Fin de mes
Milagros Beatón, APLO
SANTIAGO DE CUBA, marzo - Hace más de tres décadas la población
cubana está sometida a un riguroso control dietético por
iniciativa del régimen que en los primeros años de su indefinido
mandato implantó la llamada libreta de abastecimiento, renovable
anualmente, cuya función es controlar de forma mensual y racionada los
alimentos que requiere la población.
En la actualidad, lo que se le vende mensualmente al pueblo por la libreta
no alcanza ni para quince días, por lo que lo más difícil
para la gente es sobrevivir la última quincena de cada mes.
A esta etapa del mes se la denomina como la de la hambruna pues, aunque hay
comercios en los cuales hay de todo, el ciudadano común, el que cobra en
pesos, no puede adquirirlos porque alimentos y productos básicos para la
vida son vendidos en dólares o a elevadísimos precios en moneda
nacional.
Un fin de mes en Cuba es indescriptible. Es sinónimo de hambruna,
desesperación y muerte lenta al mismo tiempo, o sea, si pudieran fundirse
los tres significados.
El Estado socialista, diseñado supuestamente para garantizarle a los
obreros y a los campesinos una vida mejor que la que tenían en el
capitalismo, no ha logrado producciones de calidad ni en cantidades suficientes
para asegurar la debida alimentación humana.
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