El
individuo problemático
Víctor Rolando Arroyo, UPECI
PINAR DEL RIO, enero - En Cuba cada día crece el número de
ciudadanos que reciben el calificativo de "problemáticos". Este
epíteto no se da porque el aludido sea una persona violenta o que beba más
de lo normal, sino que tal denominación quedó casi de manera
exclusiva para aquellos individuos de mayor poder de análisis y valentía
que, ante los reiterados errores del régimen, levantan su voz
discrepante.
El totalitarismo en Cuba no es cuestión de un pequeño grupo
encaramado en la cima del poder. Su nefasta influencia cae desde las alturas e
infecta hasta el más simple dirigente erigido en cacique local e inmune a
cualquier crítica.
Sería muy raro encontrar un cubano en cualquiera de los ya bien
visibles estratos sociales que componen el país que no tenga por lo menos
una anécdota de la irracionalidad de dirección o ejecución
de algún funcionario comunista, por lo general empírico, en la
esfera que comete sus desmanes, y que están protegidos por su fidelidad
al sistema.
Por lo general, la tendencia del cubano de hoy es automarginarse de
cualquier enfrentamiento, salvo que la disputa le ataña directamente.
Aunque nunca faltan los quijotes que por lo menos levantan su voz ante estos
villanos que lo mismo despojan a un trabajador de su derecho a una mejor plaza
laboral o deciden cultivar vegetales donde sólo es posible plantar árboles
maderables.
Tras la protesta la venganza no se hace esperar. El funcionario mueve sus
influencias, que no son pocas, y comienza una sutil campaña de descrédito,
estilo más recurrente, y califican al disidente de loco, inadaptado e
incluso de enemigo político. Las represalias se extienden hasta vetar
cualquier beneficio que pudiera recibir el inconforme que lo criticó,
quien opta casi siempre por trasladarse de empleo y es ahí donde ya cae
en la madeja pues el rumor es enviado a su nuevo trabajo y llega con la nefasta
credencial.
Si por casualidad en la nueva plaza se aventura a criticar nuevamente lo mal
hecho sólo reforzaría la imagen negativa que le crearon, y con
ello empeoraría su futuro laboral.
La práctica demuestra que el individuo sometido a tal tipo de
hostigamiento, particular de los países sometidos por el totalitarismo,
termina convirtiéndose por lo general en un ser marginado, receloso y
frustrado. Y en no pocas ocasiones es, además, el blanco de la burla de
sus amigos, quienes le aconsejaron que esquivara tales enfrentamientos.
Esta es una breve reseña de las penurias y desencantos que
experimentan aquellos cubanos honestos que discrepan abiertamente del caduco
sistema imperante y que reciben el calificativo de "problemáticos".
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