La ONU y
nuestro medio ambiente
Tania Díaz Castro
LA HABANA, junio - El director ejecutivo del Programa de Naciones Unidas
para el Medio Ambiente (PNUMA), señor Klaus Töpfer, visitó
Cuba en días pasados, pero no con el fin de comprobar in situ los graves
problemas ecológicos que durante décadas ha sufrido la isla debido
a la despreocupación del régimen castrista.
Klaus Töpfer permaneció en La Habana mucho menos de cuarenta y
ocho horas. Sin embargo, en tan breve tiempo este alto directivo de la ONU
recibió homenajes de organismos estatales, realizó un encuentro
con periodistas oficialistas, impartió conferencias de prensa en el
Capitolio (hoy Academia de Ciencias) y en el Centro de Prensa Internacional,
participó en un foro parlamentario, en el acto central por el Día
Mundial del Medio Ambiente, todo organizado por el gobierno, y además -¡esto
es lo increíble!- dice la prensa cubana que recorrió varias
provincias, donde fue informado de "los esfuerzos que se hacen para
proteger las costas y los ecosistemas de manglares e impulsar el desarrollo del
turismo con el mínimo impacto ambiental (...)".
No hay que romperse la cabeza: el señor Töpfer se trasladó
de un lugar a otro en vehículos mágicos y dejó de comer y
dormir para analizar, en tan corto tiempo, una problemática que a muchos
otros les ha costado largos años de estudio.
Tal parece que el experto Töpfer jamás le pasó la vista a
un libro de 300 páginas cuyo autor explica con lujo de detalles la
destrucción de la naturaleza cubana a lo largo de treinta y ocho años
que vivió en su país, el cubano Carlos Wotzkow, especialista en
aves de presa y residente en Suiza desde 1992. Dicho libro, titulado "Natumaleza
cubana", fue impreso en 1998 por Ediciones Universal de la Florida, Estados
Unidos, y para su realización este joven científico, a través
de un lenguaje claro y directo, se basó en la experiencia de 1,038 viajes
de investigación que llevó a cabo por todo el archipiélago
cubano.
Carlos Wotzkow se vio obligado a abandonar Cuba, como él mismo
confiesa, "por el acoso de las autoridades cubanas debido a sus artículos,
publicados en La Habana". Se trataba, no hay dudas, de denuncias
demoledoras de lo que ocurría en la isla, a pesar de que en 1983 los
funcionarios estatales se percataron por primera vez de la necesidad de
implantar una ley que protegiera nuestro medio ambiente. Pero ya habían
transcurrido 23 años de destrucción y descuido. Es por eso que la
rehabilitación se hace cada vez más difícil, casi
imposible, si tenemos en cuenta la pobreza generalizada del país,
principal enemigo de las relaciones entre los organismos y el medio en que se
vive. Además, son muchos los factores que están en contra: los
asentamientos poblacionales, el proceso inversionista de la industria turística
(ver los pedraplenes, que sí afectan el ecosistema marino), la
contaminación de ríos y mares, la salinidad de los suelos, la
deforestación...
Ante este panorama, el experto de la ONU, Klaus Töpfer, y en presencia
de altos dirigentes políticos, dijo sentirse satisfecho al haber
comprobado -en reuniones y conversaciones con dichos dirigentes- el gran celo
que existe en el país por preservar el entorno y la identidad nacional.
Mientras, la prensa oficialista destacaba a diario labores maratónicas
con el fin de reconciliar a Cuba con su naturaleza: miles de árboles para
sembrar, la eliminación de 180 fuentes principales de contaminación
en la capital... la lista de las tareas es sorprendente. Todo habrá de
hacerse en el menor tiempo posible, según órdenes superiores, en
un país cuyos habitantes están mal alimentados, sufren de falta de
agua, de higiene ambiental... Proyectos y más proyectos.
Pero, ¿quién no recuerda a aquél otro que consistía
en desecar la Ciénaga de Zapata, algo más de 4,500 kilómetros
cuadrados? Hubiéramos perdido para siempre el mejor conservado humedal
del caribe insular, más de 900 especies de vegetales autóctonos,
172 de aves, 31 de reptiles, 12 de mamíferos, un buen número de
peces, anfibios, insectos y hasta el manatí, actualmente en peligro de
extinción.
Nada, que si Colón o los chinos de la prehistoria visitaran Cuba de
nuevo, no pensarían que esta tierra es tan hermosa como la vieron por
primera vez.
Esta información ha sido transmitida por teléfono,
ya que el gobierno de Cuba no permite al ciudadano cubano acceso privado a
Internet. CubaNet no reclama exclusividad de sus colaboradores, y autoriza
la reproducción de este material, siempre que se le reconozca como
fuente.
|