Cuba y sus
animales desamparados
Tania Díaz Castro, UPECI
LA HABANA, julio - Si "el progreso de una nación y su grandeza
moral pueden ser valorados por la forma de tratar a los animales", como
bien dejara escrito el filósofo y patriota indio Mahatma Gandhi, alma del
movimiento de independencia de su país, la Cuba de Fidel Castro está
muy lejos de poseer grandeza moral y mucho menos de ir hacia el progreso.
A partir del año 1959, fecha que da inicio al gobierno castrista,
desaparecen de la isla distintas organizaciones privadas cuya finalidad era
proteger a los animales abandonados en la vía pública, como el
recordado Bando de Piedad, el Asilo la Misericordia, ambas ubicadas en las
afueras de la capital cubana, y otras.
A lo largo de varias décadas el país ni siquiera ha contado
con una ley, decreto o reglamento que sirva para proteger a los animales. La
Asociación Cubana para la Protección de loa Animales y las Plantas
(ACPAP) es la única que existe, a partir de 1987 en que se fundó,
y lleva muchos años tratando de que se apruebe un anteproyecto de ley de
protección animal y de control de la población canina, algo que, a
todas luces, es bastante difícil de lograr en país donde por
ejemplo sí se aprueban de inmediato leyes para reprimir y condenar a
prisión a los periodistas independientes.
Por cualquier calle cubana deambulan perros y gatos depauperados, en
ocasiones con sarna, sin que se haga todo lo necesario para evitarlo. La ACPAP
no cuenta con ningún medio para contribuir en algo a la solución
de estos espectáculos tan deprimentes que afectan incluso a la población
menor, la que juega en las calles a veces en compañía de animales
enfermos y sin dueño.
Según la presidenta de la ACPAP, Nora García, esta asociación
no está autorizada a solicitar donaciones, ni nacionales ni extranjeras,
como ocurre en tantos países. Recientemente, por orden gubernamental,
hasta han suprimido los diez consultorios veterinarios cuya iniciativa fue de
los propios miembros, algo similar a los consultorios del médico de la
familia, y que servían de mucho, sobre todo en zonas apartadas donde no
hay clínicas veterinarias del estado. En Ciudad de La Habana los dueños
de animales afectivos sólo cuentan con la Escuela de Veterinaria, anexa a
la Universidad, donde laboran diariamente seis o siete médicos.
Por la falta de amparo estatal, los miembros directivos de la ACPAP se
quejan constantemente en las reuniones que se celebran en sus respectivas
viviendas, pues a lo largo de más de trece años de fundada esta
asociación, no han recibido beneficio alguno para acometer un trabajo de
gran importancia social. Uno de los objetivos principales es controlar a nivel
nacional las peleas de perros conocidos como "de presa", cuyos dueños
sólo piensan en las ganancias y no en las condiciones físicas en
que quedan sus animales, entrenados y obligados a hacer uso de la violencia más
despiadada, en un país donde, desgraciadamente, el estado olvida quién
es el mejor amigo del hombre.
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