Sembrar
malas simientes
Héctor Maseda, Grupo Decoro
LA HABANA, junio - Una de las prácticas más aberrantes que
recuerda la Humanidad fue la empleada por el nacionalsocialismo (nazismo) alemán,
entre las décadas del 30 y parte del 40 del siglo pasado, cuyos ideólogos
grababan en el subconciente de los jóvenes las ideas que oficialmente
sustentaban acerca de la superioridad racial germánica, la intolerancia
ideológica y el derecho que se abrogaban de conquistar el mundo.
En la actualidad, el gobierno de Fidel Castro ejecuta variantes de esa vieja
teoría bajo la forma de "inocentes" consignas dirigidas
principalmente al adoctrinamiento de nuestros hijos, y cuyo fin es
desarrollarles futuras conductas generadoras de odios y violencias hacia nuestra
sociedad o pueblos y gobiernos de otras latitudes.
"Un, dos, tres. Firmes como el Che / Tres, cuatro y cinco. Que viva el
socialismo / ¡Quiénes somos? Los pioneros / ¿A qué
venimos? A estudiar / ¿Quién nos guía? Fidel Castro / ¿La
consigna? Patria o Muerte hasta el final. Viva Cuba socialista. Abajo el yanqui
imperialista / ¿La consigna? Patria o Muerte. Patria o Muerte hasta el
final / ¿Quién tiene miedo aquí? Nadie / ¿Por qué?
Porque somos sangre de mambí y valor de comunistas. Esta escuela está
lista para cualquier situación. Servir a la revolución y al
Partido Comunista".
Este lema es repetido todas las mañanas por niños cubanos de
quinto grado cuyas edades oscilan entre 10 y 11 años, en la escuela
primaria "Carlos J. Finlay", en la ciudad de Camagüey. Pero no es
una iniciativa particular de los profesores del plantel. Son cientos de miles de
escolares incorporados al Sistema Nacional de Educación Primaria que están
obligados a corearlo como actividad primera de la jornada diaria.
Expresiones parecidas a la citada, llena de resentimientos y rencores,
agresivas, van dirigidas contra todo aquel que se separe un milímetro del
discurso oficial, sean familiares, amigos o desconocidos, y que los menores, por
su edad, son incapaces de comprender y de valorar, pero que al convertirse en
adultos ya están incorporadas a su conducta y personalidad futuras.
Es el método usado por los regímenes totalitarios para
politizar a las personas. Por supuesto que no es estrenado en Cuba. Al doctor en
filosofía, político y ministro alemán de Educación y
Propaganda durante el gobierno nazi, José Goebbels (1897-1945), se le
debe la elevación de este procedimiento a la categoría de teoría
en la educación ideológica de lo que él denominó "masas
inertes".
Esta manera de "educar" consistía en repetir por todos los
medios posibles una mentira, tantas veces, hasta lograr en la población
el efecto de una verdad. En sus obras "Kampf um Berlin" (1932), "Revolution
der Deutschen" y en la mayoría de los discursos públicos, en
su calidad de principal agitador y propagandista de aquel gobierno, Goebbels
hizo gala de su especialización y, efectivamente, actuaba en forma
directa sobre la psiquis de quienes lo leían y escuchaban.
Jorge Enrique Ribes Cento es un niño cubano de 10 años.
Inteligente y reflexivo. Cursa el quinto grado en la Carlos J. Finlay. El pequeño
sostiene: "La organización de Pioneros de Cuba sirve para convertir
a los niños en jóvenes comunistas, pero yo no quiero ser
comunista. Yo no soy pionero por eso, y porque los comunistas fueron los que
encerraron siete meses a mi papá (Jorge Ribes Peña) en una cárcel.
También a mi mamá (Deborah Cento Pernas) la encerraron tres meses
en la casa. Por eso me dejé el pelo largo, porque no estoy de acuerdo con
lo que le hicieron a mi mamá y a mi papá". Este es,
posiblemente sin que él tenga conciencia de ello, el acto de
desobediencia civil de un niño contra el gobierno que encarceló a
sus padres por disentir de la doctrina comunista.
El pequeño tiene sus preferencias: "Me gusta ver películas
y los programas infantiles en la televisión, también me gusta el
cine y la música moderna, leer libros de aventuras, ir a la escuela a
aprender y estar con mis amigos. Pero no me gusta que me hablen de que si Fidel
Castro es bueno ni que la revolución también, porque entonces ¿por
qué encerraron a mi mamá a mi papá?"
"Los niños de mi escuela repiten los lemas y se hacen los que le
gusta decirlos, pero yo sé que lo que tienen es miedo a que a sus padres
les pase lo mismo que a los míos", concluyó el pequeño.
Es imposible hacer compatibles ideas de odio e intolerancia por un lado con
el discurso de que el gobierno cubano es partidario de la paz mundial. De este
modo es imposible alcanzar la armonía ciudadana. Si no se respeta el
derecho a la libre expresión y se amordaza la conciencia, entonces surgirá
la violencia como manifestación desesperada de una sociedad que sabe que
agoniza.
No son las frases portadoras de ideas intransigentes impuestas a nuestros
hijos el vehículo adecuado para lograr el equilibrio emocional de las
nuevas generaciones. Tampoco se formarán futuros hombres que alcancen una
moral rica en valores humanos, necesarios para el engrandecimiento de la nación.
Ni a la violencia oficialista ni a la intolerancia ideológica se les
puede otorgar carta de ciudadanía. Eso sería sembrar malas
simientes.
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