Futuro tétrico
Oscar Espinosa Chepe
LA HABANA, junio - Entre la larga lista de serios problemas que afronta la
sociedad cubana se encuentra la terrible situación por la que atraviesan
los pensionados.
La revista Bohemia, en su edición del primero de junio, en un amplio
artículo sobre este tema, reconoce que el monto de la jubilación
es de 104 pesos como promedio mensual, equivalente a 4.73 dólares
estadounidenses al cambio vigente. Cantidad que ni siquiera alcanza para
adquirir tres litros de aceite comestible, ofertado en las tiendas estatales a
razón de 40 pesos la unidad.
La búsqueda de soluciones a esta problemática resulta prácticamente
imposible en las actuales circunstancias de crisis económica prolongada y
de tendencias demográficas desfavorables, que auguran el empeoramiento.
En primer término, los desembolsos por concepto de Seguridad Social
indican un notable incremento respecto a los egresos totales del Presupuesto, de
acuerdo con los datos oficiales disponibles. En 1989, el peso específico
de estos gastos era de 7,8 por ciento, mientras que al final de los 90 superaban
el 13,0 por ciento, sin aumentos significativos en el monto de las pensiones.
El panorama se torna más complicado si se toma en consideración
que las contribuciones a la Seguridad Social son cada vez más
insuficientes para financiar sus egresos. Si en 1989 el déficit entre
estas dos partidas fue de 417,5 millones de pesos, a finales del decenio pasado
se aproximaba a los 700 millones.
Resulta fácil comprender que este déficit está siendo
enfrentado con otras fuentes del Presupuesto, restándose así
recursos financieros para el desarrollo económico, con implicaciones
nocivas para el crecimiento, el empleo, los salarios y la propia mejoría
futura de los fondos de pensiones.
Estas dificultades crecientes de la Seguridad Social, además de ser
generadas por la crisis económica, son consecuencias también de un
proceso acelerado de envejecimiento de la población cubana. En 1980, los
ciudadanos de 60 años o más alcanzaban el 10,6 por ciento,
actualmente son el 14,0 por ciento y hacia el año 2015 podría ser
del 18,0 por ciento, según estudios de prestigiosos centros de
investigación demográfica. Ello provocará un continuado
incremento del número de jubilados que hoy representan aproximadamente un
12,5 por ciento del total de la población, y en el año 2020
pudiera llegar al 20,0 por ciento.
Ese fenómeno demográfico, incubado por bajas tasas de
natalidad a partir de los años 70, hará que, a medida que
transcurran los años, las demandas de recursos para atender a las
personas pensionadas crecerán en flecha. Proceso que estará acompañado
por la disminución relativa de la población económicamente
activa, o sea las personas aptas para el trabajo, sector diezmado además
por el flujo continuado de jóvenes que abandonan el país.
La solución viable para hacer frente a este complejo problema es el
avance económico y, en particular, de la productividad del trabajo. Tarea
imposible de resolver con el actual modelo económico, al constituir éste
el principal obstáculo para el progreso de la nación. Podrían
tomarse algunas medidas, como la elevación de la edad de retiro en
hombres y mujeres, pero serían simples paliativos únicamente
retardadores en alguna medida de la profundización de la crisis.
En conclusión, puede afirmarse que las dramáticas condiciones
de vida de la mayoría de los pensionados carecen de perspectivas de
mejoramiento. Por el contrario, todo conduce a pensar que a las generaciones que
efectuaron contribuciones y esfuerzos de toda una vida a la sociedad, les espera
un futuro aún más tétrico.
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