Injusticias
de la justicia
Fara Armenteros, UPECI
LA HABANA, junio - El gran número de jóvenes negros internados
en cárceles cubanas es uno de los indicadores de que la integración
racial ha fracasado. Las autoridades no han podido poner fin a este flagelo
heredado de la esclavitud africana en la isla y que cada día llama la
atención de sectores más amplios en la sociedad que expresan su
preocupación al respecto.
Es evidente que en determinadas disciplinas como el deporte, la música,
la danza folclórica, la enfermería, la policía -que oferta
altos salarios- la participación de negros es significativa.
En trabajos investigativos realizados por el Movimiento de Integración
Racial (MIR), que dirige José Vélez, se puede apreciar que los
negros y mestizos afrontan muchas dificultades para obtener empleos considerados
buenos, aunque posean el nivel educacional requerido.
Es excepcional, por ejemplo, encontrar a una joven negra que sea dependiente
de las tiendas dolarizadas. "A duras penas se ve en ese tipo de comercio a
una mulatica bonita. Y si hubiera una excepción, es suficiente para
justificar la regla", señaló Vélez.
La Mesa de Reflexión de la Oposición Moderada (MROM) organizó
recientemente un debate sobre la integración racial en Cuba, donde se
analizaron varias ponencias, que por su interés, fueron sometidas a
debate en otras regiones del país.
En más de una ocasión, la falta de sensibilidad humana ante
este fenómeno alcanza niveles de crueldad. El siguiente ejemplo es
ilustrativo:
Mario Alberto Pérez Aguilera es un recluso común que estuvo en
huelga de hambre durante 46 días junto al preso político "Antúnez",
en la cárcel "Nieves Morejón", ubicada en la provincia
Sancti Spíritus. Recientemente, la hermana de ese preso, Inés Pérez
Aguilera, informó que Alberto inició otra huelga de hambre, porque
entiende que los carceleros obstruyen los trámites que pudieran librarlo
de una condena de 48 años de prisión, ¡por el presunto robo
de un cerdo!
Más significativo que la sanción desproporcionada, es que el día
del supuesto robo Alberto se encontraba en el campamento de reclusos La
Angelina, en el municipio Jatibonico, provincia Sancti Spíritus, y el
jefe del penal en ese momento, Julio González Guillén, da fe de
esto en carta dirigida a las autoridades que revisan la causa.
Por su parte, desde Pedro Betancourt, provincia de Matanzas, el disidente
Miguel Sigler informó que Juan Noriega Silva, de 30 años, negro,
fue acusado de robar ocho sacos de arroz de una bodega. Lo condenaron a 20 años
de encarcelamiento. Sin embargo, seis de los sacos aparecieron en el portal de
la bodega y los otros dos en una vivienda deshabitada.
Roberto Noriega, padre del reo, afirmó que la abogada de su hijo le
explicó que en el juicio no quedó demostrado que Juan fuera
culpable del robo.
De acuerdo al criterio de especialistas en Derecho Penal, sanciones tan
severas sólo se aplican a reincidentes. Los especialistas, que no
quisieron ser identificados, rehusaron explicar por qué hay tantos
reincidentes.
Y aunque en todas partes del mundo y en todas las épocas han existido
personas que se apropian de lo ajeno, ya es hora de responder por qué
tantos jóvenes cubanos, principalmente negros que nacieron en la era
socialista, están encarcelados por cometer delitos de robo con fuerza de
manera reiterada.
Hubo una etapa en Cuba, y los que la vivieron pueden dar fe, que la leche se
despachaba a domicilio y el litro -o los litros- de leche se dejaban en la
puerta de los clientes en horas de la madrugada, y nadie se los robaba.
Ahora a nadie se le ocurriría dejar, no digo un litro de leche, ni
siquiera un periódico en la puerta de su casa.
Esta información ha sido transmitida por teléfono,
ya que el gobierno de Cuba no permite al ciudadano cubano acceso privado a
Internet. CubaNet no reclama exclusividad de sus colaboradores, y autoriza
la reproducción de este material, siempre que se le reconozca como
fuente.
|