CUBANET... INTERNACIONAL

Enero 8, 2001



México y La Habana recomponen sus maltrechas relaciones económicas y políticas

Aliados 40 años, los dos países atravesaron su peor momento con el Gobierno de Zedillo

Juan José Aznárez, México. El País. Domingo 7 enero 2001 - Nº 1710

El deterioro de las relaciones entre México y Cuba durante la presidencia de Ernesto Zedillo (1994-diciembre del 2000) quedó de manifiesto al declarar Fidel Castro que los niños mexicanos conocían mejor a Mickey Mouse que a sus héroes patrios. Herido en su fibra nacionalista, el Gobierno exigió una reparación diplomática. El nuevo presidente mexicano, el pragmático Vicente Fox, regresa al histórico y prioritario entendimiento con la revolución cubana, a la que Zedillo acusó de haberse constituido en dictadura.

Durante casi cuarenta años, los sucesivos gobiernos del Partido Revolucionario Institucional (PRI), derrotado el pasado 2 de julio por Fox, y el conservador Partido Acción Nacional (PAN), evitaron cualquier conflicto con Cuba. México condenó en los foros internacionales el aislamiento promovido por Washington, y los problemas bilaterales fueron resueltos siempre entre bastidores, calladamente. La relación discurrió a satisfacción de las partes hasta la llegada del economista liberal Zedillo, quien marcó distancias con Castro.

El último jefe de Gobierno priísta abogó abiertamente por la instauración de un régimen democrático en la mayor de las Antillas. El aldabonazo del definitivo alejamiento ocurrió durante la Cumbre Iberoamericana de La Habana de 1999, cuando pidió en casa del gobernante anfitrión pluralidad política y derechos humanos. "No puede haber naciones soberanas sin hombres y mujeres libres", manifestó. Ni Vicente Fox, ni su secretario (ministro) de Relaciones Exteriores, Jorge Castañeda, viajero a Cuba durante sus años de militancia comunista, creen que la ruidosa beligerancia sea la solución, o convenga a los intereses nacionales.

"Si ocho administraciones estadounidenses no han podido con Castro, menos vamos a poder nosotros", comenta una fuente del nuevo equipo. Visto con recelo por la reacción estadounidense como consecuencia de su pasada oposición al Tratado de Libre Comercio entre Estados Unidos, Canadá y México (TLC), y objetado en La Habana tras la publicación de un libro sobre el guerrillero cubano-argentino Ernesto Che Guevara, Castañeda adoptó dos decisiones encaminadas a superar desconfianzas y evitar futuros problemas.

Poco después de su nombramiento como canciller nombró embajador en Estados Unidos al ex priísta Juan José Bremer, cómodamente aceptado por Washington, y de Cuba, al izquierdista Ricardo Pascoe, destacado militante del opositor Partido de la Revolución Democrática (PRD). El Gobierno del Distrito Federal, en manos de ese partido desde 1997, entregó las llaves de Ciudad de México a Fidel Castro en diciembre pasado. "Se acabaron el acercamiento a la disidencia en la isla, a los exiliados en Miami, y los enfrentamientos con el comandante", anticipa una persona cercana al nuevo ministro de Relaciones Exteriores. La designación de Pascoe, que paralelamente concilia al nuevo Gobierno con el radicalismo nacional procubano, fue acatada a regañadientes por los flancos más conservadores del PAN.

El objetivo del nuevo Gobierno es la convivencia pacífica con la isla, la discreta promoción de su apertura democrática, el encaje de bolillos en las eventuales denuncias sobre respeto a los derechos fundamentales y el fomento de la penetración de los empresarios mexicanos, a la baja durante la gestión de Zedillo. La Ley Helms-Burton, que castiga el comercio con Cuba, será probablemente ignorada. El comercio bilateral ronda los 300 millones de dólares anuales (más de 52.000 millones de pesetas), con la participación de cerca de 200 pequeñas o medianas empresas, y los acuerdos bilaterales en las diversas áreas ascienden a cerca de 200 millones de dólares (unos 35.000 millones de pesetas).

Los grandes inversores Cementos Mexicanos y Petróleos Mexicanos optaron tiempo atrás por la retirada, y aunque México es el primer socio latinoamericano de Cuba, cayó hasta el séptimo lugar en la clasificación de inversores. El Ejecutivo ya no estaba dispuesto a garantizar las inversiones.

Sarcasmos e ironías

El ocaso se veía venir. Hace dos años, durante el enfriamiento previo a la gélida relación del año 2000, el presidente cubano mortificó al último Gobierno mexicano con sarcasmos o ironías sobre su entrada en el TLC, en vigor desde enero de 1994. Durante una reunión del Sistema Económico Latinoamericano, ante delegados de 28 países, dijo que "los mexicanos nos dejaron en la villa miseria, y se mudaron a un barrio aristocrático, al club de los ricos".

Castro reprochó a su histórico aliado pasividad en cuestiones del Tercer Mundo, y rubricó la andanada con una reflexión que llegó a los titulares periodísticos. "Es posible que muchos mexicanos no sepan quién fue el padre de la patria, pero sepan quién es Mickey Mouse y todos los personajes que salen por televisión".

México llamó a consultas a su embajador, Joaquín Coldwell, y los medios de comunicación cubanos comenzaron a emitir reportajes sobre la extrema pobreza en México, una exhibición nunca vista anteriormente. La traca final corrió a cargo del presidente cubano, que no acudió a la cena ofrecida por Zedillo a los jefes de Estado y de Gobierno invitados al traspaso de poderes del primero de diciembre.

"Miami no es Cuba"

La reconstrucción de las relaciones comenzó con el viaje del embajador Pascoe a La Habana la pasada semana. Se proclamó no un activista político sino un representante diplomático con la misión de "mejorar la relación con el Gobierno de Cuba, estrechar lazos con ese país, con el que en los últimos años la relación se había lastimado".

Respecto al criterio del Gobierno de Fox sobre contactos con los grupos disidentes en la isla respondió que "los cubanos tienen un proceso político propio que están desarrollando y nosotros somos absolutamente respetuosos de ese desarrollo". Miami, declaró "no forma parte de Cuba". Su objetivo como embajador, agregó, será trabajar con el Gobierno de Cuba y sostener lazos con el Partido Comunista Cubano.

El propio Castañeda en una entrevista con este diario precisó que el nuevo activismo de México en derechos humanos no va dirigido a ningún país en particular. "Ya se verá como vienen las cosas", añadió en referencia a Cuba. "Vamos a buscar estrechar las relaciones económicas, comerciales y financieras". También las políticas. El plácet cubano no se hizo esperar. Días después de su arribo a La Habana, Pascoe recibió la visita de Castro en su residencia, a la que no acudía desde hacía años. "Ha sido un excelente augurio. Es el comienzo de una etapa completamente nueva", celebró Castañeda

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