A punto de
desplomarse el hotel La Palma
Miguel Sigler Amaya
MATANZAS, julio - Majestuoso se alzaba el hotel La Palma en el centro de
Pedro Betancourt, poblado situado en la provincia cubana de Matanzas. Los más
viejos de esta localidad afirman que fue edificado alrededor de 1910 y que era
una de las mejores instalaciones de ese tipo en toda la región.
El edificio de dos plantas alojaba cómodamente a todos los forasteros
que pasaban por el lugar e incluso a algún que otro local. Sus
habitaciones, amplias y confortables, tenían paredes decoradas
perfectamente. El piso rojo, aunque de cemento pulido, permanecía pulido
como un espejo. Alfombras traídas del extranjero daban un toque singular
a cada uno de los cuartos, así como las lámparas que colgaban del
techo.
Por su precio módico, La Palma era muy frecuentado. Permanecía
lleno casi todo el año. Allí se alojaban desde rudos campesinos de
ropa rústica y botas de montar con espuelas, hasta ricos acaudalados cuyo
vestuario estaba a la par de la moda de París o New York.
Algunas fuentes recuerdan que allí se hospedó la condesa tal o
la artista fulana, muy famosas ellas.
En ocasiones, los dueños de La Palma rebajaban las tarifas del
hospedaje principalmente a las parejas de recién casados que pasaban allí
su luna de miel.
Cuentan que los dueños del hotel eran personas especiales que
trataban a los alojados como a su propia familia.
Siempre estuvo La Palma bien pintado y remozado, ofrecía servicio de
habitación y la cocina era de calidad excelente.
Pero, ¿qué le ocurrió a este hotel?
En la década del 70 del siglo XX la escasez de viviendas en el pueblo
y el gobierno comunista lo convirtieron en una especie de cuartería.
Desde ese momento más nunca pintaron sus paredes y techos, ni lo
remozaron. La gente que allí fue alojada destrozó lentamente la
estructura. La última familia salió del lugar en 1980.
De ahí en adelante La Palma fue usado para hacer necesidades fisiológicas
de todo tipo, por parejas que realizaban allí sus contactos sexuales y
hasta como garito de juegos prohibidos.
Todo lo útil que quedaba fue saqueado: puertas, ventanas,
interruptores eléctricos, grifos, hasta parte del techo. Las paredes se
agrietaron, la estructura se debilitó y hubo derrumbes parciales. Malezas
y hierbas crecen hoy en lo que le queda de techo al hotel.
Por su parte, el historiador del pueblo dice que La Palma es un monumento
municipal pero que no hay recursos, ni monetarios ni materiales, para
reconstruirlo.
Paradójica y burlonamente, frente a las ruinas de La Palma construyen
un comercio dolarizado de la cadena Rumbos. En Pedro Betancourt han edificado
ocho tiendas dolarizadas. Se erigieron en tiempo récord. No faltaron
recursos para esto, ni materiales ni monetarios.
Entretanto, los habitantes de Pedro Betancourt parecen como resignados ante
el inminente derrumbe del querido hotel La Palma. Esperemos, al menos, que
cuando caiga este monumento no aplaste a ninguno de los numerosos pobladores que
diariamente transitan por el lugar.
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