Una vieja
carta a Pablo Neruda
Tania Díaz Castro, UPECI
LA HABANA, julio - Hace treinta y cinco años el poeta chileno Pablo
Neruda, autor de numerosos libros de poesía y de gran fama mundial,
recibió una carta firmada por un nutrido grupo de escritores cubanos,
cineastas, músicos y jóvenes de "brigadas literarias"
pertenecientes todos a la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba
(UNEAC).
No se trata de una simple carta que merece ser echada al olvido, puesto que
es una muestra más de la intolerancia que padecen los regímenes
totalitarios. En esa misiva los escritores más destacados de la isla
cuestionaban las actividades personales del poeta extranjero, relacionadas con
el Pen Club y su visita a Estados Unidos, efectuada en agosto de 1966.
Se le reprocha a Neruda dejarse utilizar y, entre líneas, se
vislumbra la ironía de haber sido cortejado con prebendas. "El poeta
de América" había aceptado una condecoración impuesta
por el gobierno peruano y un almuerzo cordial con el entonces presidente Belaúnde,
"olvidando así los focos guerrilleros en las montañas del Perú".
Claramente, también se le acusaba de dejarse comprar por los
imperialistas y se le comparaba con una materia prima que se puede adquirir a
cambio de dinero. La carta no puede ser más irrespetuosa y ofensiva. En
ningún momento se analizó el propósito de las actividades
del poeta chileno, que formaban parte de un intercambio de intelectuales y
estudiantes entre Estados Unidos y América Latina.
¿Es que acaso Neruda, un hombre de larga trayectoria intelectual, tenía
que pedir permiso al gobierno cubano para realizar sus propósitos
personales? ¿En algún momento quien o quienes redactaron la carta
pensaron en el respeto que inspira el derecho de todo ser humano? Para los
firmantes, Neruda se prestó a un juego hasta convertirse en "un
simio de salón en comparsas de coloquios yanquis".
Pablo Neruda no quedó del lado de la intelectualidad cubana de forma
inequívoca ni de ninguna otra forma. A esta extensísima carta, que
pretendía dar lecciones de comportamiento marxista, respondió el
poeta con unas breves líneas, apenas cuatro párrafos cortos, donde
expuso: "...tengo una inquietud más realista que las de ustedes. Por
la forma en que se están tratando diferencias que van más allá
de mi persona, me permito llamarlos a ahondar..."
Lo más interesante de esta historia fue la postura adoptada por el
viejo poeta con los escritores cubanos durante los años que le quedaban
de vida. Nunca más visitó la isla. En su autobiografía "Confieso
que he vivido", libro prohibido en Cuba, Nicolás Guillén y
Roberto F. Retamar no quedaron bien parados.
Por último, el tiempo se encargó de escribir el final de esta
triste historia: muchos de los firmantes de la carta están en el exilio
hoy. No precisamente por "la penetración imperialista en el campo de
la cultura", sino por grandes deficiencias por parte de las autoridades políticas
que malentendían ese campo, como lo llegó a confesar en 1989 Abel
Prieto, ahora ministro de Cultura.
Sin embargo, muchos escritores miembros de la UNEAC no firmamos aquella
carta enviada a Neruda un 25 de julio de 1966, hace exactamente treinta y cinco
años.
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