Publicado el 25 de junio de 2001 en el
El Nuevo Herald
La muerte de Castro pondría a EU en un dilema
Juan O. Tamayo. The Miami Herald
Las tropas y los Guardacostas de Estados Unidos serán puestos en
estado de alerta extrema cuando el gobernante Fidel Castro muera, pero
Washington se encontrará ante un significativo dilema sobre cómo
tratar a sus sucesores, dicen analistas sobre Cuba.
"Cualquier administración norteamericana tratará de
interpretar las señales, analizando cada palabra pronunciada [por los
sucesores de Castro] y buscando oportunidades'', dijo Brian Latell, un analista
de la CIA retirado que pasó 25 años estudiando a Cuba.
El desplome de Castro sobre un podio el sábado cerca de La Habana
mientras pronunciaba un discurso bajo un sol abrasador, ha despertado docenas de
interrogantes sobre la sucesión del totalitario dictador, en el poder
desde que Dwight D. Eisenhower estuvo en la Casa Blanca.
¿Se levantarán los opositores de Castro dentro de la isla cuando
se conozca la noticia de su muerte? ¿Se desplomará rápidamente
su sistema comunista? Si así no fuere, ¿quién lo seguirá?
¿Serán capaces sus sucesores de controlar las riendas del poder tan
firmemente como él lo hizo? ¿Y cómo reaccionará
Washington?
La mayoría de los expertos en asuntos cubanos están de acuerdo
en que las oportunidades de una explosión de protestas anti-Castro
inmediatamente después de su muerte son mínimas. Es muy probable
que el gobierno anuncie su muerte sólo después de haber controlado
las calles con tropas y policía, dicen ellos.
"Si algo sucede, es que la gente se encerrará en sus casas por
temor a lo incierto y lo oscuro'', dijo un analista europeo que ha estudiado y
ocasionalmente vivido en Cuba desde principios de la década del 90.
Según las leyes cubanas, a Castro le sucederá su hermano Raúl,
cuatro años más joven que Fidel, de 74 años, y actualmente
comandante de las Fuerzas Armadas y segundo al mando del gobierno y el Partido
Comunista de Cuba.
Según la Ley Helms-Burton, las relaciones diplomáticas y
comerciales plenas con Cuba no pueden tener lugar hasta que la isla adopte la
democracia completamente y libere a los prisioneros políticos -y tanto
Fidel como Raúl desaparezcan de la escena.
"La Helms-Burton encierra a Washington en un enfoque de 'todo o nada'
que tal vez impediría el tipo de flexibilidad necesaria si Raúl
sucede a Fidel'', dijo el analista europeo, que pidió el anonimato porque
todavía visita Cuba con frecuencia.
El gobierno del sur de la Florida y los líderes de la comunidad
cubana exiliada tienen planes desde hace mucho tiempo para el día en que
muera el hombre cuyo gobierno totalitario ha controlado Cuba durante 42 años
-desde desfiles de celebración hasta medidas para controlar a la
muchedumbre.
Pero la preocupación más inmediata en Washington pudiera ser
una crisis inmigratoria -una oleada masiva similar a la estampida del Mariel en
1980, o la crisis de los balseros en 1994. "Usted puede tener la seguridad
de que los Guardacostas y los militares en la base naval de Guantánamo
estarán en estado de alerta extrema a la primera señal de
inestabilidad'', dijo un militar estadounidense retirado, antaño enterado
de los planes de emergencia establecidos por el Comando Sur con base en Miami.
Pero a mediano plazo, el período al que los analistas estadounidenses
de asuntos cubanos se refieren con frecuencia como "después del
funeral'', el gobierno norteamericano le estará prestando más
atención que nunca a los discursos de cualquier camarilla de gobierno que
suceda a Fidel Castro.
"Después la cuestión será cuánta
flexibilidad [mostraría Washington] habría si Raúl Castro y
los que le rodean indicaran cualquier apertura significativa con respecto a la
democracia y la oposición política'', dijo Latell.
"Por supuesto, habrá un diálogo a cierto nivel, a través
de las Secciones de Intereses que Cuba y Estados Unidos mantienen en las
respectivas capitales a falta de relaciones diplomáticas plenas'', añadió
Latell.
