Pasarla bien
Manuel Vázquez Portal, Grupo Decoro
LA HABANA, julio - Expocuba está en los confines del mundo. Para
llegar allá, desde cualquier sitio de La Habana, hay que cambiar de ómnibus
no menos de dos veces. Después de pasado el Parque Lenin y frente al Jardín
Botánico Nacional, se alzan sus pabellones de exposición, su mal
apertrechado parque de diversiones y sus cafeterías.
Mi hijo disfruta de sus vacaciones escolares, y quizás hastiado de
tantos baños de mar quiso intentar otras aventuras. Se dejó
seducir por las bondades que muestra la televisión cubana cuando anuncia "el
recinto ferial más grande del país", y me enroló en la
quijotada.
Yo le expliqué que no se dejara tentar por los anuncios, que los
anuncios eran "bolitas para adivinar". El no entendió, y tuve
que contarle la historia. Mira, le dije, iba un hombre anunciando: "¡Vaya,
bolitas para adivinar!" Otro hombre, entusiasmado, compró una. "¡Caramba,
pero esto es porquería!", dijo al darle el primer mordisco. El
vendedor dijo: "Otro que adivinó. ¡Vaya, bolitas para adivinar!"
Mi hijo rió muchísimo pero mantuvo su idea de ir a Expocuba.
Fue un sábado fatal. Después de un viaje intergaláctico
y de haber pagado nuestras entradas nos enteramos de que no había agua en
la instalación, que las cafeterías no podían atender al público,
que el mirador estaba cerrado y que los avioncitos estaban descompuestos. Habíamos
salido temprano y el niño tenía hambre. Recorrimos todos los
lugares. En todas partes nos decían lo mismo. "Hay una rotura grandísima
y no tenemos agua". Miraban para otro lado y nosotros seguíamos
caminando.
Al filo de la una de la tarde, sin guía alguno que nos indicara dónde
hallar aunque fuera la gallina de los huevos fritos, descubrimos, dentro de uno
de los pabellones expositivos, una cafetería llamada La Solera. Qué
dicha. Había bocaditos y entremeses. Y una colaaaaaaaaaaa, que pa'qué.
Ahí el niño se puso las botas y yo por poco pierdo los bolsillos.
No voy a hablar de precios, ya me aburre semejante contabilidad. Suerte que mi
esposa había tenido la previsión de llevarle agua. No había
un dichoso refresco en la cafetería, como no fuera en divisas. Me aterré.
¿Y quien no hubiera llevado agua o no tuviera divisas?
Pero bueno, como dice el anuncio televisivo, en Expocuba pasarla bien es muy
fácil. Había tres ponies para una cola de cuarenta niños,
unas bicicletas aéreas para mayores de doce años, una montaña
rusa con un solo carro, cuatro botes de remos en un estanque de diez metros y
sobre todo muchas, muchas personas con deseos de pasarla bien.
Qué bueno que el día en que la televisión fue a filmar
su spot todo estaba funcionando. Así uno se hace la idea de que en La
Habana hay un sitio agradable y vive con esa esperanza, por lo menos hasta que
va.
Esta información ha sido transmitida por teléfono,
ya que el gobierno de Cuba no permite al ciudadano cubano acceso privado a
Internet. CubaNet no reclama exclusividad de sus colaboradores, y autoriza
la reproducción de este material, siempre que se le reconozca como
fuente.
|