CUBANET .INDEPENDIENTE

7 de junio, 2001


Cuba, donde nunca escampa

Lázaro Raúl González, CPI

PINAR DEL RIO, junio - En todas partes del globo terráqueo se sufren alternativamente períodos de intensas sequías y lluvias. Probablemente ahora mismo no haya un pedacito del planeta que disfrute el clima perfecto, con régimen equilibrado de precipitaciones y temperaturas que garantice la estabilidad de las producciones agropecuarias.

Por eso lo mismo en el Sur -Argentina o Nueva Zelanda- que en el Norte -Taiwan o Noruega- hombres y mujeres luchan tenazmente contra los vaivenes de la naturaleza, para asegurarse a sí mismos y a sus conciudadanos el sustento diario. Nadie se lo orienta. No hay 24 Ministerios planificando lo que tiene que hacer la gente desde que nace hasta que muere.

Esos aires liberales que por allá soplan dan buenos resultados según parece, pues a pesar de ellos también estar sujetos a los efectos de El Niño, de La Niña y de cualquier otro primo de los desastres naturales, hasta el momento no se tiene noticia de que haya faltado -o se vendan a precios demasiado altos, que es lo mismo que si no hubiera- el bacalao en Noruega, el arroz en Taiwan, la leche en Nueva Zelanda o el tasajo en Argentina.

Sin embargo, en Cuba, donde prevalece un sistema que regula hasta el último segundo de la existencia de sus ciudadanos, capaz de enfrentarlo y vencerlo todo, hasta las adversidades del clima, nunca escampa.

Cuando no hay una sequía llueve tanto que hasta el arroz se ahoga. El problema es que el oficialismo siempre tiene alguna razón ajena a su ineficiente gestión para justificar la escasez y los altos precios que predominan en los mercados del país.

Ahora mismo se culpa a las lluvias de mayo por los incumplimientos que hubo en la producción azucarera. Los agoreros del oficialismo parecen ignorar que desde que esta isla emergió en el Caribe siempre aquí ha llovido en mayo. Es por eso que antes de 1960, más o menos, las zafras azucareras terminaban en abril.

Además, en Cuba, como en el resto del mundo, hay cultivos de agua y de "secano". Un buen campesino sabe, por ejemplo, que desde octubre hasta enero debe sembrar bejuco Marruchero o P. Benereo y que a partir de abril podría sembrar el Censa o el Cocuyo.

Tal y como sucede frecuentemente, un hombre de la ciudad que administre una entidad agraria sería ajeno a esta relación clima-variedad de cultivo. De este modo las adversidades climatológicas servirían para justificar lo que en verdad se debe al voluntarismo político que rige a la economía y a la falta de idoneidad que tipifica al personal administrativo cubano.

¿Resultado? Para seguir con lo del bejuco, en Cuba no hay boniato, o lo que es muy parecido: un quintal cuesta 100 pesos. Hecho insólito en la historia de este país: un quintal de boniatos equivale aproximadamente a la mitad del salario promedio mensual.

Y no escampa -sólo de incumplimientos están seguras las cosechas- siguen lloviendo absurdos.


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