Pero el resultado de cualquier diálogo exploratorio dependería
en gran medida de las políticas adoptadas por los sucesores de Castro
-probablemente algo parecido al sistema de "liderazgo colectivo'' adoptado
por la antigua Unión Soviética después de la muerte de
Stalin y en China tras el deceso de Mao.
"Las probabilidades favorecen una sucesión dinástica y un
régimen pretoriano dominado por su hermano, sus generales y unos cuantos
civiles que gocen de la confianza de los generales'', dijo Latell, que ahora es
profesor en la Universidad de Georgetown.
Bajo tal arreglo, Raúl Castro sería "el primero entre sus
iguales'', representando no solamente a los militares políticamente
poderosos de Cuba, sino las raíces revolucionarias del gobierno que datan
de comienzos de la década de los 50.
Raúl está considerado como un comunista más ortodoxo
que Fidel, y por consiguiente más propenso a permitir reformas políticas
y económicas si-
milares a las que el ex líder de la Unión Soviética,
Mijail Gorbachev, lanzó en los 80.
Otros en el "liderazgo colectivo'' probablemente serían civiles
que representan sectores clave en la estructura de poder de Cuba:
. Alarcón, de 64 años, considerado como un relativo moderado
en políticas económicas, que le aportaría a la camarilla
gobernante su control de las legislaturas nacional y provincial de Cuba y su
experiencia durante décadas como administrador de las siempre tensas pero
importantes relaciones de Cuba con Washington.
. El vicepresidente Carlos Lage, de 49 años, director administrativo
de una economía centralmente controlada todavía inmersa en una
lucha diaria para recuperarse del desastroso colapso de los subsidios soviéticos
a la isla a comienzos de los 90.
. Y tal vez el ministro de Relaciones Exteriores, Felipe Pérez Roque,
de 36 años, un furibundo comunista y favorito de Fidel, que representaría
a los cubanos que crecieron después de la revolución de Castro -en
efecto, el futuro de la isla.
El "liderazgo colectivo'', sin duda alguna, trataría de mantener
los principios de la revolución socialista, sus logros en la salud y la
educación y su línea antinorteamericana tanto tiempo como fuere
posible, dicen los analistas.
Pero carecerán de la habilidad de Fidel Castro históricamente
probada para tomar decisiones difíciles -e imponerlas por la fuerza de su
voluntad- en un país asediado por una tambaleante economía y una
enorme deuda extranjera, manifiestan los analistas.
"Ahí es cuando comenzará realmente el proceso de transición,
un par de meses después de terminado el funeral, cuando tengan que tomar
decisiones difíciles sobre el futuro del país'', manifestó
Latell.
Otros dos posibles escenarios preocupan también a los analistas
estadounidenses:
. Raúl Castro pudiera morir antes que su hermano, poniendo en duda
los procedimientos de sucesión establecidos. El tiene fama de ser gran
bebedor, pero no ha mostrado ninguna de las señales de envejecimiento que
su hermano ha manifestado recientemente.
. Fidel Castro cae en coma o sufre cualquier otro tipo de condición
incapacitante que le deje con vida y en el poder, pero físicamente
incapaz de gobernar con pleno uso de sus capacidades.
Recientemente se reportó que Lage había comentado en una
conversación privada que Cuba "le temía menos al general
Colin Powell que al general Alzheimer'', refiriéndose al secretario de
Estado de Estados Unidos y antiguo jefe del Estado Mayor, y a la debilitante
enfermedad que afecta a muchos ancianos.
Independientemente de cómo fuere la inmediata transición a una
era post Castro, es probable que sus sucesores comiencen a luchar entre sí
por los escasos recursos de Cuba, dicen los analistas.
Florece la venta de cuadros falsos
Alumnos de las escuelas de arte falsifican la obra de los maestros
Carta De Cuba. La Habana
La venta de cuadros falsificados abunda en las calles de La Habana.
