Roberto A. Weill. Publicado el lunes, 18 de junio de 2001
en El Nuevo Herald
El pasado 20 de mayo fui honrado con la invitación a clausurar el
evento conmemorativo de esta excelsa efeméride nacional promovido por las
Fundaciones Andrés Sajarov y Elena Mederos. La temática a tratar
fue La sociedad civil cubana. Arma estratégica para la libertad de Cuba.
A manera de introducción recordé cómo la historia se ha
escrito sustentada en dos grandes capítulos, la libertad y el poder. En
el caso de Cuba, el "poder'' representado por la militarización
genocida de Fidel Castro y la "libertad'' en manos de la des-armada
sociedad civil del "país cubano del exilio''. Cuba es hoy una nación
con dos países. En verdad esta división funcional de una nación
con dos países, el del poder coercitivo unicentral y el de la libertad en
manos de la sociedad civil, no es privativo de nosotros los cubanos. Tan sólo
en la era posterior a la II Guerra Mundial tanto continentes como naciones
quedaron escindidos por estos conceptos funcionales. Europa se dividió en
la oriental, la del poder totalitario comunista, y en la occidental, la de la
sociedad civil en libertad. Una pobre y otra rica. Una militarizada y la otra
civilizada. Corea, China, Vietnam son ejemplos de naciones divididas, las
militarizadas y pobres versus las civilizadas y ricas de la sociedad civil.
La gran revolución de la humanidad es la revolución de la
sociedad civil. Su instrumento fundamental no ha sido otro que el efecto
civilizador del comercio. En su más acelerada evolución de los últimos
dos siglos este desarrollo de la civilización occidental ha pasado por
dos grandes períodos. La primera revolución industrial en
Inglaterra (siglo XIX) y la segunda gran revolución industrial de EU
(siglo XX). En forma silenciosa pero arrolladora se desarrolla ahora la tercera
revolución industrial, la de la sociedad civil de la economía
informal de las naciones en desarrollo. Como Hernando de Soto apunta en su último
libro, The Mystery of Capital, los "ilegales'' de la economía
informal de países en desarrollo son hoy más potentes que los
gobiernos creando un movimiento de sociedad civil similar al de EU en sus
albores como nación. Todas estas revoluciones instrumentadas por el
efecto civilizador del comercio (capitalista) y los derechos de propiedad.
Recordemos cómo desde su inicio el primer objetivo del gobierno de EU ha
sido "la protección de las diferentes facultades para adquirir
propiedad'' (Federalist 10). Los padres de esta nación crearon una república
comercial de sociedad civil.
Es este arrollador proceso de globalización de la sociedad civil el más
dantesco de los temores de los dictadores. En el caso de Cuba el genocida de
Castro estratégicamente atacó desde su inicio y desmanteló
las estructuras de la sociedad civil cubana. Al finalizar la "guerra
caliente'' de la Sierra Maestra el genocida no perdió tiempo en
declararle otra "guerra civil (fría)'' al pueblo cubano, sustentado
en una importante y emergente infraestructura de sociedad civil. Ha sido este
desmantelamiento de la sociedad civil en Cuba y sus pilares comerciales y
legales (derecho civil y de propiedad), el mayor éxito logrado por el
genocida en favor de sus objetivos para el robo y bestialización del país.
La Cuba precastro era un país de sociedad civil potencialmente
importante. A diferencia de la mayoría de las naciones de poder
socialista unicentral, basadas en gobiernos ricos y pueblos pobres
(dependenciales), en Cuba el pueblo era rico y el gobierno pobre. Era ésta
una república comercial emergente de sociedad civil de "la gente
buena y del comercio'' nacida de los colonizadores e inmigrantes europeos y de
nuestra interacción con la primera gran república comercial de la
humanidad, EU. Cuba era una nación empresarial de comerciantes
(capitalistas) genéticos sustentados en la libertad.
No obstante los esfuerzos del genocida por destruir a su más acérrimo
enemigo, la sociedad civil cubana, esta última, cual ave fénix, ha
resurgido con furia telúrica en las manos del país cubano del
exilio quien ha reconstruido en base per capita posiblemente la sociedad civil más
potente económica, política y socialmente de América
Latina. Una nueva sociedad civil atomizada, capaz de generar riqueza como jamás
en su historia. Una sociedad civil moderna que será la base de una nueva
república democrática basada en el efectivo respeto de la persona
humana. Un nuevo orden político-económico-moral refinado por la
civilización americana de Alexis de Tocqueville. El viejo lema de "sin
azúcar no hay país'' no es hoy más que una jocosidad sin
credibilidad para estos civilizados e internacionalizados fenicios del Caribe.
La ciudad más importante de Cuba, Miami, es hoy la capital de las Américas.
Es Miami y no La Habana adonde los latinoamericanos visitan e invierten,
convirtiendo a esta etnia cubana libre en el gran imán latinoamericano
del continente. Posiblemente la más preciosa página de la historia
de la libertad contemporánea.
Como inesperado colofón histórico es hoy la sociedad civil
cubana, sin un rifle, quien a través de su importante poder político
y tentáculos internacionales, unido al sacrificio de la disidencia
interna, "encarcela'' a Castro y sus genocidas en los confines de la isla.
Esto se debe a su temor a viajar a países civilizados del Occidente
debido a la justicia internacional vía acciones de extraterritorialidad
legal por violaciones de derechos humanos condenados repetidamente en Ginebra,
promovidos y denunciados sin tregua por esta potente sociedad civil
internacionalizada. El presente y el futuro de Cuba están garantizados.
De nuevo la libertad se alza sobre el poder.
Fundador y presidente de la Universidad Latinoamericana de la Libertad
Friedrich Hayek.
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