Carta de una
vaca cubana a una vaca británica
Lucas Garve, CPI
LA HABANA, junio - La Habana, 12 de junio del 2001. Querida compañera
británica. Los medios de comunicación internacionales no dejan de
hablar de ti. Asustada estoy -sólo como una vaca puede estarlo- por tu
destino y el de tus hermanas. El asunto de esa enfermedad de las "vacas
locas" constituye un verdadero desastre para ustedes.
Te cuento que en mi islita tropical, por ahora, estamos tranquilas al
respecto. Las autoridades han tomado medidas preventivas. Mas no cesa de
intranquilizarnos la amenaza que los cuchillos afilados de los matarifes
clandestinos representan. Imagínate, nuestras carnes se han convertido en
algo mítico para los cubanos. Una libra de biftec es más apreciada
que una de oro, porque el oro se puede guardar, pero no comer, y por aquí
los maxilares continúan ociosos en lo concerniente al consumo de carne
roja bovina. ¡Suerte para nosotras!
De los toros, ¿qué te diré? Algunos, disgustados; la
mayoría siguen deprimidos. Más turbados que en años
anteriores, a causa del maldito procedimiento de la inseminación
artificial ésa, los toritos ya no saben lo que significa el placer de un
orgasmo verdadero. Sus bramidos han perdido fuerza y, en consecuencia,
incrementaron la carga lírica de sus exclamaciones, lo que me empuja a
pensar que más pronto o tarde a algún burócrata del sector
agropecuario se le ocurrirá la peregrina idea de formar un conjunto lírico
bovino, pues aquí está de moda eso de la cultura en la comunidad.
Aunque como tal será un gran avance en la Historia de la Especie, no
dejaré de lamentar los fuertes reclamos de un toro enamorado al bramar
por una de nosotras en las cálidas noches de luna (perdóname la
imagen, ciertamente gastada y bastante kistch). A mí, ese momento aún
me pone la carne de gallina.
Aprovecho también para informarte de nuestras iniciativas solidarias
respecto a lo triste de la situación que atraviesan allá. Una
compañera nuestra, muy combativa y decidida, La Pijirigua, propuso
convocar a una Tribuna Abierta para denunciar la ruptura de la cadena
alimentaria natural. Porque eso de darles pienso fabricado de desechos de
ustedes mismas ¡es intolerable! ¡Injusticias del capitalismo
neoliberal! Aquí, es verdad, no tenemos mucha hierba seca, pero donde
comen tres comen cuatro, y así resolvemos.
No faltó tampoco quien de nosotras propusiera realizar un viaje a
vuestra Isla. Una misión internacionalista en definitiva que serviría
para atestiguar nuestra solidaridad e incluso llevarles una cuota del calor isleño
para aliviarlas, en lo posible, de la frialdad propia de la bruma de los páramos.
¡Las vacas cubanas estamos conscientes del valor de la solidaridad
internacionalista bovina!
En cuanto a los toros, no se preocupen, ellos por el momento no pueden salir
del país. Están muy ocupados en un proyecto genético de
vital importancia para lograr el incremento del ahorro seminal. De esta manera,
con menos, lograrán más. Y en lo concerniente, sólo
nosotras lamentaremos tal éxito.
De paso, permíteme exponer, ya que hablo de proyectos y planes, la
necesidad que tenemos de donaciones de agua de lluvia a través de ONGs
británicas. El aumento de la sequía ha afectado bastante los
pastos. En cuanto nos avises de lo factible de este proyecto, podría
enviarte algunos tanques de 55 galones para la recogida de agua con el fin de
evitar contaminaciones.
No te ofendas, no lo digo por nada malo, pero en mi Isla del Caribe quedamos
tan pocas vaquitas tropicales que arriesgarnos al desarrollo de una epidemia
como la que ustedes padecen sería demasiado grave.
Estimada compañera británica, cumplo con el deber de
reiterarles nuestra solidaridad, y como muestra les envío una foto de la
brigada de vacas más destacadas en la producción el pasado año.
Ellas han mantenido en alto la productividad, además de estar al tanto de
ustedes y discutir en los turnos de reflexión política la penosa
situación en que se encuentran. ¡Good bye! Reciban un abrazo de
hermana.
Una vaca cubana.
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