"Me vendieron un Lam en tres mil dólares, estaba contentísima,
!pero era falso!'', señalaba triste y acongojada la turista española
María del Pilar Menocal. La maestra barcelonesa recibió la oferta
en la calle Prado, cerca del Parque Central.
"Se me acercó un chico, muy decente y me dijo: 'Quiere comprar
un Lam auténtico'. Le dije que sí y me llevó a una casa del
Vedado y me mostró obras de Lam, de Amelia Peláez, de Mariano Rodríguez.
Me gustó uno de Lam, uno que tiene una jungla. Pero me estafaron, el
cuadro no vale ni diez pesetas''.
Según Alvaro Jiménez, profesor de artes plásticas del
Instituto Superior de Arte, muchos alumnos se dedican a reproducir las obras de
los maestros.
"Es lógico que falsifiquen a un Lam, a una Amelia Peláez
o a Masantín el torero. Van a buscar los dólares. El propio
gobierno tiene talleres, que están cerca de la Catedral, donde tienen a
un grupo de pintores haciendo reproducciones. ¿Y eso para qué?, para
vendérselos a los turistas. Es un negocio muy lucrativo, pues la pintura
está de moda en el mundo''.
Castro en la TV, impreciso y bromista
Joaquim Utset. El Nuevo Herald
En un intento por contrarrestar las especulaciones causadas por su
desvanecimiento, el gobernante Fidel Castro compareció anoche en la
televisión cubana para narrar con frases mal hilvanadas y toques de humor
negro el incidente que protagonizó en su comparecencia en El Cotorro.
"Subestimé el calor'', dijo Castro. "Quizá lo más
sabio era, viendo aquellas circunstancias, haber terminado'', agregó.
Castro se presentó alrededor de las 7 p.m. en el programa "Mesa
Redonda'' de la televisión con un rostro visiblemente retocado y que
contrastaba con el visto esa misma mañana.
El gobernante cubano disertó sobre su desvanecimiento, el caso de los
espías condenados en Miami, su mortalidad y hasta los equipos que tiene
la Sección de Intereses de Estados Unidos en La Habana para escuchar sus
conversaciones, en una intervención de casi dos horas y cuarenta y cinco
minutos que debió ser interrumpida abruptamente por el moderador Randy
Alonso para dar paso al noticiero de la noche.
Ante la audiencia en el estudio, que incluía a su hermano Raúl,
quien esta vez obvió la regla de seguridad que le obliga a no compartir
un mismo edificio con su hermano, Castro narró en sus propias palabras
los hechos que causaron ayer alarma entre sus allegados.
"Yo vi la parte que me... que hablé y hasta el momento en que el
calor, ahí, esto... me tomé un poco de agua sin darme cuenta.
Pregunté, estuve quizá 20 segundos, 30, sin darme cuenta. Hasta
que me veo cargado. Tenía cierta preocupación'', dijo Castro
textualmente.
"Incluso había tenido cierta preocupación, había
tanto calor, estaba tan empapado, que tuve un poquito de preocupación...
sí, eso, pero tenía más preocupación por la gente'',
dijo sin precisar cuál era su inquietud, para a continuación
cambiar la línea del discurso.
"Algunos temas estaban escritos, otros tenía la idea de lo que
iba a decir. De repente me vi cargado'', agregó.
Enfundado en su tradicional uniforme verde olivo, el comandante en jefe
explicó que después de sacarlo de la tribuna en brazos, su equipo
de seguridad lo introdujo en un "carro, una ambulancia'' que siempre lo
acompaña.
Allí le colocan "una mascarilla'', y luego dijo creer que se
encendió el motor y la ambulancia se desplazó. Pero el mismo
Castro aclaró que, en realidad, no se movió del lugar.
Posteriormente, ante su insistencia --relató--, sus asistentes le
permitieron volver a la tribuna levantada en el municipio habanero de El
Cotorro, y prometió retomar el discurso en una comparecencia televisiva.
Luego dijo que 545 personas --y minutos después cambió la cifra a
665--, debieron ser atendidas en el acto a consecuencia del calor reinante.
El gobernante cubano también aprovechó el momento para bromear
sobre su propia muerte, tema tabú en Cuba, al asegurar que todo había
sido un "ensayo''.
