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Marzo 5, 2001



Cuba: votamos por derechos y no por presiones

El voto argentino ante la ONU evaluará sólo la realidad de los derechos humanos en la isla

Marcelo Huergo. Embajador, Ex Subsecretario De Cooperación Internacional. Clarín digital, Sábado 3 de marzo de 2001.

El serio incidente diplomático desatado por las palabras hirientes del líder de la revolución cubana, a las pocas semanas de haber cumplido 42 años al frente del gobierno de su país, ha obtenido uno de sus objetivos. Ha provocado en nuestro país una suerte de debate público previo sobre un tema que para la mayoría silenciosa argentina no era un motivo relevante de la discusión ciudadana: la situación de los derechos humanos en Cuba y el futuro voto de nuestro país sobre el proyecto de resolución sobre Cuba que tratará la Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas.

La ocasión del ataque verbal al gobierno argentino no parece casual, ya que ocurría el mismo día que el gobierno cubano liberaba a dos parlamentarios ex ministros checos que habían sido detenidos hace casi un mes por violar las leyes cubanas al visitar a disidentes políticos en la isla. Precisamente la República checa fue la coautora —junto a Polonia— del proyecto de resolución sobre los derechos humanos en Cuba aprobado el año pasado en la ONU. La Argentina fue uno de los países latinoamericanos que votó a favor de esa resolución.

Aquella resolución del año 2000 fue considerada por algunos como la obra exclusiva de los EE.UU. y el voto argentino, en consecuencia, como una muestra del alineamiento automático con la política exterior de esa nación. Sin embargo, la resolución fue patrocinada por países como Alemania, Canadá, Dinamarca, Eslovenia, Finlandia, Holanda, Hungría, Israel, Japón, Nicaragua, Nueva Zelanda, el Reino Unido y Suecia. Entre los que votaron a favor se encontraban también, entre otros, Chile, Francia, Guatemala, Italia, Marruecos, Noruega, Portugal y España.

Pensar que los EE.UU. puedan manejar los votos de semejante nómina de países es pecar de ingenuidad. Si hay una cuestión en la que los gobiernos europeos —y otros como Canadá— han diferenciado sus políticas exteriores de la norteamericana ha sido en lo que respecta a la isla caribeña.

Si eso es así, cabe pensar entonces que esos países votaron por la resolución porque realmente les interesa y les preocupa la situación de los derechos humanos en Cuba y no porque sean un títere del gobierno estadounidense ni porque se identifiquen con el embargo unilateral (no se trata de un "bloqueo") impuesto por ese país. Es de suponer entonces que, al tratarse este año un nuevo proyecto de resolución, ellos analizarán previamente cómo han cambiado las condiciones en la isla con respecto al año anterior. Lo mismo deberá hacer lógicamente nuestro país —es decir, analizar el informe del relator de la Comisión, que reflejará los hechos ocurridos durante este último año— antes de adoptar una decisión definitiva que, como lo han afirmado tanto el Presidente de la Nación como el canciller, aún no ha sido tomada y será adoptada seguramente basada en sus propios méritos y sin ser afectada por el actual incidente bilateral.

Una posición crítica

La Argentina, por su parte, ha venido proclamando en diversos foros internacionales la "doctrina De la Rúa", es decir el principio de no intervención pero no indiferencia frente a las cuestiones atinentes al respeto a los derechos humanos en general y a la "calidad de la democracia" en particular.

La actitud que la Argentina adoptó al apoyar la resolución sobre Cuba el año pasado en la ONU fue congruente con esa posición, privilegiando la concepción de su política exterior en materia de defensa y promoción de los derechos fundamentales y las libertades públicas, particularmente en el continente americano. La Argentina interpretó correctamente aquella decisión de la ONU no como una condena a Cuba sino como "la vía adecuada para alentar un mayor nivel de cooperación por parte de las autoridades cubanas en los distintos órganos y mecanismos de supervisión internacional para la promoción y la protección de los derechos humanos, establecidos por la Comisión de Derechos Humanos".

Este año, todo hace pensar que la Argentina seguramente mantendrá su posición crítica frente al embargo estadounidense a la nación caribeña. Ahora bien, antes de adoptar una actitud definitiva sobre el nuevo proyecto de resolución las autoridades argentinas, más allá de consultar con otros países amigos latinoamericanos, deberán evaluar en qué medida se han cumplido las recomendaciones del año pasado, cuál ha sido la cooperación cubana con los organismos internacionales en la materia y cuál ha sido el grado de progreso de los derechos humanos en la isla, hacia una sociedad pluralista y en la que imperen las libertades políticas e individuales. Esa será seguramente la única base del análisis para decidir el voto argentino, es decir sin tener en cuenta ni las supuestas "influencias" norteamericanas ni las estridencias de la dirigencia cubana.

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