Tribulaciones
de la telefonía cubana
Moraima Pires, Grupo Decoro
LA HABANA, junio - ¡Qué desgracia!, exclamó una anciana
que se cruzó en mi camino, sudorosa y dando muestras de cansancio. "Estoy
obligada a realizar una llamada urgente a un familiar, llevo hora y media de
caminar sin rumbo fijo. Intento comunicarme y me resulta imposible. Me detengo
ante decenas de teléfonos públicos y ninguno sirve. Unos sólo
reciben llamadas de urgencia (hospitales, bomberos o policía). Otros están
fuera de operación. Los más no aceptan monedas por tener sus
alcancías repletas. ¡Este es un país de mierda!", exclamó
desesperada, y continuó la búsqueda de un aparato en buen estado.
Cuba fue una de las primeras naciones que utilizó el servicio telefónico
automático al instalarse, en noviembre de 1910, una planta, con su
modesta red de abonados en La Habana. Por esa fecha este servicio aún no
lo poseían muchas de las poblaciones de Estados Unidos y Europa.
Sin embargo, hoy Cuba ocupa uno de los últimos lugares en la
explotación de esta tecnología, tan necesaria en las
comunicaciones modernas.
Alexander Graham Bell (1847-1922), ingeniero y físico norteamericano
de origen inglés, inventó el teléfono de uso práctico
en 1875. Para 1892 dejó inaugurada la primera línea telefónica
que conoció la Humanidad, al enlazar las ciudades de Nueva York, en la
costa atlántica, y Chicago, en el extremo occidental del estado de
Illinois.
Al concluir 1958 nuestro país contaba con un teléfono por cada
24 habitantes, indicador que lo colocaba entre los más favorecidos en el
uso masivo de esta tecnología por aquellos tiempos, según fuentes
de la Empresa de Telecomunicaciones de Cuba S.A. (ETECSA), entidad de capital
mixto italo-cubano fundada en 1994. Pero, en el año 2000, esta cifra
empeoró y se redujo a la relación de un aparato por cada 45
personas, reflejo de los 229 mil que existen ahora.
Las estadísticas internacionales demuestran cómo países
del tercer mundo que no disponían de estos equipos a finales de 1910, en
la actualidad presentan mejores resultados que los nuestros: México tiene
una proporción de 8,2 ciudadanos por cada teléfono; Chile, 9,72;
Argentina, 23; Egipto, 30 y Tailandia 38.
Las naciones altamente desarrolladas y que marchan a la vanguardia de la
revolución científica internacional son: Estados Unidos con 1,4
habitantes por teléfono; Francia con 1,7 y el Reino Unido con 2.
Existen otras naciones con índices inferiores a los de Cuba como Haití,
con 132 personas por aparato telefónico; Angola, 136 y Etiopía con
140, por sólo mencionar los más representativos.
Ahora bien, la información referida a nuestro país apenas
muestra una parte visible de la verdad. Un elevado por ciento de los equipos de
teléfono existentes corresponden a los instalados en organismos
estatales, empresas mixtas o de capital foráneo, misiones diplomáticas,
sedes de organizaciones y agencias de noticias internacionales e instalaciones
turísticas en general.
Más del 50 por ciento de los aparatos que prestan servicio a la
población están en mal estado técnico igual que las viejas
plantas telefónicas automáticas y los cientos de líneas,
que llevan años sin mantenimiento o reparaciones generales o parciales.
No obstante, en este momento ETECSA acomete trabajos de modernización
en las plantas y de reparación de muchas redes, con el consiguiente
beneficio del sistema en general, el aumento de pares libres y potenciales
nuevos abonados. Esfuerzos que deben tenerse en cuenta, pero que todavía
son insuficientes para la demanda nacional de este servicio.
La historia se presenta con distintos colores si analizamos las prestaciones
que se ofrecen en los hoteles y demás polos turísticos del país.
El servicio telefónico que brinda allí el Estado cubano es
excelente. En ellos se comercializa en moneda convertible. El extranjero paga
bien, pero exige calidad en las ofertas.
Sumergida en estas cavilaciones, volví a la realidad y observé
a lo lejos cómo la anciana, que poco antes coincidió conmigo,
intentó llamar de nuevo desde un teléfono inservible. No la escuché,
pero sus gestos eran elocuentes: levantó la cabeza y extendió los
brazos al cielo, como si fuera a iniciar una plegaria al Creador. Parecía
preguntarle qué mala acción ella había cometido para que la
castigaran de este modo.
Esta información ha sido transmitida por teléfono,
ya que el gobierno de Cuba no permite al ciudadano cubano acceso privado a
Internet. CubaNet no reclama exclusividad de sus colaboradores, y autoriza
la reproducción de este material, siempre que se le reconozca como
fuente.
|