Roberto, "El
Internacionalista"
Miguel Sigler Amaya
MATANZAS, junio - En mi pueblo todos lo conocen por Roberto. El camina con
dificultad pese a no tener ningún defecto físico. Es un negro
corpulento que se desplaza por las calles de Pedro Betancourt a diario. Su ropa
está sucia. La camisa mal abotonada, sus testículos y pene se
asoman frecuentemente por uno de los huecos del pantalón cuyo cinto es un
pedazo de cuerda de henequén. Calza zapatos muy grandes para su pie y sin
cordones, por lo que tiene que arrastrarlos para que no se le escapen. Lleva
barba descuidada, camina en zigzag y no parece importarle su apariencia
exterior.
Nadie del pueblo se molesta cuando Roberto choca con él en su
dificultoso andar. Todos le tienen lástima.
A cualquier hora del día se le puede ver extendiendo su mano
descomunal a los vendedores por cuenta propia de alimentos para que éstos
le den de comer. Con el gesto se limita a emitir un monosílabo de difícil
comprensión.
Roberto come de todo, en buen o mal estado. Cuando el hambre le aprieta
recoge del suelo cualquier desecho. Si le proporcionan algún alimento ríe
como los niños, lo engulle de prisa y un par de hilos de saliva brotan de
su boca. Casos se han dado en que el hambre lo ha llevado a arrebatarle un
pedazo de pizza a alguna que otra persona.
Hay adolescentes que se burlan de él, pero la generalidad de los
menores le temen. Algunos padres de esta región asustan a sus hijos con
Roberto para que se porten bien.
El negro se fuma cuanto cabo de cigarrillo encuentra en su camino y la gente
lo evita por el mal olor que despide su cuerpo.
Visitantes se preguntan frecuentemente si es un loco fugado del hospital
psiquiátrico o si nació con retraso mental.
¿Quién es realmente Roberto? ¿Qué lo llevó a
este estado lastimoso?
Roberto es un veterano de la guerra de Angola. En esa contienda sufrió
tanto que sus nervios estallaron.
Dicen que fue seleccionado para ser enviado a ese país africano por
el color de su piel, por su tremenda fortaleza física y por su
inteligencia.
También se dice que dejó una novia al momento de partir a la
guerra, y todos coinciden en que Roberto era un joven alegre y cordial con sus
conciudadanos antes de partir para Angola.
Como Roberto hay otros veteranos en Pedro Betancourt. Uno de ellos es
revendedor de cualquier producto en la bolsa negra. Otros se reincorporaron en
sus empleos. Pero todos, sin excepción, se reúnen diariamente en
la llamada "Casa del Combatiente" de Pedro Betancourt e ingieren
bebidas alcohólicas hasta que se emborrachan.
Muchos de estos veteranos se quedaron sin esposas, sus familias se
desintegraron.
El caso de Roberto es el más crítico de todos. Hay quienes
piensan que el mal es irreversible y otros que no ha sido tratado debidamente,
aunque se comenta que el gobierno le pasa una pensión alimentaria.
Lo cierto es que Roberto vive en la indigencia y está expuesto a las
burlas de ciertos adolescentes que desconocen su historial de desgracias.
Pero quizás lo más significativo de esta historia es que
Roberto fue condecorado, como muchos otros internacionalistas, por el valor
demostrado en esa campaña y él ni siquiera se ha enterado del
asunto.
Esta información ha sido transmitida por teléfono,
ya que el gobierno de Cuba no permite al ciudadano cubano acceso privado a
Internet. CubaNet no reclama exclusividad de sus colaboradores, y autoriza
la reproducción de este material, siempre que se le reconozca como
fuente.
|