CUBANET .INDEPENDIENTE

27 de julio, 2001


Las grietas del sistema

Ramón Díaz-Marzo

LA HABANA, julio - Recientemente tuve necesidad de ir al palacio de computación en Ciudad de La Habana en busca de información. Daba por seguro que encontraría un amplio surtido de disquetes de computadora de 3.5 conteniendo diccionarios etimológicos y de sinónimos del idioma español. También di por seguro encontrar disquetes 3.5 con textos de diversos temas que pudieran interesarme. Les aseguro que no fui al palacio de la computación en función de periodista independiente. Al contrario, en mi fuero interno pensaba que si algún servicio en Cuba funcionaba bien era el de la informática del Kremlin nacional. Este convencimiento nacía del hecho de que por estos días el gobierno cubano ha reconocido lo importante que es la informática para el desarrollo del país, además del hecho de miles de computadoras distribuidas en escuelas primarias y clubes juveniles en casi todo el territorio nacional. Mas parece que los periodistas independientes, dondequiera que nos hallemos, estamos condenados a encontrar las grietas del sistema.

Cuando llegué al palacio de la computación expuse el propósito de mi visita a la persona ubicada tras un pequeño buró cerca de la puerta. Una muchacha con carita de no saber mucho de nada. Ella descolgó el teléfono y dijo: "Aquí estuvo un compañero que quería..."

"¡Estuvo no, está!" -señalé con amabilidad.

Entonces la joven apuntó su carita inocente hacia mí, y me señaló: "La compañera que atiende la biblioteca se encuentra en horario de almuerzo".

"¿Podría yo adelantar la gestión -pregunté- e ir a esperar en la biblioteca?"

La muchacha me miró con cara de no saber qué contestar, pero reaccionó: "Sí, suba".

"¿Dónde es?" -inquirí.

"Suba la escalera. En el primer piso, la primera puerta a la izquierda" -indicó.

"¡Gracias!" -me despedí de ella.

No los demoraré con detalles inútiles. Iré al grano. La actual biblioteca del palacio de la computación, situado en la intercepción de las calles Reina y Amistad, en el municipio Centro Habana, no tiene banco de información que ofrecerle al público. En los estantes vacíos se pueden ver tres o cuatro libros en inglés. Nada más.

Después, conversé con varios trabajadores del lugar. Es decir, yo insistía en conseguir los disquetes de marras. Les expliqué cuál era mi necesidad, pero ellos me confesaron que la biblioteca estaba "pelada".

"Apenas hemos recibido donaciones en los últimos años. Aquí la única información que disponemos se encuentra archivada en discos de 5 3/4, que ya no se usan. Esa información tendríamos que transferirla a disquetes de 3.5, pero la única computadora que tenemos con torre de 5 3/4 está rota" -explicó uno de los empleados.

Antes de marcharme, observé a niños, adolescentes, jóvenes y adultos distribuidos por el salón de la planta baja, frente a las computadoras. También supe que en ese momento varios profesores se encontraban en las aulas. No obstante, se percibía en el ambiente indiferencia, quizás resentimiento. Era como si los trabajadores del palacio no aceptaran que el proyecto de convertir aquel sitio en centro de la informática nacional quedó abandonado desde los 90 del siglo pasado.

Ese día no hice el papel del malo de la película. Les expliqué que la causa del abandono y ruina del proyecto podría ser por el aislamiento de Cuba luego del final del totalitarismo socialista en el mundo.

Al salir del palacio, y como última esperanza, me encaminé hacia el club de computación del municipio Habana Vieja. Buscaba lo mismo: disquetes 3.5 con diccionarios en español. Allí me dijeron que no disponían de tales disquetes ni de programas de procesar textos en ningún idioma. Incluso, obtuve la noticia de que las máquinas de ese lugar colapsaron colectivamente a causa del virus traído por algún usuario en sus discos.

Al momento de terminar esta crónica escuché por la emisora nacional Radio Reloj la noticia de que en unos meses inaugurarán un centro de computación altamente sofisticado en la privilegiada zona de Cubanacán, donde se impartirán cursos a jóvenes especiales. La información, divulgada a bombo y platillo, me preocupa. ¿A esta nueva obra revolucionaria le ocurrirá igual que a los palacios de computación de Centro Habana y la Habana Vieja?


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