En auge
producción y venta ilegales de tabacos
Víctor Rolando Arroyo, UPECI
PINAR DEL RIO, junio - Los torcedores de habanos de Pinar del Río y
de otras zonas del país reciben hoy tentadoras ofertas de trabajo en las
fábricas clandestinas que proliferan en esta región del occidente
cubano.
Diversos factores han propiciado este fenómeno. Los principales son
que el Estado paga poco a los campesinos que producen la hoja, el costo de
producción es alto y los torcedores de puros devengan salarios
insuficientes por laborar en pésimas condiciones de trabajo y bajo
extremas medidas de vigilancia que humillan al obrero. Además, muy
importante, hay demanda del producto en el mercado ilegal.
Tal es el incremento de fábricas y torcedores clandestinos de tabaco
que el gobierno creó un órgano represivo para exterminar el tráfico
de tabaco al que denominó "Grupo de Enfrentamiento al Tráfico
de Tabaco", y que está integrado por investigadores policiales,
fiscales y otros especialistas.
En 1996 ya la prensa oficialista señalaba que en los tribunales se
habían radicado cientos de causas por tráfico ilegal de tabaco, y
que el volumen de productos ocupados por la policía iba en aumento.
En los primeros meses de este año fueron detectadas y desactivadas
alrededor de doce fábricas clandestinas de tabaco y se ocupó,
además de puros y hojas, anillos, y cajas y envases de calidad superior
capaces de convencer a cualquier fumador experto de que su contenido proviene de
las famosas vegas de Monterrey, El Corojo o Buena Vista.
El procedimiento usado por los productores clandestinos se ha ido
perfeccionando de manera directamente proporcional al aumento de la represión
policiaca. En él intervienen cientos de ciudadanos de ambos sexos
encargados de trasladar del campo a la ciudad en pequeñas cantidades las
hojas de tabaco. Antes de esta operación de transportación de la
materia prima, los fabricantes compran a los vegueros parte de su cosecha, que éstos
ocultan hábilmente de la vista de los representantes del gobierno a cargo
de comprarles la producción.
Expertos en la materia califican las hojas de tabaco en casas destinadas a
ello en los pueblos o ciudades donde radican las fábricas y luego las
distribuyen a los puntos donde se elaboran los puros, donde por lo general
trabajan tres o cuatro torcedores.
Cuando concluye la producción, ésta es recogida y se traslada
a otro sitio donde es clasificada, anillada y embalada en cajas y estuches de
lujo "originales".
Estos productores de tabaco tienen demanda de turistas que visitan la
provincia, de extranjeros residentes en el país, de fumadores nacionales
que rechazan las ofertas estatales por su mala calidad e, incluso, de cubanos
residentes en el extranjero o que viajan al exterior.
Las autoridades admiten que el destino de las producciones ilegales es
diverso y va en aumento. De ahí su decisión de crear el Grupo de
Enfrentamiento al Tráfico de Tabaco. No obstante, el auge de tales
instalaciones es tal que los funcionarios afirman que neutralizar las fábricas
será difícil.
Otro factor que conspira contra la erradicación de los productores
ilegales de puros es la escasez de empleo existente en el país.
El tráfico de tabaco está en auge y llega lejos. Se sabe de
producciones pinareñas que se venden en zonas turísticas tan
lejanas como Varadero.
La producción y venta ilegal de tabaco es una actividad tan lucrativa
que se hace un "negocio" tentador hasta para militares y policías.
Aún se recuerda que en 1997 se produjo un escándalo cuando se
descubrió que miembros de ambos cuerpos, vistiendo sus uniformes, eran
los encargados del trasiego de tabaco hacia otras zonas del país. Así
burlaban los puntos de control policial donde registran a personas y vehículos
a la entrada y salida de los pueblos y ciudades.
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