El día
que "viene" la carne
Claudia Márquez Linares, Grupo Decoro
LA HABANA, julio - Por estos días los habaneros comentan con mayor
frecuencia cómo ha empeorado la crisis de alimentos. Municipios tan
poblados como el Cerro, la Habana Vieja y Centro Habana vieron pasar la última
quincena de junio sin los suministros de huevos (racionados a seis per cápita)
que corresponden por la libreta de "abastecimiento", eufemismo con que
el gobierno designa la cartilla de racionamiento.
Aunque parezca absurdo, la sobrevivencia de la mayoría del pueblo
cubano depende de las migajas alimenticias que deja caer el Estado. La canasta
mensual por persona en la capital (porque en provincias la repartición
varía) consiste en seis libras de arroz, 13 onzas de chícharos,
frijol negro o colorado, un jabón de tocador cada tres meses y uno de
lavar, tres libras de azúcar refinada y tres de azúcar cruda, seis
huevos dos veces al mes y una lata de pescado (de jurel) cada mes.
En conversación con dos coterráneos de la provincia Holguín,
ellos me comentaron: "Aquí los habaneros son millonarios. Nosotros
vivimos en San Germán. Allí nos venden por persona cinco libras de
arroz, tres o cuatro huevos al mes, según le parece al que distribuye, la
mitad de un jabón de tocador cada tres meses, media libra de aceite
comestible dos veces al año y diez onzas de algún frijol".
Respecto a la leche, es sabido que a los niños cubanos se le raciona
y sólo la pueden comprar hasta los siete años de edad. La semana
pasada madres del municipio Cerro se alarmaron cuando la leche que les
corresponde por norma gubernamental en días alternos fue suministrada a
los comercios a cargo de su venta pasadas las cinco de la tarde. Los camioneros
se limitaron a informar: "Hay problemas en la fábrica".
Ahora, el Ministerio de Salud Pública mide y pesa a los cubanos
menores de quince años para -según se dice- "reforzar"
la alimentación a los niños desnutridos.
Según una fuente especializada, que no quiso revelar su nombre, el
llamado "refuerzo alimentario" que se le otorga a esos menores
desnutridos se caracteriza por su gran contenido en carbohidratos.
A pesar que en los comercios dolarizados se puede comprar todo tipo de
carnes, incluso jamones, leche, huevos y queso, la población que no posee
dólares -que es la gran mayoría- tiene que conformarse con media
libra de carne de res pér capita dos veces al año y una libra de
pollo dos o tres veces al año.
Como una variedad "socialista" de la carne se vende, también
de manera regulada, pequeñas porciones del llamado "picadillo
texturizado", famoso por su mal olor y sabor, así como la "mortadella
enriquecida con soya". Ambos "productos alimenticios" se venden
aproximadamente cada tres meses, o sea cuatro veces al año.
Los que conocen en profundidad este contexto alimentario, impuesto hace décadas
por el gobierno, comprenden fácilmente por qué el pueblo de Cuba
no piensa en otro asunto que en comer o en cómo buscar dólares
para adquirir los alimentos. No por gusto la gente pregunta continuamente cuándo
viene la carne, sea la magra ración de res o de pollo. No en vano el día
que "viene" la carne suele ser un gran día, muchas personas
sonríen, las sonrisas son diferentes.
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