Traumatismos
de un juego de pelota infantil
Amarilis Cortina Rey, Cuba-Verdad
LA HABANA, marzo - Un juego de pelota, realizado entre equipos infantiles de
Cuba y Venezuela, ocasionó un sinnúmero de interrogantes para los
familiares y niños que asistieron al encuentro.
"El deporte es un derecho del pueblo" expresa una de las tantas
consignas desplegadas durante años por el gobierno de la Isla, que
prioriza la inversión de cuantiosos recursos en aras de obtener medallas
y campeones en certámenes deportivos internacionales.
En esta ocasión parece que algo funcionó mal, opinaron
participantes en el juego de marras. ¿Quizás una mala coordinación
del INDER? ¿O un mal trabajo de los instructores deportivos?
Alberto Pintueles, padre de uno de los niños que participó en
el encuentro (categoría 6 y 7 años), celebrado en el estadium sito
en la barriada de Lawton, narra lo que calificó "una situación
muy dispareja entre los dos equipos".
"Cuando aparecieron los niños venezolanos -recuerda Pintueles-
se oyó un escándalo mezclado de alegría y tristeza, todos
bien vestidos con trajes de peloteros rojo y blanco, calzando sus respectivos
zapatos deportivos y con sus gorras de colores. Se veían preciosos".
"Sin embargo, cuando salieron al terreno nuestros hijos -expresa
Pintueles- fue todo lo contrario, todos disparejos. Unos calzaban tenis, otros
zapatos o botas. Y de los uniformes, ni hablar".
El hombre señala que a pesar de esto el juego fue muy emotivo y
alegre. "Ganaron los venezolanos -dice- y al domingo siguiente volvieron a
jugar y nuevamente ganaron los de Venezuela".
El señor Pintueles describe cómo fue la clausura de los
juegos: "Los niños venezolanos obsequiaron banderitas, confituras y
otros regalos a los cubanos, pero éstos sólo le pudieron dar las
gracias a los visitantes".
"Nos retiramos del estadium -se queja Pintueles- con la esperanza de
que al menos la prensa publicara alguna información sobre los encuentros,
pero fueron vanas esperanzas porque ni una coma se dijo al respecto. Es como si
a nadie le hubiera interesado el asunto".
Sin embargo, a los pocos días del último juego, en los medios
nacionales se divulgó que el reverendo Lucius Walker viajará a
Cuba junto a un grupo de niños que jugarán pelota con otro equipo
isleño.
Al respecto, Pintueles indicó: "Esto sí se anunció
con bombos y platillos, como decimos los cubanos, se televisó y se
tomaron videos".
Este padre cubano se pregunta por qué los niños de la isla no
pueden tener un uniforme de pelotero y obsequios para entregarle a sus
contrincantes cuando terminan los encuentros deportivos. "Al menos una
banderita cubana" -añade Pintueles.
Este encuentro deportivo entre niños venezolanos y de Cuba dejó,
indudablemente, un amargo recuerdo en todos los de acá, porque es lógico
que nuestros pequeños deben haberse sentido inferiores a sus
contrincantes de Venezuela.
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