Una medida
no convincente
Oscar Espinosa Chepe
LA HABANA, junio - Las autoridades cubanas anunciaron a fines de mayo el
propósito de reducir la tasa de desempleo en 1,2 o 1,3 por ciento para
llevarla aproximadamente a 4,0 por ciento durante el presente año. Esta
información fue ofrecida al término de una audiencia parlamentaria
sobre el empleo en Cuba, su evolución, situación actual y
perspectivas.
De acuerdo con datos oficiales, la tasa de desempleo a fines del 2000 fue
del 5,5 por ciento, sin darse elementos sobre el nivel de subempleo, que podría
ser el 16,5 por ciento de la fuerza de trabajo ocupada, tomando como base de
comparación la productividad lograda en 1989.
Para acometer la tarea de hacer bajar el desempleo, el gobierno programa
crear puestos de trabajo esencialmente en los servicios y la agricultura, con
prioridad en las provincias orientales donde el problema de la ocupación
resulta más crítico.
Desde hace tiempo, las cifras oficiales de desempleo se analizan con
curiosidad y escepticismo por los especialistas. Resalta que antes del llamado
Período Especial, en 1989, cuando había plenitud de recursos
procedentes del Este de Europa, la tasa de desempleo en Cuba era del 7,9 por
ciento según informaciones de CEPAL, y ahora, cuando el país
continúa inmerso en la crisis y todavía está distante de
las cotas productivas de aquel año, se pretende reducirla a un 4,0 por
ciento.
En 1989, el Producto Interno Bruto (PIB) cubano fue de 19 mil 585,8 millones
de pesos, a precios constantes de 1981, mientras que a finales del 2001 (suponiéndose
el cumplimiento del plan previsto) alcanzaría 17 mil 380,0 millones de
pesos, o sea, todavía estaría a un 11,3 por ciento de lo obtenido
hace 12 años.
Adicionalmente, otro factor que complica la situación es la
incidencia sobre el empleo del Sistema de Perfeccionamiento Empresarial (SPE)
que se implanta actualmente. En Cuba no es un secreto para nadie que uno de los
problemas más serios que deberá vencerse para aumentar la
eficiencia de las entidades productivas y de servicio reside en el exceso de
personal. Si se desean resultados positivos del SPE, necesariamente, habrá
que acometer un amplio proceso de racionalización de la fuerza de
trabajo.
Paralelamente está vigente una política de reducción
del Trabajo por Cuenta Propia (TPC), lo que ha ocasionado la disminución
de las personas dedicadas a esa actividad. Por tanto, el TPC está
imposibilitado de servir como fuente de empleo para la fuerza de trabajo
liberada a consecuencia del SPE.
Por supuesto, una salida a este dilema podría ser permitir que los
nacionales pudieran crear pequeñas y medianas empresas (PYMES), abriéndose
así importantes fuentes de empleo. Sin embargo, el gobierno mantiene una
firme posición contraria a esta variable. En estas condiciones, las
posibilidades para el incremento económicamente sano de empleos en Cuba,
dadas las reglas impuestas por las autoridades, resultan prácticamente
nulas.
Si las intenciones son crear puestos de trabajo meramente por
consideraciones políticas, el impacto que tendría sobre la economía
podría ser funesto, pues esta medida en modo alguno vendría acompañada
de un incremento de la productividad laboral. Esto ocasionaría un
crecimiento adicional de la voluminosa masa monetaria en circulación, sin
una correspondiente contrapartida en productos y servicios, con la consiguiente
depreciación de los salarios y otros ingresos de la población,
produciéndose en la práctica el incremento de la pobreza y un
impacto negativo sobre la ya deteriorada motivación laboral.
Esta información ha sido transmitida por teléfono,
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