"Cualquiera diría que me hice el muerto para ver qué
entierro me hacían'', dijo Castro, quien durante la primera hora de su
reaparición incumplió la promesa de retomar el discurso de El
Cotorro, que versaba sobre la condena a cinco espías de La Habana
recientemente fallada en Miami.
Castro agradeció al líder palestino Yasser Arafat y al
presidente venezolano Hugo Chávez, quienes enviaron mensajes al
gobernante cubano, que se hubieran interesado por su salud y aseguró que
se iba a cuidar. Pero, por si acaso, recordó que algún día
fallecerá.
Se desvanece en la tribuna
Vivian Sequera / Associated Press. La Habana
El gobernante cubano Fidel Castro, quien sufrió al mediodía de
ayer un desmayo mientras hablaba en una concentración política,
bromeó en la noche sobre lo ocurrido, asegurando que fue un ensayo de "hacerse
el muerto'' para ver que entierro recibiría.
Castro, de 74 años, fue retirado por sus agentes de seguridad del
podio donde llevaba unas dos horas hablando. Los agentes, con uniforme y armas
al cinto, lo cubrieron enseguida con escudos desplegables negros que usualmente
portan en forma de maletines.
"El comandante en jefe no pudo terminar'' su discurso, dijo un breve
comunicado leído por una locutora al comienzo del noticiero del mediodía
en la televisora oficial.
"El calor y el sol excesivo le produjo una fatiga'', agregó la
nota oficial afirmando que Castro regresó al podio minutos después,
y que en la tarde, a partir de las 4:00 p.m., continuaría con su
discurso.
Fotógrafos de la AP en la manifestación indicaron que Castro,
que cumplirá 75 años el 13 de agosto, reclinó su cabeza
contra los micrófonos mientras hablaba y se inclinó pálido,
antes de que los agentes de su seguridad le sostuvieran por los brazos,
impidiendo su caída al piso.
La escena fue transmitida en directo por la televisión nacional. La
seguridad oficial solicitó a los fotógrafos en la manifestación
dejar de hacer fotos.
Las personalidades del gobierno y el Partido Comunista de Cuba que
presenciaban el discurso desde la primera fila corrieron hacia el podio, del
mismo modo que lo hicieron los agentes de la seguridad personal del gobernante.
Rápido y pidiendo calma, fue el canciller Felipe Pérez Roque
quien saltó literalmente a la tribuna para calmar a la muchedumbre que,
sorprendida, estiraba sus cuellos para ver al dirigente cubano.
"Calma y valor, levantemos nuestra bandera'', dijo el canciller tomando
la palabra en el podio.
Pérez Roque dijo que Castro había tenido una intensa actividad
durante los últimos días y que en la ciudad hacía un
intenso calor.
"El compañero Fidel ha tenido obviamente, en medio del calor y
del sobrehumano esfuerzo hecho, por él... un momentáneo
descenso'', indicó Pérez Roque.
"Con calma y orden todos los compañeros nos vamos retirando'',
agregó Pérez Roque desde tribuna acompañado de inmediato
por todos los altos funcionarios que presenciaban la manifestación,
incluyendo los llamados comandantes de la revolución, Ramiro Valdés,
Juan Almeida y Guillermo García Frías.
Castro regresó al podio después de varios minutos, y dijo que
se sentía bien.
Ahora "duermo unas horas. Anoche no dormí nada buscando papeles.
Esto no se queda así... Nos vemos a la noche. Hasta luego y muchas
gracias'', declaró antes de cerrar el acto con la tradicional consigna
revolucionaria cubana de "¡Patria o muerte, venceremos!''.
"Estoy entero'', declaró antes de marcharse del lugar.
Entre algunos de los asistentes al acto hubo llanto, y gritos, pero la
multitud pareció calmarse al ver reaparecer al llamado "invicto
comandante en jefe'', y agitando banderines saludaron y gritaron "!Fidel!'',
"!Fidel!'', "!Fidel!''.
