La vida a
cambio
Lucas Garve, CPI
LA HABANA, julio - Podrá parecerle una locura afirmar juntos que los
suicidas cubanos se apropiaron de una manera nueva de conseguir sus objetivos,
pero no estará muy lejos de la realidad si se decide a analizar conmigo
varias evidencias que apoyan tal afirmación.
Primero, les brindo algunas informaciones breves: entre 1979 y 1986 el número
de suicidios aumentó a un ritmo promedio de 2,8 por ciento. Entre
1981-1985, 2,169 personas se quitaron la vida, según cifras del Anuario
Estadístico de Cuba (1986). ¿Eran felices aquí?
Tradicionalmente, los suicidas cubanos utilizaron vías bastantes
cruentas: ahorcamiento, envenenamiento, quemarse. También las causas de
suicidios estaban motivadas por desengaños existenciales: amorosos,
profesionales, pérdidas de personas queridas, depresiones que fatalmente
no lograron rebasar.
Mas, actualmente, muchos cubanos se autoinmolan de una forma más
lenta, pero no menos efectiva. El alcoholismo constituye, hoy por hoy, una de
las vías más eficientes para quitarse lentamente la vida. Pues
bien pueden llegar a su fin al desarrollar enfermedades provocadas por el
consumo inmoderado de alcohol. Además de contar con otra vía más
expedita y también ligada al alcoholismo de una u otra forma: los
accidentes de tránsito.
Hace dos años, en 1999, hubo 5,188 fallecidos por accidentes de tránsito.
En el período 1993-99 hubo un incremento de 1,4 por ciento de ese tipo de
accidentes, si nos atenemos a los datos del anuario estadístico de 1999.
El 5 de julio de 2001, en una entrevista publicada en el periódico
Granma, la doctora Elisa Gálvez, profesora auxiliar de medicina legal y
jefa del grupo de accidentes de tránsito, afirmó que una de cada
tres víctimas de accidentes se encontraba bajo los efectos del alcohol.
En la década de 1990 al 2000, en el 70 por ciento de los accidentes
de tránsito se hallaron implicados choferes en estado de embriaguez.
Particularmente grave en la región oriental del país donde las víctimas
por accidentes de tránsito embriagadas están en relación de
uno por uno.
Si unimos estos datos al incremento del 1,3 por ciento anual de los
fallecidos por causas de cirrosis, el número de decesos vinculados
potencialmente o de hecho al consumo inmoderado de alcohol, el fenómeno
alcanzará una proporción mayor.
Por otro lado, bien vale destacar un dato aparecido en la entrevista de la
citada especialista en medicina legal: los fallecidos en casos de accidentes
bajo el efecto del alcohol, en mayor número contaban con edades entre 30
y 60 años.
¿Qué sucede con mujeres y hombres que al arribar a la vida
activa en algunos casos, y estar a las puertas del segundo estadio de la vida en
otros, encuentran la muerte de forma tal? ¿Ocurrirá en ellos un
proceso de desvalorización personal que los empuja a convertirse en
enemigos de sí mismos? Es muy posible. ¿Por qué la gente
joven poseedora de una educación generalmente buena, posibilidades reales
de desarrollo profesional y otros beneficios, según la propaganda
oficial, escogen el camino de la autodestrucción al convertirse en víctimas
del alcohol y, de esa forma, aceleran la muerte? ¿Constituirá de
hecho un camino paralelo y menos cruento que el de otras vías para el
suicidio?
Quizás usted también estime que un individuo joven es una
persona llena de esperanzas e ilusiones, y con tales características
personales no pensará en despreciar la vida.
Sin embargo, examinemos las condiciones reales de vida de los cubanos y
encontraremos algunos indicios que pudieran señalarnos el camino que nos
lleve hacia una conclusión válida.
Desprovistos en buen número de condiciones materiales que constituyan
asideros concretos para sobrevivir en medio de tantas dificultades, ellos han
concebido un sentido de desarrollo existencial basado en un criterio inclinado
hacia "lo perecedero", sentido que los empuja a "jugar a la
ruleta rusa" con su vida.
Si no, dígame usted qué significa el hecho de que sean
adolescentes y jóvenes -en ocasiones acompañados por muchachas de
sus mismas edades- quienes arriesgan la vida al agarrarse de un vehículo
en marcha, para ser remolcados sobre sus bicicletas. Numerosos han sido los
muertos por esta causa, al parecer, tan trivial.
¿Tal es la búsqueda de emociones fuertes en estos jóvenes
que los empuja a no pensar en sus propias vidas? La realidad cotidiana nos lleva
a pensar así. Detrás de esta concepción pesa mucho,
evidentemente, el criterio de desvalorización existencial que impera en
la actual sociedad cubana.
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