Trágica
venta de arroz en la capital cubana
Amarilis Cortina Rey, Cuba-Verdad
LA HABANA, junio - El arroz, grano por excelencia de los cubanos, necesidad
y tradición, es imprescindible en la mesa de cada familia de la isla. Hay
quienes afirman que si no poseen un plato de arroz en su dieta diaria sienten
como que no han comido nada.
Como país de inmigrantes que era Cuba hasta el primero de enero de
1959, aceptamos las costumbres de aquellos que vinieron de tierras lejanas a
insertarse en nuestra sociedad. Así fue como los buenos asiáticos
nos trajeron su alimento predilecto y, después, los relatos de cómo
habían salido huyéndole al comunismo.
Por cierto, si en aquellos tiempos a alguien le parecieron exageradas las
historias de los chinos respecto al comunismo, ahora pueden constatar en carne
propia la realidad de las mismas.
El gobierno revolucionario que gobierna en Cuba hace más de cuarenta
y dos años le garantiza a cada ciudadano que puede comprar, a precio módico,
seis libras de arroz para que coma los treinta días del mes. Cuando esa
cantidad se termina, entonces, a arreglárselas como se pueda.
Quizás esa porción de arroz para un francés o un ruso
le sobre, pero a un cubano de la Isla, que además no puede comprar ni
viandas ni frijoles ni carne con que acompañar ese arroz, no le alcanza
ni para empezar.
Es por esto que después de los diez primeros días de cada mes
se puede observar cómo las personas fluyen hacia los agromercados en
busca de ese alimento.
El comerciante con licencia particular vende el arroz, que le compra a los
campesinos o al que se lo roba de los almacenes del estado, a cinco pesos la
libra, mientras en los mercados estatales esa cantidad cuesta tres pesos y
medio.
Regularmente, las personas tienen que esperar más de lo debido,
incluso expuestas al sol, haciendo filas. El arroz se saca al mercado
empaquetado en jabas desechables y éstas escasean con frecuencia, por lo
que la venta se detiene hasta que la empresa envíe más envases.
Pero, desde finales de marzo, en Ciudad de La Habana se ha dificultado la
venta de arroz más de lo habitual, recrudeciéndose de manera
alarmante en los meses de abril y mayo, sobre todo en los últimos días
del mes.
Resulta ser que los comerciantes particulares no tienen existencias del
producto y cuando no les falta elevan el precio hasta siete pesos por libra.
Por su parte, en los comercios estatales surten arroz, pero no alcanza, pues
la cantidad de personas que se agrupa en esas plazas termina generalmente en
peleas por los turnos en las colas. El fenómeno llega al extremo de que
la policía ha tenido que intervenir para establecer el orden.
El motivo de la crisis del arroz en la capital cubana no está muy
claro. Hay quienes afirman que el barco que lo traía no ha llegado al
puerto y por eso se está consumiendo el que se cosechó en Los
Palacios, región de la provincia Pinar del Río.
Los medios de prensa han informado que se mantendrán surtidos los
mercaditos (comercios estatales).
Sin embargo, una doctora de la familia que hacía fila desde las siete
de la mañana, en espera de que surtieran el arroz, pudo comprarlo a las
cuatro de la tarde. La especialista estaba desfallecida por el calor y su cara
estaba demacrada.
Mientras se abría paso entre la muchedumbre, la médico declaró:
"¡Esto es horrible!, ya se acabó, yo fui la última que
pudo comprar arroz..."
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