La televisora oficial cubana repitió a partir de las 4:00 pm todo el
acto de la manifestación y el discurso matutino de Castro, incluyendo
cuando se le nota tomar profundos respiros, y bajar la voz hasta que se inclina,
para ser auxiliado de inmediato por su seguridad.
Después de terminar la retransmisión del acto, la televisora
oficial cambió la señal a uno de sus estudios, donde Castro de pie
observaba en una pantalla el acto de la mañana, y luego tomó
asiento en una mesa acompañando por algunos periodistas.
Entre el público del estudio estaba Raúl Castro, hermano del
gobernante y ministro de Defensa, en alguna de las pocas ocasiones que se les
puede ver públicamente juntos.
Por lo ocurrido esta mañana "quiero pedir excusas...la culpa fue
mía'', dijo Castro al inicio del programa televisivo. "Yo dije en
broma que fue un ensayo, cualquiera diría que me hice el muerto para ver
que entierro me hacían'', bromeó el dirigente en medio de risas
del reducido público en el estudio.
Castro pudo haber sufrido una isquemia
El incidente saca a flote las versiones sobre sus problemas de salud
Pablo Alfonso. El Nuevo Herald
El verdadero estado de salud de Fidel Castro volvió a acaparar la
atención ayer, cuando el gobernante cubano, de 74 años de edad,
sufrió un alarmante desmayo ante las cámaras de la televisión
nacional, que transmitían en vivo uno de sus maratónicos
discursos, desde el municipio habanero del Cotorro.
La voz de Castro empezó a hacerse más lenta y pesada a medida
que, sufriendo una visible debilidad, se vio obligado a apoyarse en el podio.
Mientras se tambaleaba ligeramente hacia adelante, sus colaboradores más
cercanos y los guardaespaldas se precipitaron hacia él, rodeándole
y sacándole del escenario.
El incidente sacó a flote las versiones sobre la salud de Castro
quien, según una fuente anónima del propio gobierno cubano, ya había
sufrido una isquemia cerebral a mediados de 1997. "Ese primer episodio se
produjo durante una reunión del Consejo de Estado, en el verano de ese año'',
indicó la fuente a El Nuevo Herald. "Se quedó en blanco y
hubo que sacarlo del lugar''.
El incidente de ayer, ocurrido ante las cámaras de la televisión
nacional, que transmitían en vivo el acto celebrado en el Cotorro, es la
muestra más evidente del precario estado de salud de Castro.
"Puede tratarse de un episodio transitorio, falta de oxígeno en
el cerebro, o consecuencia de otros episodios isquémicos anteriores'',
dijo el doctor Ricardo Placencia, especialista en neurología.
Placencia indicó que este tipo de episodio puede producirse también
como consecuencia de una arritmia cardíaca.
"Es una situación temporal, en tanto se restablecen los latidos
de su corazón, pero es muy difícil elaborar un diagnóstico
sin tener mayor información'', afirmó.
Por su parte, el doctor Wilfredo Ventura precisó que "la falta
de circulación sanguínea arterial en el cerebro'', característica
de este tipo de reacciones, puede producir lesiones graves si se prolonga por
varios minutos.
"Por lo general estos episodios transcurren en sólo 15 ó
20 segundos, y la persona se queda en blanco, pierde el conocimiento. Si se
prolonga más de tres minutos, la falta de oxígeno en el cerebro
puede ser fatal'', añadió.
El Dr. Alejandro Forteza, director de la división de isquemias
cerebrales en el hospital Jackson Memorial declaró a The Miami Herald que
"un desmayo en una persona anciana tiene generalmente consecuencias más
serias que para un individuo joven.''
Las personas mayores pueden ser particularmente vulnerables al calor
excesivo, opinan los médicos. "Usualmente ellos tienden a no poder
balancear el calor'', dijo a The Miami Herald el Dr. Sat Punyani, director médico
del departamento de Emergencias del Hospital Pembroke en Hollywood. "Lo
primero que sucede es un agotamiento producido por el calor, cuando el cuerpo no
puede sudar lo suficiente para enfriarse'', agregó.
Síntomas como el hablar balbuceante, la debilidad o una confusión
extrema pudieran indicar que Castro sufrió una mini isquemia cerebral,
conocida por los médicos como un ataque isquémico transitorio,
dijo el Dr. Puyani.
