Eduardo Chibás:
conspiración para el olvido
Manuel David Orrio, CPI
LA HABANA, julio - Todo parece indicar que en el cementerio Cristóbal
Colón, de La Habana, una conspiración para el olvido marcha viento
en popa. No es de extrañar: bien conocidas son las manipulaciones de la
historia nacional propias de la Cuba de Fidel Castro, no sólo debidas a
una constante politización de los hechos históricos, sino a cierto
rasgo de la idiosincrasia cubana, magistralmente descrito por el fallecido
historiador Manuel Moreno Fraginals, quien afirmó que una deficiente
percepción del tiempo histórico entre los hijos de la tierra de
José Martí conduce a un notable irrespeto por la memoria colectiva
de la nación.
A menos de un mes del quincuagésimo aniversario de su trágico
fallecimiento, la tumba del hombre cuya muerte llenó de dolor a todo el
país, y en cierto sentido avisó de los acontecimientos que harían
de Cuba lo que hoy es, permanece en un deliberado olvido. Cualquiera diría
que Eduardo Chibás, el destacado político y fundador del Partido
del Pueblo Cubano (Ortodoxo), no tiene quien le escriba. Ni siquiera está
presente,la bandera cubana que durante más de cuarenta años acompañó
a su sepulcro. Es de esperar, por lo tanto, que la conspiración en marcha
pretenda pasar por alto el aniversario que tendrá lugar el próximo
16 de agosto, conmemorado casi religiosamente desde el primer año de su
muerte.
Bien conocido es hasta dónde el pensamiento de Eduardo Chibás
inspiró a quienes lucharon contra la dictadura de Fulgencio Batista. "Sin
lo que hizo Eduardo Chibás, sin el civismo y la rebeldía que
despertó en la juventud cubana, el 26 de julio no hubiera sido posible",
afirmó Fidel Castro ante la tumba hoy olvidada, el 16 de enero de 1959.
Fuentes en La Habana aseveran que las condiciones para poner en marcha una
conspiración para el olvido se dieron tras el fallecimiento de Conchita
Fernández, quien fuera secretaria personal de Eduardo Chibás y una
destacada militante ortodoxa, la cual abrió el camino para decir adiós
a la tradicional peregrinación que se hacía todos los 16 de agosto
en el cementerio habanero a fin de honrar la memoria del político y
periodista cubano, famoso por su intenso compromiso con la libertad de expresión,
hoy prisionera de la censura oficial isleña.
Sin embargo, el origen de lo que parece sucederá es más
profundo. Eduardo Chibás no sólo fue un demócrata
consecuente, sino además un anticomunista profundo. Pese a ello, es
evidente que a la altura de 1995 el gobierno de Fidel Castro intentó
incorporar su memoria al discurso oficial, un poco jugando a los nacionalismos.
Nunca como en ese año se honró en Cuba a la memoria del líder
ortodoxo. Aunque fue silenciado su anticomunismo, en flagrante contradicción
con el pensamiento político de Fidel Castro. Incluso, se le intentó
hacer ver como algo parecido al orgulloso maestro del actual mandatario cubano.
Semejante intención fracasó. Tanto en el exilio como desde las
plumas del periodismo independiente cubano, distintas voces se alzaron para
mostrar las incompatibilidades esenciales entre el chibasismo y el castrismo. "Castro
quiere robarse a Chibás", apuntó desde Miami su principal biógrafo,
Luis Conte Agüero, y los hechos posteriores mostraron a sectores de la
disidencia isleña que se organizaron en torno al pensamiento del político
ortodoxo.
Por lo pronto, varias pistas indican que se pretende sepultar a Chibás
en el olvido. Desde el año pasado la prensa oficiosa descartó el
tradicional artículo que siempre conmemoró la fecha de su muerte.
El simple hecho de que en su tumba no esté la bandera cubana que siempre
la acompañó es todo un dato, como lo es que no se hubiera
aprovechado aquella oportunidad de 1995 para profundizar en el pensamiento del líder
ortodoxo, en el que está presente una notable anticipación a los
debates globales de hoy. Se ha acusado a Eduardo Chibás de simbolizar al
característico desequilibrio de la vida política cubana. Pero es
en Chibás donde se encuentra el fundamental equilibrio de manifestarse
contra el derecho de veto en Naciones Unidas, al tiempo que se promueve el
principio de soberanía estatal limitada por los derechos humanos. A
izquierdas y derechas, sin dudas, algo bien subversivo.
Por ver está qué sucederá el próximo 16 de
agosto. En 1995 ondeaba una bandera cubana, desteñida y orgullosa, aunque
ausente el ramo de flores. Hoy, ni flores ni bandera. La conspiración, en
marcha, ¿se la podrá detener?
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