Un
socialismo para siempre, por favor
Claudia Márquez Linares, Grupo Decoro
LA HABANA, junio - La gastronomía, como todo servicio, se desarrolló
en Cuba a partir de las iniciativas de ciudadanos emprendedores que montaban sus
pequeños negocios amparados en la libertad económica que existió
en la Isla antes de 1959. Algunos de estos negocios de gastronomía
alcanzaron renombre internacional, como la Paella de Covadonga, en Cienfuegos;
la Bodeguita del Medio y el Floridita, en La Habana. Los últimos negocios
privados fueron decomisados por el gobierno durante la llamada ofensiva
revolucionaria, en el año 1968. Toda la propiedad privada pasó
definitivamente a la administración del Estado.
A inicios de la década de 1990, hubo un intento por liberalizar la
economía, y obligados por la grave crisis económica de entonces,
los gobernantes cubanos permitieron la existencia de los trabajadores por cuenta
propia.
Los altos impuestos y la constante supervisión estatal, han ido
exterminando a los llamados "cuentapropistas", al mismo tiempo que se
han abierto cafeterías y otros comercios, propiedad del Estado cubano. En
una de estas cafeterías, en la Habana Vieja, puede leerse el siguiente
anuncio:
POR UNA GASTRONOMÍA EFICIENTE Y POR SIEMPRE SOCIALISTA
A unos pasos de esta consigna, el dependiente no tiene detergente para
fregar los vasos, y con pasmosa rapidez los enjuaga debajo de la pila, y luego
los va acomodando en una bandeja. Las moscas campean por su respeto en el local
de la cafetería donde la falta de higiene es algo proverbial. Sobre una
tabla, apenas visible, se lee:
Pan con jamón 3.00 pesos Pan con croqueta 80 centavos Jugo
de fruta bomba 1.00 peso Cigarros Populares 7.00 pesos
Mientras algunos transeúntes compraban las escasas mercancías,
uno, que ya había sido atendido, exclamó, vaso en mano:
- ¡Compadre, este jugo está caliente!
El dependiente, sin alzar la mirada, mientras despachaba, respondió:
- La nevera se rompió.
Inmediatamente una señora puso el grito en el cielo cuando mordió,
ansiosa, su pan con croqueta.
- ¡Este pan está duro como una palo de guayaba, y no hay quien
le meta el diente!
Otro cliente, que había optado por el pan con jamón, habló
pronunciando lentamente las palabras:
- ¡Esto es un robo! Aquí adentro -dijo señalando su pan-
hay más lechuga que jamón, que casi no hay ninguno.
El empleado, inmutable, le respondió:
- Esa es la norma.
Un inspector de precios, que prefirió mantener el anonimato, sólo
porque es miembro del Partido Comunista, declaró a esta periodista: "En
todos los establecimientos se roba. Los dependientes te dicen que tienen que
luchar, que la cosa está mala, y con el jamón que deben servir en
un pan, te sacan dos bocaditos".
Por otra parte, el salario de un dependiente gastronómico asciende a
7 dólares mensuales, por lo que no sería difícil deducir
por qué el robo se ha institucionalizado en la red gastronómica.
Otro tanto puede decirse de la cadena Imagen y Recreatur, donde la ración
de pollo cuesta 25 pesos, y una cerveza, 10. Para el cubano medio resulta muy
difícil acudir a esos lugares.
Esta información ha sido transmitida por teléfono,
ya que el gobierno de Cuba no permite al ciudadano cubano acceso privado a
Internet. CubaNet no reclama exclusividad de sus colaboradores, y autoriza
la reproducción de este material, siempre que se le reconozca como
fuente.
|