Castro fue retirado del podio, en brazos de sus agentes y en medio de un
vasto dispositivo de seguridad, y entre 10 y 15 minutos después regresó
para decir que se sentía bien.
"Estoy entero'', declaró antes de marcharse del lugar.
El estado de salud de Castro, mantenido como un secreto de estado por las
autoridades, ha sido fuente de rumores y especulaciones sobre qué ocurriría
en un futuro sin el gobernante.
El desmayo de Castro revela su precaria salud
El hecho confirmó las discretas advertencias de diplomáticos
occidentales
Pablo Alfonso. El Nuevo Herald
Las discretas advertencias de diplomáticos occidentales acreditados
en La Habana se hicieron realidad ayer, cuando el gobernante cubano Fidel Castro
sufrió un alarmante desmayo ante las cámaras de la televisión
nacional.
"Es justamente lo que se estaba previendo, no es una sorpresa,
solamente era cuestión de esperar cómo y cuándo'', declaró
un diplomático occidental a El Nuevo Herald.
El diplomático, que pidió permanecer en el anonimato, explicó
que desde hace varias semanas los medios diplomáticos en la capital
cubana se habían visto "inundados de rumores, algunos serios y otros
más especulativos'', sobre el precario estado de salud de Castro.
"Existe una seria preocupación sobre el futuro, porque da la
impresión de que en los círculos del poder no hay un conciencia
real de cómo proceder ante la muerte de Castro'', añadió la
fuente. "Aunque se quiera aparentar lo contrario, lo cierto es que hay una
gran incertidumbre''. El incidente de ayer es el último de una serie que
comenzó el pasado mes de abril, cuando el gobernante cubano perdió
el hilo de su conversación mientras pronunciaba un discurso conmemorativo
de la invasión de Playa Girón.
En esa oportunidad, Castro comenzó a buscar entre sus papeles algunas
hojas del discurso, que aparentemente se le habían extraviado, mientras
mantenía un soliloquio que era recogido por la radio y la televisión
nacionales que transmitían el acto en directo. Hace apenas una semana,
Castro protagonizó un incidente similar cuando "se quedó en
blanco, sin articular palabras'' ante las cámaras de la televisión
nacional, durante la inauguración de un centro escolar en el municipio
pinareño de Las Palmas.
Al igual que le ocurrió en abril, Castro volvió a extraviar
aparentemente las páginas del discurso, pero en esta ocasión fue más
evidente que el gobernante cubano estaba en realidad tratando de retomar el hilo
de su discurso, ya que había perdido completamente su concentración,
mientras las cámaras de la televisión se desplazaban por el público
asistente evitando mostrar la desorientada imagen de Castro.
La confusión reinó entre los presentes en el acto
Associated Press. La Habana
La confusión y el nerviosismo inundaron por algunos minutos la plaza
donde ayer por la mañana Fidel Castro sufrió un leve desmayo
frente a una multitud, ante la que reapareció poco después.
El acto era transmitido en directo por la televisora oficial desde las 8
a.m. Tras varias intervenciones de oradores y algunas interpretaciones
musicales, Castro tomó la palabra cerca de las 9:20 a.m.
El dirigente cubano, enfundado en su tradicional traje verde olivo y sin
gorra, llevaba poco más de dos horas hablando bajo un intenso sol, y al
que él mismo hizo referencia durante su discurso, pidiendo a los
asistentes un poco más de tiempo para explicar varios puntos políticos.
Súbitamente en la pantalla, se pudo ver a Castro inclinarse levemente
sobre los micrófonos. Fue todo lo que se vio en la pantalla.
La televisión, que dejó por varios segundos de transmitir las
imágenes de la tarima principal para mostrar el confuso movimiento de las
primeras filas de la manifestación, siguió mostrando a la
multitud.
En medio de la perplejidad revelada en los rostros de los asistentes, tapándose
la boca con las manos y algunos gritando o llorando, la televisión volvió
a mostrar el podio donde el canciller, Felipe Pérez Roque, pedía
calma al público.
