CUBANET... INTERNACIONAL

Julio 12, 2001



"Paranoia" en Cuba

Lunes, 09 de julio de 2001 - 22:43 GMT . BBC News Online.

Nadie habla abiertamente en Cuba. Todos incluidos los corresponsales extranjeros creen que el régimen tiene ojos y oídos en todas partes. Fidel Castro lleva 42 años en el poder.

El corresponsal de la BBC en Cuba, Daniel Schweimler relata su experiencia

He cambiado los nombres de todas las personas que aparecen en este artículo para protegerlas. Me parece que eso es lo más adecuado en un país en el que nadie confía en nadie.

Por ejemplo, mi electricista. Yo siempre le llamé Ramón. No es que fuera muy bueno pero nunca nos cobraba por sus servicios. Nos dijo que quería ser nuestro amigo, así que nos pareció bien.

Más tarde, descubrimos que cuando no estábamos en casa se dedicaba a inspeccionar nuestras cosas y que era miembro del ala juvenil del Partido Comunista de Cuba.

Para un periodista cubano sólo existe una tarea: promover los ideales de la revolución y nunca criticar la maquinaria del Estado.

A nosotros, los periodistas extranjeros, se nos tolera como un mal menor, pero las autoridades desconfían de nuestras actividades y consideran que es obligación de cualquier ciudadano cubano informar de nuestros movimientos.

La historia se repite

Hace poco releí Nuestro hombre en La Habana de Graham Greene, un libro en el que la línea que separa la paranoia de la realidad es muy, muy fina. Al personaje central de la historia, Wormold, le advierten: "Ten cuidado con todo el mundo".

El libro se centra en los últimos días del corrupto régimen de Batista, previos a la revolución. Nadie sabía en quién confiar y había un policía en cada esquina. Igual que ahora.

En las escasas ocasiones en que los cubanos hablan de política, siempre comprueban que nadie esté escuchando y bajan la voz.

El nombre de Castro nunca se menciona. En su lugar, los cubanos se tocan la barbilla para indicar que están hablando del hombre de la barba.

Desmayo

Hace unos días, cuando Fidel Castro se desmayó en un acto público, los cubanos entendieron por primera vez que el único líder que muchos de ellos han conocido, no es invencible.

Pero el aparato estatal se puso inmediatamente en marcha. Los teléfonos celulares de muchos corresponsales extranjeros dejaron de funcionar, y la policía salió a patrullar las casas de los disidentes políticos.

Pero Fidel se recobró y muy pronto volvió a la acción. Se registraron las reacciones de los ciudadanos. En cada calle, en cada bloque de apartamentos hay un Comité de defensa de la Revolución. Son los ojos y los oídos de la máquina del Estado.

Mi auto está marcado claramente como miembro de la prensa extranjera y la policía toma nota del número de la matrícula abiertamente, a cualquier hora del día.

Y luego está lo de los teléfonos. Poco tiempo después de llegar a La Habana mi teléfono sonaba cada hora en punto, durante toda la noche.

La Habana es una ciudad pequeña en la que todos se conocen. Al no haber prensa libre, los chismes van de boca en boca y los rumores son muy efectivos.

El único modo de llegar a algo en Cuba es ser parte del aparato del poder.

Yo creo que no tengo nada que ocultar y aún así me he acostumbrado a no decir a la gente más de lo que piense que necesiten saber.

Y ahora ciertamente siempre bajo la voz si sospecho que puede haber alguien escuchando desde fuera.



Traducción: CubaNet

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