Jose J. Basulto. Publicado el martes, 30 de enero de 2001
en El Nuevo Herald
Mucho se ha escrito sobre los mecanismos de defensa y escapismo, como la
balsa entre muchos otros, que durante años han sido utilizados por
nuestro pueblo en la isla para evadir la realidad, el dolor y todo aquello que
resulta difícil de aceptar y que es causado por las condiciones políticas
y sociales de la Cuba de Castro. La visión por parte del exilio de esta
realidad, síntoma elocuente del gran problema que vive nuestra patria, ha
sido clara. En cambio, cuando el exilio mira su propia situación, cuando
las verdades duelen y se nos dificulta sostener la vista, las imágenes ya
no son tan claras. Nos corresponde entonces ser honestos y valientes para poder
ser consecuentes con nuestros principios y, si esto requiere modificar nuestra
propia conducta, simplemente hay que hacerlo.
Si aceptamos como principio válido que "la verdad nos hará
libres'', entonces, como cubanos que buscamos la libertad, tenemos un compromiso
sagrado con la misma. Nuestra primera responsabilidad y tarea es encontrarla.
Durante ya hace casi cinco años, he estado investigando y publicando
la evidencia obtenida y las conclusiones a que hemos llegado, junto a otros
colaboradores de Hermanos al Rescate (HAR), sobre la verdad del derribo de
nuestros aviones y el asesinato de nuestros hermanos. Mi denuncia del crimen,
cometido por Castro, ayudado por la administración Clinton-Gore, ha sido
oída en todas partes, pero no siempre la evidencia presentada ha sido
sometida al escrutinio crítico necesario para hacer de ella nuestra
verdad.
Conocer la verdad implica responsabilidad, vivir de acuerdo con y en
servicio a la misma. Eso "no es fácil'' para muchos en el exilio,
que también son escapistas. Me refiero a quienes temen por sus intereses
y sus relaciones con la comunidad anglo o, simplemente, caer fuera de lo políticamente
correcto bajo la norma de lo acostumbrado. Es más elegante para muchos
decir: "Yo no lo sabía'', que "preferí no saber''. Esta
es la excusa favorita de los escapistas del exilio que prefieren actuar como el
avestruz, ante un crimen perpetrado por orden directa de Fidel Castro y con la
complicidad de la administración Clinton-Gore. Señores, el crimen
fue contra nuestros hermanos y, por lo tanto, contra todos nosotros. Todos, como
pueblo, tenemos el deber de denunciar el crimen y reclamar verdad y justicia. No
es suficiente pasar un sábado en el Orange Bowl y luego olvidar el tema.
Durante el último año en particular, he pedido en cada
oportunidad que se me ha presentado el apoyo y solidaridad de amigos,
desconocidos, periodistas, dirigentes de organizaciones del exilio,
angloamericanos de buena fe y todos aquéllos que concuerdan con nosotros
en que ni la justicia ni la verdad pueden tener carácter selectivo o
estar supeditadas a nuestra conveniencia del momento. Una media verdad es, a la
vez, una media mentira. Y la justicia incluye a todos los culpables.
Doy gracias a Dios por darnos la fuerza para continuar esta larga y difícil
tarea, la más extensa búsqueda emprendida por HAR, y a ustedes que
nos han apoyado más allá de nuestra misión inicial.
Encontrar y exponer la verdad de lo ocurrido, por desagradable que resulte, así
como reclamar que se haga justicia es nuestro deber, como parte de nuestro
compromiso para el rescate de nuestra patria.
Agradezco la noble actitud de Eva Barba, mujer cubana ejemplar, madre de
Pablo Morales, uno de los cuatro mártires, a Nancy Morales y a Diancy,
hija y nieta, respectivamente, de Eva, que al unísono han siempre
respaldado y respetado la causa por la que vivieron y murieron nuestros mártires.
Hoy pido a ustedes, mis hermanos siempre presentes, que aprovechemos la
actual coyuntura política, dejando a un lado los festejos y el
triunfalismo estéril, después de más de cuarenta años
de desengaños de otros presidentes. Para que se nos respete y tome en
cuenta, para ser efectivos, tenemos que hacernos cargo de nuestro destino e
interés como pueblo y dejar de ser agregados en el carro de otros.
Pongamos a prueba en su condición de líder al presidente
electo George W. Bush.
El tiempo se traduce en olvido. Es ahora el momento de reclamarle al señor
Bush que reconozca la deuda adquirida con sus electores en nuestra comunidad,
que, con su respaldo unánime, le dieron la victoria. Unidos a Eva Barba
reclamemos, al unísono, como pueblo digno:
- "Verdad y justicia'' para Armando, Carlos, Mario y Pablo.
- La aplicación de the rule of law (el cumplimiento de la ley), y
- El encausamiento criminal de Fidel Castro y todos sus cómplices.
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