Agitado y serio, el canciller instó a la multitud a salir
ordenadamente de la explanada. Pérez Roque afirmó entonces que
todo estaba bien y que allí se encontraban los dirigentes del Partido
Comunista, de las fuerzas militares y de otros organismos. No se conoce públicamente
de un hecho similar en los 43 años que lleva Castro en el poder.
Dudan de la estabilidad del régimen cubano
Pablo Alfonso. El Nuevo Herald
Para los miles de televidentes cubanos que vieron atónitos cómo
el gobernante cubano Fidel Castro se desmayaba ayer frente a las pantallas de
sus televisores, el incidente deja abierta serias interrogantes sobre la
estabilidad del régimen cuando desaparezca de la escena política
su único y máximo líder.
"Fue una conmoción inmensa. Nunca imaginé algo así'',
afirmó Dionisio García, un disidente cubano, residente en Santiago
de Cuba, que pudo ser contactado por teléfono por El Nuevo Herald en la
tarde de ayer. García, sin embargo, no pudo interpretar, en toda su
magnitud, las imágenes de desconcierto que se produjeron en la tribuna
del acto que se celebraba en el municipio habanero del Cotorro, cuando Castro se
desplomó sobre los micrófonos.
Una copia del vídeo obtenido por El Nuevo Herald, del cual sólo
algunos fragmentos salieron al aire, muestra cómo el secretario personal
de Castro, Carlos Valenciaga, discutía con el canciller Felipe Pérez
Roque, cuando éste se avalanzó sobre el podio pidiendo calma a los
asistentes al acto.
"Calma, les pido calma'', dijo enérgicamente Pérez Roque,
mientras Castro, que vestía su tradicional uniforme verde olivo a pesar
del sofocante calor del verano caribeño, era llevado fuera del escenario
en medio de decenas de ayudantes.
"El compañero Fidel ha tenido obviamente, en medio del calor, y
del sobrehumano esfuerzo hecho por él en estos días, un momentáneo
descenso'', proclamó el canciller, que apareció en mangas de
camisa ante las cámaras, tratando de tranquilizar a la multitud que
aparentemente quería llegar hasta la tribuna.
El vídeo mostró a un indeciso Carlos Lage, vicepresidente del
Consejo de Estado, que trataba de avanzar hasta el podio y regresó de
inmediato a su posición, cuando Pérez Roque tomó la
palabra, para pedir a los asistentes que se retiraran ordenadamente del lugar.
En medio de la confusión causada por el desmayo de Castro, se pudo
apreciar cómo el jefe de la escolta personal de Castro, el general de
brigada Humberto Omar Francis Pardo, desplegó un escudo protector de
color negro sobre Castro, bloqueando las cámaras de televisión,
asistido de otros guardaespaldas.
Castro fue sacado del lugar en medio de estos escudos protectores, mientras
Pérez Roque, trataba de explicar que el gobernante había sufrido
un ligero desmayo, provocado según dijo, por "un sobrehumano
esfuerzo'', que Castro había realizado en las últimas horas.
Los comandantes de la revolución Juan Almeida y Ramiro Valdés
flanquearon a Pérez Roque, mientras el joven canciller trataba de
explicar lo sucedido a los manifestantes. Un miembro de la escolta personal de
Castro, vestido de civil, estaba junto a la tribuna, con su mano en la pistola,
frente a la multitud, mientras el gobernante era sacado en andas del escenario y
la transmisión del evento se interrumpía. En ese momento, las cámaras
sólo mostraron el intenso azul del cielo.
Durante los aproximadamente diez minutos que Castro estuvo fuera del
escenario cundió el nerviosismo entre la multitud y hubo incluso personas
que llegaron a llorar.
Castro reapareció varios minutos después, demacrado, pero
afirmando que se encontraba bien y prometiendo continuar su discurso más
adelante.
Al aparecer Castro, el locutor oficial Rafael Serrano manifestó "que
no se hagan ilusiones los miserables, el padre de nuestra independencia, la voz
más alta de Cuba nos volvió a llamar al combate. ¡Por él,
por la patria, viva Cuba libre, viva Fidel!''.
