Análisis, un edificio de 16 pisos, en pleno
Vedado, frente al teatro Mella, dedicado exclusivamente a procesar toda la
información que entra y sale del país. ¿Se imaginan? Cientos
y cientos de empleados cuya única misión consiste en leer las
cartas de los cubanos de dentro y fuera, para luego volver a sellarlas con esa
goma arábiga fácilmente identificable como la huella de la
censura.
También en ese Centro de Análisis --adjunto por supuesto a la
Seguridad del Estado, y a su vez conectado a todos los otros que existen en cada
ciudad importante del país--, hay pisos dedicados a leer los mensajes
electrónicos de los cubanos que usan computadoras, o los que reciben
desde el extranjero. Y por supuesto, debe haber hackers utilizando alta tecnología
para intentar el sabotaje cibernético a este país. Es allí
donde expertos programadores están dedicados a esa guerra cibernética
de que nos habló la prensa hace unas semanas. Gente que sabe cómo
obtener las contraseñas (passwords) de sus enemigos, cómo leer los
mensajes privados de cualquiera aquí en Estados Unidos, cómo
descifrar la vida de los usuarios de la internet en ésta o cualquier otra
parte del mundo. Por supuesto, la guerra cibernética estaría
fundamentalmente dirigida a las instalaciones militares o estratégicas,
pero conociendo la rapacidad de la Seguridad del Estado cubana, cualquier dato
personal, cualquier amorío, cualquier desbalance emocional, síquico,
financiero tienen un interés primario para los cazadatos de los
comunistas. Porque es en ese mundo donde cualquier detalle personal cuenta; de
ahí que la infiltración de espías en el exilio haya sido
meta de Castro desde los primeros años.
Hace dos semanas, a raíz del debate creado a partir de mi artículo
Crimen y cultura, publicado en la internet (www.CubaNueva.com), llegó la
noticia de un nuevo virus, el "Cuza Malé''. La información
decía que se trataba de un virus al estilo del de "Anna
Kournikova''. Verdad o mentira, la noticia corrió veloz en la internet, y
me vi de pronto catapultada al ciberespacio, calificada con ironía barata
de "gusano'' que se come la información. No tiene nada de chistoso
verse así. Verdad o mentira, se trata de una vileza, una forma baja y estúpida
de sabotaje cultural, que sólo es una pequeña muestra de lo que
podría suceder si no le damos jaque mate pronto al terrible virus "Fidel
Castro''.
BelkisBell@Aol.com
© El Nuevo Herald
Copyright 2001 El Nuevo Herald |