El ciclo:
cada día más imprescindible
Lázaro Raúl González, CPI
HERRADURA, julio - Casi forzosamente en los últimos años la
bicicleta se ha convertido en el brazo, o en el pie, derecho de una buena parte
del pueblo cubano. En esos aparatos viajan por igual el campesino que vive en el
poblado y va hacia su finquita, que el catedrático universitario que se
traslada hasta el centro de altos estudios.
Pero, fuera de toda duda, el ciclo es más imprescindible para las
capas bajas de la población. A quienes viven en provincias y no devengan
un salario suele vérseles en la ceba de un puerquito o en la cría
de pollos, para cuando aparezcan habaneros que cambien bicicletas por carne
aprovechar la oportunidad y hacerse de la suya, aún a cambio del alimento
que también ellos necesitan.
El hecho es que una bicicleta se ha convertido en un medio imprescindible
debido a la falta de transporte público. Por ejemplo, en lugar de ponerse
a esperar "botella" (auto-stop), que es casi como pedir limosna a los
pobres, la mayoría de los que viajan de Herradura a Consolación (a
unos 14 kilómetros de distancia), al Entronque (8 kilómetros) o a
San Diego (20 kilómetros) optan por pedalear sobre sus ciclos y "darle
pa'lante", tal y como insta la propaganda oficialista en algunos carteles.
Y cada día son más apremiantes las urgencias de movimiento
pues Liborio (el pueblo) tiene que ir a Entronque a conseguir un poquito de sal
o a Consolación a ver si puede hacerse una radiografía o a la
farmacia de San Diego en busca de un medicamento. La bicicleta suple a los demás
medios, sea auto, tren o cualquier otro, a cualquier hora. Es el ciclo algo
grande para Liborio.
Si se trata de un trabajador de vaquería, de granja agraria u otra
entidad estatal en la que sea posible "cargar con algo", la bicicleta
ofrece autonomía y seguridad al que pueda llevarse un galón de
petróleo, dos litros de leche o un poco de pienso. Es el ciclo fiel compañero,
pues no sólo carga lo ilegal sino que además guarda el secreto.
Sin embargo, debido a la mala calidad de los neumáticos y de las cámaras
que hasta el momento se han comercializado en la isla, es común ver a
Liborio tanto sobre la bicicleta como caminar a su lado. También se ve
frecuentemente a hombres maduros que hacen un gran esfuerzo para reprimir las
ganas de llorar ocasionadas por el reventón de una goma de apenas dos
meses de uso y que le costó 200 pesos.
La escasez de neumáticos y cámaras propició el
florecimiento de las poncheras. En Herradura, un pueblito bastante pequeño,
funcionaban siete privadas y una del estado, además de las que tienen las
empresas.
También aparecieron los "costureros de gomas" -¿nueva
profesión?- que se han especializado en remendar los neumáticos
reventados o que no pueden resignarse a botar lo que ya no sirve.
No obstante, en los últimos meses la situación ha mejorado
pues ha aumentado la oferta de ese producto en los diversos comercios estatales
que ha propiciado una rebaja en los precios impuestos por los
acaparadores-revendedores de neumáticos. Asimismo, salió a la
venta un nuevo modelo de goma, 26 y 28, que se presume es de calidad muy
superior a la de sus predecesoras.
La situación pudiera mejorar aún más pues, según
la directora de la empresa de la goma "Conrado Piña", esa
industria se propone producir 700 mil neumáticos para ciclos este año,
lo que significaría al menos un 25 por ciento de las necesidades
estimadas, ascendientes a casi 3 millones en todo el país.
Todos los Liborios de la isla estamos esperanzados en que esta vez la "Conrado
Piña" cumpla su plan. Porque de la esperanza, ¡y de la
bicicleta!, vive el pobre aquí. ¡Ambas nos son imprescindibles!
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