No sólo
de circo vive el hombre
Claudia Márquez Linares, Grupo Decoro
LA HABANA, marzo - Recientemente concluyó en La Habana el Consejo
Nacional Ampliado de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba
(UNEAC) donde fue analizado el estado actual de la cultura cubana y sus
perspectivas.
Por supuesto, el discurso predominante fue el de la complacencia y las
alabanzas al llamado "proyecto cultural de la revolución" que
hará que "en Cuba exista el socialismo más justo y humano, y
de los cubanos el pueblo más culto del mundo".
Es innegable que el régimen implantado en Cuba desde 1959 ha
realizado esfuerzos en el terreno de la educación y la cultura. Hoy el
analfabetismo es prácticamente inexistente, existe un considerable número
de profesionales, se han multiplicado las universidades y han surgido escuelas
de arte.
Sin embargo, todos estos logros están marcados y regidos por una política
cultural muy bien definida desde los inicios del sistema político
socialista. La ya muy conocida frase de Fidel Castro "con la revolución
todo, contra la revolución nada", expresada al inicio de la década
de los 60 en un discurso conocido como Palabras a los Intelectuales, define
perfectamente en qué terreno han tenido que moverse los creadores e
intelectuales durante estas cuatro décadas.
La falta de libertad resulta un aspecto insoslayable en la creación
artística y literaria. Lo demuestra, entre otras cosas, el marcado propósito
tan bien subrayado en este evento de que la acción cultural se realiza
desde las instituciones. Es decir, la política oficial es la de controlar
y dirigir desde instituciones que respondan a la línea gubernamental
todas las esferas de la cultura cubana.
Ha sido este esquema el que ha traído como consecuencia que todos
aquellos artistas, escritores, músicos e intelectuales que no responden
en su quehacer a los "intereses de la revolución" y por ende a
los de la institución cultural a la que pertenecen, queden condenados a
la marginalidad.
No pocos han sido los proyectos culturales prometedores que han surgido de
manera independiente y que han sido frustrados por esta práctica.
Recordemos al movimiento de artistas plásticos conocidos como "Arte
Calle" y de los grupos de rock que durante tanto tiempo estuvieron
marginados y que aún están lejos de contar con el apoyo que
requiere un movimiento musical que tiene tantos seguidores entre la juventud
cubana.
En la creación literaria muchos son los jóvenes escritores y
poetas de talento que son desconocidos porque mantienen la libertad e
independencia creativa a la que todo artista auténtico tiene derecho.
Del mismo modo que los creadores deben enfrentarse a los esquemas oficiales,
también el pueblo ve limitado el producto artístico literario al
que puede acceder. En Cuba está prácticamente vedado el acceso a
escritores del Exilio como Cabrera Infante, por citar un ejemplo, que ha
obtenido el Premio Cervantes, considerado el más alto galardón
hispano de las letras. Tampoco en nuestras librerías se encuentran obras
de Vargas Llosa ni de Octavio Paz, escritores que no han ocultado su
discrepancia con el régimen cubano.
Ahora el país está inmerso en lo que llaman un proceso de
masificación de la cultura. Por supuesto, se trata de una cultura
enmascarada en las concepciones que hemos señalado. No se tiene en cuenta
que los intereses culturales de un pueblo abarcan mucho más que la política.
Si son limitados a los propósitos de las instituciones seguiremos
viviendo discriminación y marginación, pues el arte no debe estar
sujeto a ningún esquema político-ideológico que obstaculice
la capacidad creadora de los auténticos artistas, escritores e
intelectuales cubanos.
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