La tierra
prometida
José Antonio Fornaris, Cuba-Verdad
LA HABANA, junio - Dice la Biblia, creo que es una de sus sentencias, que la
sabiduría es temer a Dios y la inteligencia huir del mal. ¡Como ha
leído la Biblia gente en Cuba! ¡Como ha existido gente inteligente
en Cuba! ¡Cómo queda gente en Cuba que quiere ser inteligente!
Siempre por esta fecha, más o menos, en la base naval de Guantánamo
se alistan los campamentos que fueron construidos en 1994 por si tantas células
grises se ponen de acuerdo y se lanzan al mar en estampida.
Cuando uno camina, digamos, por las barriadas de Santos Suárez o de
La Víbora y ve enormes casas, casi palacios, y parques que se cogen toda
una manzana con añejos árboles muy frondosos y bancos de mármol
o granito, o pasa cerca del cementerio de Colón y observa mausoleos
llenos de belleza arquitectónica -como todo esto indica sentido de
permanencia- uno se da cuenta que la gente en Cuba antes no tenía que ser
inteligente, no tenía que huir.
Yo no deseo -al menos en este momento- ser inteligente. Pero sí
quiero, tengo la necesidad de ello, que el resto de mi familia lo sea. De esa
forma ellos huyen del mal, se salvan, y yo puedo decir que tengo más fe,
más familia en el extranjero.
No deseo ser inteligente porque quiero ver, ¡claro!, si me dejan la
cabeza donde está, pues en cierta ocasión me dijeron un par de
veces que me la iban a arrancar. Quiero ver, repito, cuando metan a la Bestia
-de esto también habla la Biblia- por mil años en un hoyo.
No se preocupen, no crean que va a salir nuevamente dentro de mil años
porque durante ese tiempo se habrán desarrollado ampliamente los caminos
espaciales y la Bestia podrá ser lanzada a un hueco negro, de ésos
en los que se afirma que el infinito es verdaderamente infinito.
La Biblia también habla de la tierra prometida, ésa no tiene
por que estar en un sólo país. Esta Isla puede ser un pedazo de
ella. Y cuando el éxodo pare, cuando la huida ya no sea necesaria, podrán
regresar todos los hijos, sean pródigos o no.
Y entonces, aunque ya no seamos inteligentes en el sentido bíblico, sí
seremos personas normales. De ésas que no sólo hablan con orgullo
de su nacionalidad, sino que además quieren vivir en su país. La
tierra prometida no es solamente muy fértil, es, no puede ser de otra
forma, una tierra de libertad.
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