Dieta
reforzada
Manuel Vázquez Portal, Grupo Decoro
LA HABANA, julio - Hace un par de meses fuimos sorprendidos por un extraño
rebumbio. En las escuelas comenzaron a medir y pesar a nuestros niños.
Algún escondido detalle hacía sospechar que no alcanzaban las
proporciones indicadas para sus edades. Los consultorios de los médicos
de familia se unieron al empeño. El rumor popular dio por propalar
comentarios. No se sabía a ciencia cierta con qué fines se llevaba
a cabo tan vertiginoso estudio.
Los resultados no fueron alarmantes pero tampoco tranquilizadores. Un
notable número de niños no alcanzaban el peso ni la talla que debían
mostrar según sus edades. Otros comentarios, esta vez sobre lo que se le
asignaría como cuota especial a los niños bajo-peso, circularon
por todos los barrios.
Una nueva tarjeta de distribución de alimentos vino a dar respuesta a
las expectativas de la población. Los niños bajo-peso recibirán,
a partir de este mes de julio, una dieta reforzada.
La dieta, según pude verificar en una de las tarjetas entregadas a
las madres de los niños con deficiencia de peso, consta de cuatro tickets
que extienden su validez hasta el próximo octubre y por los cuales se le
otorga al niño deficitario un módulo alimenticio mensual
consistente en dos libras de arroz, dos libras de chícharos, dos libras
de frijoles, tres libras de pastas alimenticias (macarrones, coditos,
spaquettis) y una libra de aceite vegetal.
Frente a tan inesperada y suculenta abundancia he escuchado las más
disímiles apostillas. Hay quienes opinan que se trata de un buen alivio
para las familias beneficiadas. Hay quienes creen que con eso no engorda ni una
"chinchila". Otros afirman que se trata de "lo mismo con lo mismo",
es decir: arroz con frijoles. Mientras alguien, con toda la campechanía y
jocosidad cubana, no temió preguntar: "¿Y la carne qué
volá? Sin fibra de verdad no hay músculo ni hueso que pese. El fuñío
sin carne se queda fuñío, todo lo demás se convierte en
flores de letrina".
Frente a lo aplastante de la última opinión no pude más
que sonreír, tristemente, pensar en lo abrumadora que se nos hace la
realidad en esta parte del planeta que llaman Tercer Mundo y rogarle a Jesús
que repita acá el milagro de los panes y los peces, porque él sabe
bien que no sólo de arroz con chícharos vive el hombre.
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