Carne... ¿carne?
... carne
Manuel Vázquez Portal, Grupo Decoro
LA HABANA, junio - Se pudiera decir que en Cuba los más felices son
los vegetarianos. Pero éstos protestarían enseguida argumentando
que no es verdad. Los vegetales también tienen su historia, y sus
precios. No es tan sencillo como los carnívoros piensan. La carne con lo
suyo, los vegetales con lo propio.
En Cuba, después de los altos funcionarios, los que más carne
comen son los tiburones. No creo necesario aclarar de dónde les viene a
los escualos tan sostenido y vasto suministro; de los funcionarios, se sabe. Los
turistas la obtienen en dólares. El pueblo, más bien, la sueña,
o los más viejos la rememoran.
Los que no se conforman con soñarla o rememorarla se arriesgan, o se
arruinan. Se arriesgan los que roban y sacrifican y venden. Nunca menos de
veinte años de prisión le espera a quien atrapen en esos
menesteres. Se arriesgan también los que compran. La receptación
es asimismo punible. Comer carne tiene un doble precio: en dinero y en susto. Más
vale ser cauteloso y asistir al Agromercado.
En el Agromercado nunca espere comprar carne de vaca. Eso no ocurre jamás.
Allí se expende cerdo, carnero, jamón de pierna, jamón
viking y chorizos caseros. Frente a los precios, tiemble, ampare su bolsillo. La
libra de cerdo, 25 pesos; la libra de carnero, 23; la libra de jamón de
pierna, 45; la libra de jamón viking, 35; un chorizo, 5. No piense en la
familia. Suponga que es usted solo y que con una libra le basta para una semana.
¿No le darían ganas de echarse al césped, berrear, balar,
mugir, ser el primer herbívoro de la raza y aprovechar su descubrimiento
en soledad hasta tanto la innovación se haga popular y pongan la yerba
por La Libreta?
Pero suponga que no le gusta la carne roja, vaya, por esos rumores de que en
vez de envidia produce cáncer, que el ácido úrico, que la
gota. Suponga también que no quiere arruinar sus arterias y su corazón
con el colesterol del cerdo o el pollo (a 20 pesos la libra en bolsa negra) o el
huevo (a diez centavos de dólar en la shopping o a sus equivalentes 2
pesos en el mercado subterráneo). En fin, suponga que le deleitan los
productos del mar. Declárese amante del pescado, los mariscos, las algas.
Ya verá.
Con esa pasta granulada de vivo color negro o rojo que se obtiene de la
hueva del esturión y que en otras latitudes de la geografía llaman
caviar, no sueñe, vaya enseñando a su paladar. Con la rubia,
provocativa, delicada, suculenta langosta no aspire a tener el más mínimo
romance. Eso es cosa de gente con dólares -muchos- o con cargos -altos.
Con el rosado, pequeño, manso, somnoliento camarón no crea
encontrarse. Su destino es vox populi: camarón que se duerme, se lo comen
los turistas. Con el pargo, la cherna, el salmón, el emperador, la
sierra, el bonito, dése una vuelta por el Acuario Nacional a ver si los
conoce personalmente, y a través de los cristales de la pecera, aunque se
le haga la boca agua.
A las pescaderías especiales que ha abierto el gobierno, no, no vaya.
Es perder el tiempo. Cualquier filetico con nombre enigmático y aspecto
sospechoso no baja de los 35 pesos la libra. Esas largas, angustiosas colas que
se forman a menudo frente a ellas es anuncio de un solo hecho: llegaron las
croquetas. El trigo con que se fabrica la harina, que yo tenga noticias hasta
ahora, es un cereal. Y esas croquetas, de pescado sólo tienen el olor.
Quizás por eso resultan tan baratas.
Sea inteligente, cuide su salud, no se recocine con la imposibilidad de
masticar esas fibras peligrosas para el cuerpo. Siga el ejemplo de Cuba. Aquí
no se come carne de res y la expectativa de vida sobrepasa los 70 años. ¿Qué
espera? Haga contacto con nosotros por: www. Cubajama.com. Ya tenemos hasta
Internet.
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