La olla del
premio
Lucas Garve, CPI
LA HABANA, junio - Manolo trabaja como enfermero en un hospital desde hace más
de veinte años. Hoy, con algo más de cuarenta en las costillas,
luego de alcanzar exitosamente cierto grado de especialización como
profesional, ha ganado el aprecio de jefes y colegas.
Mas, ¿qué posee más allá de una buena salud, un
par de buenas amistades y dos juegos de camisa y pantalón para un día
de paseo? Aparte de lo enumerado, no posee nada.
Usted dirá que no hay mayor tesoro que la buena salud. Afirmará
con júbilo que un buen par de amistades vale más que una fortuna.
Tratará de consolarlo con la peregrina idea de que por el mundo hay
quienes no llegan a tener las cuatro prendas de vestir que posee Manolo.
Recientemente, nuestro amigo obtuvo un reconocimiento por el trabajo en un
evento de investigación aplicada a su perfil laboral. Un premio gracias
al trabajo investigativo realizado.
En consecuencia, mereció una cartulina cuadrada con diseño de
diploma y una olla de presión. Manolo sonrió, de seguro, al
recibir el diploma acreditativo del premio y respondió afablemente a las
felicitaciones de sus colegas. ¡Había conseguido una olla de presión!
Una olla de presión marca "Pronto". Fabricación
nacional. Incluso en el interior encontró un plegable con instrucciones
acerca del mantenimiento y también los minutos de cocción
necesarios para algunos alimentos, a manera de ejemplo.
El precio actual de la olla de presión como la ganada por Manolo es
de 22 dólares, lo que al cambio actual de 1 por 22 equivale a 484 pesos
cubanos. Las ollas "Pronto" ablandan rápido el bolsillo de
quien posea los dólares y necesite del sencillo utensilio de cocina. ¡Sólo
las venden en las shoppings!
Cuando Manolo puso la olla de presión sobre una de las dos hornillas
de su cocina de kerosene, acarició el metal acerado. Ese es su premio.
Sacó el plegable del interior y leyó la lista de alimentos y la
escala de minutos de cocción correspondiente.
Pollo de dos a dos libras y media, 10 minutos. Pollo de tres a cinco libras,
15 minutos. Garbanzos, 20 minutos. ¡Asado de res, 40 minutos! Hígado,
5 minutos. Conejo, 20 minutos. ¡Langostas, 15 minutos! ¡Camarones, 5
minutos! Manolo recordó las novelas de Julio Verne.
Existe un factor que desmoviliza el rendimiento de cualquier trabajador: la
falta de retribución concreta por los resultados de su trabajo, el
desvalorizado poder adquisitivo de su trabajo.
Tan claro como el agua, si usted trabaja con afán y llegado el fin de
mes su salario no sirve sino para continuar estirando "la vidita cotidiana",
al cabo de un corto tiempo, el desestímulo laboral ganará terreno
incluso en el interior de la más pequeña de sus células.
Ciertamente, éste fue el sentimiento que invadió a Manolo al
acostarse esa noche, aunque no lo identificó como tal. En esencia, supo
que más de veinte años de trabajo estaban dentro del frío
metal acerado de la olla de presión.
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