Vida
cotidiana: Chofer de taxi
Lucas Garve, CPI
LA HABANA, mayo - Una joven hizo seña al chofer para detener el taxi.
El conductor arrimó el auto a la acera. "¿Al Vedado?" "Sí".
Abrió la portezuela delantera y montó.
Ya justo en la calle L y 25, pagó los diez pesos al chofer y descendió
sin permitir que éste parqueara junto a la acera. Bajó en plena
calle debajo del semáforo en rojo. Prohibido por el reglamento de la
circulación y transporte de pasajeros.
"Tiene que estar loca", expresó el conductor del carro sin
mediar más. No comenté. Noté que el chofer estaba tenso. "Lidiar
con la gente no es fácil -dijo- cada día que pasa sale gente más
loca a la calle. Estar detrás de un timón hoy es difícil,
pero qué voy a hacer, necesito ganarme la vida. Soy ingeniero químico,
tengo una profesión, pero con ella no hago nada".
Trato de ayudarlo a revalorizar su imagen: "Pero usted es
independiente. Este es su negocio. No está obligado a trabajar para el
Estado. Adiós a las reuniones innecesarias y aburridas. Usted trabaja
para prestar un servicio con su carro y lo que gane es para usted, claro, después
de los impuestos y otros pagos" -apunté.
La opinión sobre el resto no tardó: "Todo es difícil
en Ciudad de La Habana, además del semanario, el pago mensual y el
impuesto anual, los arreglos de esta máquina vieja, tienes que contar con
las multas por cualquier cosa, las revisiones que te hacen en la calle los
inspectores, y llueven las multas que te ponen los "caballitos"
(nombre dado en Cuba a los policías de Tránsito que montan
motocicleta)".
El chofer continúa: "Ayer me pararon tres veces por la mañana,
dos inspectores y un 'caballito'. Luego me fui para la casa, estaba sala'o. El
mes pasado, el anterior y el otro... igual. Están constantemente encima
de nosotros, la presión es enorme. Ahora viene el cambio de chapa: busca
papeles, preséntalos, pierde tiempo. No ganas, pero tienes que pagar el
permiso de licencia igual. Si no salgo con el carro a la calle no gano dinero. ¿Quién
le lleva la comida a mis hijos? Diez pesos diarios para comprar un litro de
leche. Uno tiene ocho años, el otro diez. La merienda para la escuela, y
todo cuesta dinero".
Pese a esta situación, el pasado año hubo un incremento de un
33 por ciento de transportistas privados, según estadísticas de la
CEPAL. En las principales arterias de Ciudad de La Habana la mayoría de
los autos tienen un sello redondo en el lado derecho del parabrisas. El sello de
autorización de transporte de pasajeros. Hoy mismo para moverse rápido
en la capital es obligatorio parar un taxi privado.
Los taxis estatales pagaderos en moneda nacional son incapturables. Si algún
chofer detiene el carro ante su señal de parada tendrá que
ofrecerle una cifra mayor de veinte pesos para que se moleste en pensar si lleva
al solicitante a su destino. Aún así, no es frecuente encontrar
alguno vacío. Los taxistas estatales tienen clientela propia formada por
familiares, vecinos, amigos.
Mas las autoridades cubanas menosprecian la actividad de los transportistas
privados. No los benefician, por el contrario, cada medida instrumentada sirve
para atarles las manos y los pies.
Aparte, no están organizados. No se les permite. Ni siquiera en una
organización auspiciada por el Estado. No conviene que se unan para
plantear demandas. Porque seguro que las tienen. Sí, no es fácil
ser chofer de taxi.
Ya el auto llegaba a la esquina de L y 21. Allí debería
descender. Al final del viaje. Luego, a caminar hasta mi destino. El chofer
doblaría en 21 para retomar la dirección hacia el Sur de la
capital. Había varias personas en la esquina. Hacían señas
para que detuviera el carro. En pocos minutos llenaría el taxi, de
regreso al punto donde me recogió.
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