Al verlo reaparecer, un miembro de su seguridad comentó con aparente
alivio y admiración: "Es un caballo de verdad''.
La iniciativa privada choca con el control del Estado
Las autoridades tratan de que nadie acumule dinero
Tania Diaz Castro / Cubanet. La Habana
La gente es la misma en cualquier parte del Mundo. Sólo que la de
Cuba no goza de libertad.
Unas tienen imaginación, poder creativo, y otras no. Unas prosperan,
pese a la guadaña de las infinitas leyes coercitivas, y otras permanecen
pasivas como fósforos apagados a la espera de algo. Unas no tienen
capacidad ni para proponer la venta de un botón, mucho menos para
fabricarlo, mientras que otras se atreven a esto y mucho más.
Es entonces cuando el régimen socialista, comunista o fidelista -como
quieran llamarlo- no deja títere con cabeza, porque todos los botones,
fabricados o por fabricar, son del Estado.
Mi gente se compone de dos tipos distintos: las que tienen chispa y las que
carecen de ella. Unas se afanan por lograr sus objetivos y otras vegetan frente
a la pantalla del televisor. Por eso creo que en la vida, acá o allá,
la gente actúa como los deportistas en una carrera. Los que ganan, son
los primeros. El resto, no cuenta.
El caso del famoso artesano Pelegrín es el clásico ejemplo de
un ganador. Un tipo fuera de serie.
En el año 1980 llegó con los pantalones rotos a la Plaza de la
Catedral, en la Habana Vieja, y un maletín donde llevaba para vender
objetos de artesanía hechos por él. A los pocos días le
llovían los clientes. Tan buen artesano era que, en breve, fue contratado
por el Fondo de Bienes Culturales del Estado.
Transcurridos seis años, Pelegrín ya había reparado las
puertas y ventanas de su vivienda, poseía muchos muebles antiguos, un
auto y los efectos electrodomésticos más indispensables. Vivía,
me contaron, como un alto dirigente.
Pero un día Pelegrín cayó en desgracia.
En uno de sus discursos, Fidel Castro se refirió a la cuenta bancaria
del artista que era, exactamente, de cien mil un pesos. De inmediato un montón
de investigadores policiacos se pusieron en función de Pelegrín
para encausarlo por "enriquecimiento ilícito'', algo que estaba muy
lejos de la verdad.
En el juicio fueron involucradas decenas de personas que, de una manera u
otra, habían tenido algún vínculo con el afamado artista,
los que a lo largo de varios años le vendieron una batidora, un
exprimidor de naranjas, una máquina de afeitar eléctrica, un aire
acondicionado, un televisor a color, un auto.
El juicio se celebró en la Sala Séptima del Tribunal Municipal
de La Habana. El gobierno ya había decomisado la cuenta bancaria, ocupado
los efectos electrodomésticos, el auto y toda la producción
artesanal de la familia Pelegrín.
Allí, en el juicio, estaba yo, acusada por haberle vendido mi
televisor japonés de largo uso al escritor de novelas radiales Joaquín
Cuartas, quien dos años después lo vendió a Pelegrín.
Cuando me llamaron a declarar, después de ocho horas de espera, me
preguntaron por qué había vendido mi televisor y, sin pensarlo dos
veces, respondí: "Porque era mío''. .
Cuando le tocó el turno a Dionisio Jesús Valdés Rodríguez,
todos lo buscamos con la vista. Se trataba de Chucho Valdés, director del
grupo Irakere. Pero Chucho no estaba allí, a pesar de que lo acusaban de
venderle el auto Lada, ya viejo, a Pelegrín. Un auto que había
comprado años antes al Estado. Tanto a Chucho, a Cuartas como a mí,
nos pedían tres años de prisión.
Pero lo más insólito de esta historia es que Pelegrín,
acusado principal, al que le pedían quince años de condena, jamás
fue llamado a declarar en el juicio. Pelegrín estaba muy lejos de la
Sala. Días antes había salido en avión rumbo a Caracas,
Venezuela. Sólo así pudo librarse este afamado trabajador manual
de una cárcel segura. |