La isla, los
roles y la sociedad (II)
Lucas Garve, CPI
LA HABANA, junio - En el período que abarca los últimos
cuarenta años, la movilidad social provocada por los cambios sucedidos en
Cuba produjo un reemplazo de roles que aún no cesa.
Mucho ha tenido que ver en este proceso la política, y hasta mejor el
superobjetivo político de cada etapa. Primero, hay que identificar los
escenarios en el plano de la actualidad nacional; a seguidas, caracterizar los
roles y, desde hace unos diez años, al acentuarse la crisis de los roles
propuestos tres decenios antes, asumir el hecho de que la "emergencia
nacional" propuso el surgimiento de nuevos roles alternativos.
En la etapa inicial, 1959-61, surgió una posibilidad para que ciertos
grupos sociales emergidos de clase media -alta y baja- desempeñaran un
rol dibujado según las necesidades iniciales del movimiento político
que ocupó poder.
Dentro de la sociedad cubana, estructurada cien años antes, emergió
la figura del "joven-barbudo-revolucionario-estudiante-creyente".
Provenientes de los mencionados estratos de la sociedad, los elementos que
desempeñaron este rol, muy pronto, se encontraron sobrepasados por
acontecimientos para los que no tenían una respuesta adecuada.
Las crisis provocadas por factores externos (principalmente la respuesta del
gobierno Eisenhower hacia lo que sucedía en la escena cubana) y la
consecuente reacción del gobierno de la Isla, desarrolló el primer
gran conflicto a enfrentar para elementos que se entrenaban en un rol, en aquel
entonces, con límites no bien definidos.
Más que integración de fuerzas, en la sociedad cubana se
produjo el inicio de un proceso de desmontaje de roles hegemónicos cuya
velocidad alcanzó en el plano individual, en numerosos casos, tintes dramáticos.
¿No fue en realidad una verdadera guerra civil la emergencia
insurreccional de núcleos de campesinos del Escambray y de otras zonas, y
la respuesta militar del gobierno comunista?
Vale la pena recordar que, en el escenario de esa etapa, uno de los roles
emergentes propuesto por las fuerzas del gobierno cubano fue el del "campesino-nuevo
propietario" y que, no tarde, quedó convertido en "nuevo
campesino-obrero agrícola".
Así, vapuleado por fuerzas centrífugas internas movidas por
los cambios estructurales de la sociedad, el rol hegemónico tradicional
quedó deslegitimizado, dando paso a variantes que se proponían:
a) joven-barbudo-revolucionario-miliciano-estudiante-creyente
b) joven-miliciano-revolucionario-obrero-campesino-no creyente
c) joven-revolucionario-miliciano-obrero-campesino-comunista-ateo
De estas variantes de roles, la última dominó el escenario de
la etapa que se abrió y que sumió a la sociedad cubana en una
reestructuración profunda de la sociedad.
Paralelo a este rol emergente que ocupó en el escenario cubano, no se
puede dejar de mencionar una característica que lo hizo particular: la
participación de las mujeres.
En la sociedad cubana hasta 1959 el rol hegemónico tradicional
privilegió al género masculino y aseguró, desde la raíz
social más profunda, su acento.
Fue entonces desde inicios de los 60 que el sector femenino de la población
cubana se vio empujado a movilizarse para ser usado como componente del
desmontaje de la armazón social.
Pues si el rol a) se empleó para desmovilizar la imagen del rol hegemónico
tradicional, el papel realizado por el sector femenino fue crucial para
dinamitar la estructura familiar tradicional que respondía, en
consecuencia, al mencionado rol.
Mientras el rol c) se mantuvo con ciertas variantes alógenas
(producto de influencias externas: recepción y adaptación, en
proporción mimética según el escalón de poder, de
las influencias del comunismo europeo) hasta finales de los 70.
¿Qué pasó en los 80? Un fenómeno producto del
conflicto derivado por la sucesión de nuevos roles hegemónicos
propuestos en un escenario cerrado como lo fue el de la sociedad cubana de los
70, y el desastre que implicó el agotamiento de la figura propuesta a la
sociedad en perspectiva, "el hombre nuevo", contribuyeron a propiciar
un hecho como el de la Embajada del Perú y a continuación el del
Mariel.
Se ha marcado con la denominación de "generación del
Mariel" a quienes asumieron de manera informal un rol que ya se venía
perfilando en la sociedad insular.
Los "marielitos" no partieron del lugar del cual se les confirió
el nombre, sino que emergieron mucho antes, protagonizados por aquellos que perdían
la vida en las aguas del Estrecho de la Florida o iban a parar a las celdas de
las prisiones condenados por "salida ilegal del país".
Hasta los 80 las salidas ilegales del país fueron contempladas como
algo impreciso y poco viable para el éxito. La tendencia general era
desfavorable hacia esa vía, en parte, promovida por los vínculos
familiares de quienes pretendían emigrar hacia la Florida, y
privilegiaban la emigración legal.
De esta forma, la generación destinada a producir el rol hegemónico
propuesto para el fin de siglo cubano, la del "hombre nuevo", abortó
en los muelles del puerto de Mariel. Una nueva etapa en la sucesión de
roles en el escenario cubano comenzaría entonces, dado el agotamiento de
la propuesta oficial de un nuevo rol, el escenario quedó preparado para
ser ocupado por otros producidos por las fuerzas y eventos que desde mediados de
los 80 alternarían con éste.
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