¡Liberen
al Tíbet!
Tania Díaz Castro, UPECI
LA HABANA, junio - En la prensa de Cuba, controlada en un cien por ciento
por el gobierno, jamás se menciona a un país del Asia Central que
representa el techo del mundo: el Tíbet, poblado de lamas, magos,
hechiceros, nigromantes, ocultistas, los que aún en la actualidad hacen
realidad toda una serie de leyendas por muy extrañas que éstas nos
parezcan.
Es posible que muchos cubanos de la isla ignoren la historia del Tíbet
y, sobre todo, que esa vasta región esté ocupada por la República
Popular China hace más de cincuenta años.
El 10 de marzo pasado nuestros medios de difusión no mencionaron que
ese día se conmemoraba el 42 aniversario del levantamiento tibetano
contra la ocupación de Pekín, y que en muchos países del
mundo viven millares de exiliados tibetanos que han huido de la represión
ejercida por China, potencia que no admite ningún brote de inconformidad
por parte de quienes pretenden ver libre e independiente al Tíbet, lo que
aseguraría su autonomía real, su integridad cultural, religiosa y
lingüística.
Unos días antes de esta fecha luctuosa, silenciada en la prensa de
Fidel Castro, el presidente chino Jiang Zemin, de visita en Cuba, expresó
su "apoyo al pueblo cubano en su justa lucha por salvaguardar la soberanía
estatal y la independencia nacional y rechazar las intervenciones y amenazas
internas". Unos días después, el 17 de abril, en Caracas, el
presidente chino recibió de manos del mandatario venezolano Hugo Chávez
el collar de la Orden del Libertador, resaltando además su participación
en la lucha por un mundo nuevo y justo.
Pero, ¿y el Tíbet? ¡Vaya falta de memoria! En el año
1949 los chinos comunistas dirigieron una invasión militar contra el Tíbet.
Miles de hombres, mujeres y niños perdieron la vida en un levantamiento
armado contra las tropas pekinesas de ocupación. Hoy, el palacio de
Potala, residencia del Dalai Lama de Lhasa, es usado por títeres lacayos
del imperialismo chino y viven más tibetanos fuera de su patria que
dentro de sus fronteras. Recientemente, y desde la ciudad india de Dharamsala,
donde viven exiliados desde 1959 los más importantes líderes
tibetanos, el Dalai Lama ha acusado a Pekín en reiteradas ocasiones por
haber roto el diálogo entre ambos gobiernos.
Los documentos más antiguos de la humanidad aseguran que en el Tíbet
existió una civilización miles y miles de años antes del
principal diluvio, y diversas excavaciones han extraído artefactos de
metal cuya fusión se desconoce.
Situado en el mismo centro del continente asiático, con una extensión
territorial dos veces mayor que Francia, el Tíbet ha sufrido durante su
larga existencia invasiones por parte de mongoles, manchúes y gurkas,
pero más frecuentemente por los chinos, y en sus montañas, valles
y cráteres, donde radica el centro cósmico de los conocimientos
del mundo, de nombre Shambala, están ocultos los mayores tesoros de los
inicios de nuestra civilización y entre ellos se encuentran las hierbas
medicinales más raras, capaces de salvar al hombre de cualquier
enfermedad.
Pero como dicen los versos que escribiera el presidente chino durante su
reciente visita a La Habana e inspirados en Cuba, en el Tíbet, este pequeño
país sometido, también "las nubes se ven enrojecidas de dolor",
también allí "el viento gime y se yergue airoso, con el
orgullo y la firmeza de la montaña" un pueblo que aún lucha
por su libertad.
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