CUBANET .INDEPENDIENTE

18 de junio, 2001


El hombre de los cien mil un pesos

Tania Díaz Castro

LA HABANA, junio - La gente es la misma en cualquier parte del Mundo. Sólo que la de Cuba no goza de libertad. Unas tienen imaginación, poder creativo, y otras no. Unas prosperan, pese a la guadaña de las infinitas leyes coercitivas, y otras permanecen pasivas como fósforos apagados a la espera de algo. Unas no tienen capacidad ni para proponer la venta de un botón, mucho menos para fabricarlo, mientras que otras se atreven a esto y mucho más. Es entonces cuando el régimen socialista, comunista o fidelista -como quieran llamarlo- no deja títere con cabeza, porque todos los botones, fabricados o por fabricar, son del Estado.

Mi gente se compone de dos tipos distintos: las que tienen chispa y las que carecen de ella. Unas se afanan por lograr sus objetivos y otras vegetan frente a la pantalla del televisor. Por eso creo que en la vida, acá o allá, la gente actúa como los deportistas en una carrera de 500 metros. Las que ganan, son las primeras. El resto, no cuenta para la historia.

El caso del famoso artesano Pelegrín es el clásico ejemplo de un ganador. Un tipo fuera de serie. En el año 1980 llegó con los pantalones rotos a la Plaza de la Catedral, en la Habana Vieja, y un maletín donde llevaba para vender objetos de artesanía hechos por él. A los pocos días le llovía clientes. Tan buen artesano era que, en breve, fue contratado por el Fondo de Bienes Culturales del Estado.

Transcurridos seis años Pelegrín ya había reparado las puertas y ventanas de su vivienda, poseía muchos muebles antiguos, un auto y los efectos electrodomésticos más indispensables. Vivía, me contaron, como un alto dirigente político.

Pero un día Pelegrín cayó en desgracia. En uno de sus discursos Fidel Castro se refirió a la cuenta bancaria del artista que era, exactamente, de cien mil un pesos. De inmediato un montón de investigadores policiacos se pusieron en función de Pelegrín para encausarlo por "enriquecimiento ilícito", algo que estaba muy lejos de la verdad.

En el juicio fueron involucradas decenas de personas que, de una manera u otra, habían tenido algún vínculo con el afamado artista, los que a lo largo de varios años le vendieron una batidora, un exprimidor de naranjas, una máquina de afeitar eléctrica, un aire acondicionado, un televisor a color, un auto.

El juicio se celebró en la Sala Séptima del Tribunal Municipal de La Habana. El gobierno ya había decomisado la cuenta bancaria, ocupado los efectos electrodomésticos, el auto y toda la producción artesanal de la familia Pelegrín. Allí, en el juicio, estaba yo, acusada por haberle vendido mi televisor japonés de largo uso al escritor de novelas radiales Joaquín Cuartas, quien dos años después decidió vendérselo a Pelegrín.

Cuando me llamaron a declarar, después de ocho horas de espera, me preguntaron por qué había vendido mi televisor y, sin pensarlo dos veces, respondí: "¡Porque era mío!" Me mandaron a sentar con miradas airadas, y a lo largo de las nueve horas que duró el juicio no volvieron a dirigirse a mí.

Cuando le tocó el turno a Dionisio Jesús Valdés Rodríguez, todos lo buscamos con la vista. Se trataba de Chucho Valdés, director del grupo "Irakere", un músico cubano conocido internacionalmente y que, desde siempre, ha honrado el quehacer cultural de la Isla. Pero Chucho no estaba allí, a pesar que lo acusaban de venderle el auto "Lada", ya viejo, a Pelegrín. Un auto que había comprado años antes al Estado. Tanto a Chucho, a Cuartas como a mí, nos pedían tres años de prisión.

Pero lo más insólito de esta historia es que Pelegrín, acusado principal, al que le pedían quince años de condena, jamás fue llamado a declarar en el juicio. Todos los miembros del tribunal sabían que en aquellos momentos Pelegrín estaba muy lejos de la Sala. Días antes había salido en avión rumbo a Caracas, Venezuela. Sólo así pudo librarse este afamado trabajador manual de una cárcel segura, mientras que muchos otros de sus colegas no tuvieron la misma suerte.

Me han dicho que Pelegrín aún reside en Venezuela, que continuó teniendo éxito con su trabajo. Seguramente vive como un alto dirigente político de ese país. ¡Nada menos que con Chávez en el poder!


Esta información ha sido transmitida por teléfono, ya que el gobierno de Cuba no permite al ciudadano cubano acceso privado a Internet.
CubaNet no reclama exclusividad de sus colaboradores, y autoriza la reproducción de este material, siempre que se le reconozca como fuente.


[ TITULARES ] [ CENTRO ]

Salud pública cubana: otro perfil - Una publicación de CubaNet
Salud pública cubana:
otro perfil


Adquiera el libro

In Association with Amazon.com

Busque:


BUSQUEDA

Busque en Noticias de junio

Búsqueda avanzada


SECCIONES

NOTICIAS
Prensa Independiente
Prensa Internacional
Prensa Gubernamental

OTROS IDIOMAS
Inglés
Aemán
Francés

SOCIEDAD CIVIL
Introducción
Cooperativas Agrícolas
Movimiento Sindical
Bibliotecas
MCL
Fraternidad de Ciegos
Seguidores de Cristo
Estudios Sociales
Ayuno

DEL LECTOR
Cartas
Debate
Opinión

BUSQUEDAS
Archivos
Búsquedas
Documentos
Enlaces

CULTURA
Artes Plásticas
Fotos de Cuba
Anillas de Tabaco

CUBANET
Semanario
Quiénes Somos
Informe 1998
Correo Electrónico


CubaNet News, Inc.
145 Madeira Ave, Suite 207
Coral Gables, FL 33134
(305) 774-1887