No hay por
qué sonrojarse
Víctor Rolando Arroyo, UPECI
PINAR DEL RIO, junio - La anunciada propuesta de los senadores
estadounidenses Helms y Lieberman para apoyar a la disidencia cubana en los próximos
cuatro años con 100 millones de dólares ha desatado muchas y
diversas opiniones en el sector independiente, que van desde la aprobación
hasta el rechazo de dicha proposición.
Por ser Cuba el escenario en que se definirá el futuro de esta nación,
con o sin ese apoyo, hemos tanteado opiniones al respecto.
Los que apoyan la propuesta desean que se materialice en ayuda concreta que
facilite el incremento de la tecnología de modo tal que los disidentes
puedan contrarrestar, en lo posible, el imponente despliegue tecnológico
gubernamental, ya sea mediante computadoras, teléfonos celulares,
copiadoras y medios de transporte de los cuales la oposición al régimen
de Fidel castro padece una indigencia preocupante.
El riesgo que se asume al permanecer aquí no deja lugar para el
desacuerdo ni para exponer en bandeja de plata argumentos que le permitan al
gobierno sostener campañas confusionistas sobre el destino de estos
recursos.
No es un secreto para nadie que cuando el régimen cubano ha decidido
apoyar a sus belicosos amigos de América Central o del Sur, del Caribe o
de Africa, no ha tenido, ni tiene, reparos en aportar cuantiosos recursos
financieros, materiales e incluso humanos.
Muchos opositores opinan que el momento es de definiciones: "se toma o
se deja".
Por otra parte, están los que se oponen a dicha propuesta y
argumentan que semejante apoyo le dará al gobierno razones para acentuar
la represión policiaca contra la disidencia. Vale la pena recordar que en
sus casi dos décadas de existencia la oposición pacífica no
ha tenido tal apoyo y nunca han faltado los arrestos, encarcelamientos y
calumnias en esta etapa.
Los que observan desde las gradas, el pueblo, señala que la
disidencia está sin ayuda, sola, y que de esa forma nunca logrará
nada en materia de cambios hacia la democracia.
Los países y gobiernos del área americana en no pocos casos de
nuestra historia han sido el santuario de patriotas cubanos que han obtenido de
ellos pertrechos y armas para la liberación.
Otro aspecto a considerar es que hoy el régimen de La Habana asegura
estar inmerso en la más colosal "batalla de ideas". ¿Contra
quién?, se pregunta mucha gente, pues según los portavoces
gubernamentales la disidencia está raquítica y el otro supuesto
enemigo que está del lado de allá del mar ni siquiera se preocupa
por averiguar qué pasa aquí.
Es evidente que el gobierno de Cuba está preocupado, sus propios
errores propician el descontento en la población y aquellos pudieran un día
desbordar la sumisión de ésta. El régimen le teme al debate
público, pues como bien dijo José Martí: "Los debates
continuos, brutales a puro francos, de la contienda política, robustecen
en el hombre el hábito de expresar su opinión y atender a la ajena
(...) impide aquel estado medroso e indeciso a que desciende la razón allí
donde impera un dogma único e indiscutible".
El régimen comunista no fue tímido en sus alianzas con el
bloque soviético a pesar de que, en más de una ocasión, se
desatendieron de las consecuencias de lo que habían causado aquí.
Para muchos disidentes, si el campo de batalla radica en las ideas, la
solidaridad, sin compromisos, abre espacios a la libertad. No hay por qué
sonrojarse de las críticas de ahora, el futuro dirá sus verdaderas
intenciones.
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