El agua no
llegará
José Antonio Fornaris, Cuba-Verdad
LA HABANA, mayo - Muy cerca del Parque Central, en un importante punto de la
ciudad vieja, está la estatua de Francisco de Albear y Lara, diseñador
del acueducto de La Habana inaugurado en 1893. La obra artística -¡qué
bueno!- está siendo remozada. Sin embargo, la antigua ciudad, con su
centro histórico declarado Patrimonio de la Humanidad, carece de un
regular abastecimiento de agua y muchos de sus habitantes sufren la escasez del
líquido.
El abasto de agua potable a la Habana Vieja y a otros municipios de la
capital cubana fluctúa, desde hace algunas décadas, entre lo malo
y lo muy malo. Extensas zonas de lo que fue la parte intramuros de la ciudad
reciben actualmente agua cada varios días.
Es usual, por lo tanto, ver a pobladores del lugar en el trasiego de agua en
tanques transportados sobre carretillas. Unos para autoabastecerse, y otros para
vender el líquido. Una lata de cinco galones, por ejemplo, cuesta entre
dos y cinco pesos en dependencia de si el comprador reside en bajos o en altos.
En la esquina de las calles Lamparilla y Villegas -cuando hay agua, porque
tampoco se la ponen a todo el municipio a la vez- numerosos vecinos portando
todo tipo de recipientes forman una fila larga, larguísima. La fila parte
de un tubo taponeado que antes llevaba agua a una vivienda ahora demolida y es
como manantial divino. Como la tubería está a ras de tierra la
gente abrió un hueco para poder llenar los cubos, las cubetas y todo lo
que sirva para colectar agua.
El desabastecimiento se ha tratado de resolver en parte con camiones "pipa",
o sea cisternas, pero el ciclo de entrega tiene un atraso de tres días.
El chofer de una de estas "pipas" dijo que el viernes pasado dio
dieciocho viajes, pero afirmó: "Yo sirvo a las cisternas chiquitas,
y sólo puedo llenar dos, porque la gasolina que nos asignan no alcanza".
El hombre se refiere a lo trágico de la situación: "La
gente cree que es el "gallego" (se refiere al gerente del acueducto)
quien ha puesto malo el asunto, pero no es así, son los "jefecitos"
(los funcionarios) a los que él les dio carros y motocicletas que para
quedar bien con el gerente no entregan la gasolina necesaria".
Una contradicción es visible en este problema. En distintos puntos de
la ciudad se pueden ver grandes letreros en los que se exhorta a no despilfarrar
agua, sin embargo en el municipio Diez de Octubre -por sólo hacer una
cita- existen más de 600 salideros en lugares públicos. Hay calles
de esa zona donde el agua corre en grandes cantidades. Se sabe de salideros que
llevan años sin ser reparados.
El problema del agua potable en Ciudad de La Habana se agrava por el
deterioro y la poca capacidad del sistema de alcantarillado. El agua se
contamina en diferentes puntos debido a las numerosas roturas de la red de tuberías.
El sistema de alcantarillado de la capital fue construido entre 1908 y 1915
para una población de 600 mil personas. Hoy la ciudad alberga a más
de dos millones 200 mil individuos.
El gobierno de Cuba -el más viejo en su historia: 42 años en
el poder- no ha buscado ni ha dado solución real y definitiva a este
problema. Ha tenido otras prioridades, como la sublevación de América
Latina, guerras en el continente africano, desarrollo de un tremendo aparato
policiaco y de un afinado sistema de propaganda política.
Cuando se terminó la construcción del Acueducto de Albear (que
sustituyó al denominado Fernando VII, que no dio los resultados esperados
por fallas técnicas) entregaba diariamente 200 galones de agua per cápita
a los 200 mil habaneros de entonces. La estructura de la red abastecedora es la
misma de aquellos tiempos con la diferencia que el agua se extrae ahora del
manto freático -el río Almendares actual es nauseabundo- y la
población ha crecido once veces.
La regularización del abasto de agua potable para los capitalinos no
se vislumbra por ninguna parte. Los residentes de La Habana, y muy especialmente
los de su zona vieja, no obstante que ahí está el centro histórico
de la ciudad, seguirán pasando sed, los grifos no echarán nada,
absolutamente nada. Aunque mucho llueva, el agua no llegará.
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