Una nueva generación formada por los hermanos Castro espera el
testigo para tratar de mantener el régimen en Cuba
Mauricio Vicent | La Habana. Domingo, 1 de julio de 2001.
El País
'¿Y después de Fidel, qué?'. La pregunta, formulada a
bote pronto a un cubano de a pie minutos después de que el líder
comunista sufriese un desmayo el sábado 23 de junio, en medio de un
discurso, tuvo contestación inmediata: 'Lo primero, reja pa'la casa', es
decir,proteger la vivienda ante cualquier circunstancia. La reacción del
joven, cuando aún no se conocía la gravedad de lo sucedido, fue
además de ingeniosa, reveladora: como él, muchos cubanos, desde
los fidelistas a los más acérrimos desafectos, contemplan con
incertidumbre y hasta temor el futuro después de la muerte de Castro.
Aunque en apariencia sólo fue un susto, el breve soponcio que le dio
al líder máximo hace ocho días en La Habana cuando llevaba
dos horas hablando bajo el sol, provocó un estremecimiento nacional; y éste
sirvió para dos cosas. Primero, hizo que, de sopetón, la gente
cayese en la cuenta de un hecho evidente, pero que hasta ese momento muy pocos
se planteaban: que Fidel Castro es humano y mortal. En segundo lugar, puso en
primer plano un tema sensible del que en la isla raramente se habla: el de la
sucesión del Comandante.
La revolución no peligra, dice Castro, porque en el Gobierno hay jóvenes
que defienden con igual o más fuerza el socialismo
Desde luego, Castro es humano y mortal. Pero para muchos en Cuba hasta
el pasado 23 de junio este tema no era un asunto preocupante. La inercia de 42 años
de 'revolución victoriosa' y la imagen del líder, que pese a sus
74 años mostraba una vitalidad envidiable y era capaz de hablar siete
horas seguidas, crearon alrededor de él un halo de eternidad. En
numerosas ocasiones, el propio Castro se ha referido a su sucesión. Sus
ideas sobre este asunto son conocidas: la revolución no peligra, pues
desde hace años los líderes históricos comparten las tareas
de gobierno con dirigentes jóvenes que, asegura Castro, defienden con
igual o más fuerza los principios socialistas.
Es visible que desde hace años el mandatario se ha rodeado de jóvenes
salidos de la Unión de Jóvenes Comunistas o de la Federación
de Estudiantes Universitarios (FEU). La mayoría, después de
trabajar un tiempo cerca de él, pasaron a ocupar puestos relevantes.
Entre ellos está Felipe Pérez Roque, de 36 años, quien
durante siete fue su ayudante personal y desde hace dos es canciller; también
Carlos Lage, de 49, que es vicepresidente y lleva las riendas de la economía.Más
jóvenes aún son Carlos Valenciaga, su actual secretario, y Hassan
Pérez, presidente de la FEU, junto al líder en todos lados. Ellos
mismos se han ocupado de desmentir la imagen de aperturistas que algunos cubanólogos
les han querido atribuir.
Bromeando -o no-, Roque ha definido a los dirigentes como él de
'muyahidines de la revolución' y en la calle los calificativos van más
allá. 'Son talibanes, y quien piense que la cosa aflojará si ellos
son el relevo, se equivocan', dice Yunieisi, una ingeniera. Yunieisi cree que el
desmayo de Castro 'sí es importante'. 'Si un simple desmayo provoca tal
conmoción, pese a que los mecanismos de sucesión ya están
previstos, imagínese lo que pasará cuando de verdad falte Fidel'.
Lo que dice esta joven tiene sentido: durante los 15 minutos que duró
la lipotimia de Castro hubo un desconcierto general. 'Unos lloraron, otros lo
celebraron, pero todo el mundo se preocupó. La gente intuye que Fidel es
el equilibrio y que sin él puede venir el caos'. Quizá Yunieisi
exagera. Pero muchos ven con igual incertidumbre el futuro, pese a los mensajes
tranquilizadores de las autoridades. 'Aquí no va a haber ningún
vacío de poder', dice un dirigente. Lo establecido es que si Castro muere
antes que su hermano Raúl, sea éste quien asuma el poder. No en
balde, es segundo secretario del Partido Comunista, primer vicepresidente del
Consejo de Ministros y ministro de Defensa.
Las cábalas abundan estos días y algunas son de lo más
imaginativo. Algunos dicen que Raúl es más duro que Fidel, otros
que es más práctico, y casi todos que no podrá sustituir el
carisma de su hermano y mantener el poder mucho tiempo. Otros hablan de que tras
una breve transición uno de los jóvenes, sea Lage, Pérez
Roque o el presidente del Parlamento, Ricardo Alarcón, se convertirá
en primer ministro y después vendrán las reformas. 'Lo que sí
es seguro es que hacia más socialismo no irán', cree D. J., un
empresario extranjero que, como es comprensible, no quieren dar sus datos.
Algunos disidentes, como Elizardo Sánchez, opinan que 'en Cuba no hay
socialismo, sino fidelismo', y que por eso sería deseable que cualquier
cambio contase con su apoyo -al menos al principio- para evitar situaciones
traumáticas y desórdenes. Si es cierto lo que dice Sánchez,
la pregunta es: ¿Es posible el fidelismo sin Fidel?
Y después, otras: ¿Quién será el relevo? ¿Pérez
Roque, el joven que tuvo el temple para subir a la tribuna tras el desmayo de
Castro aunque junto a él había tres comandantes históricos?
Y los que hoy se declaran guardianes del testigo revolucionario, ¿lo
defenderán mañana o serán quienes lo entierren? ¿Habrá
derrumbe o transición? ¿Continuismo? ¿Caos? Ocho días
después de la primera pregunta, el joven filósofo criollo del
primer párrafo habló de nuevo con deslumbrante agudeza: 'Mire,
compadre, después no sé. Pero hágame caso: lo primero, reja
pa'la casa'.
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